Jesús en el evangelio menciona en
alguna ocasión a los niños, tampoco muchas, la verdad sea dicha. Lo hace para
ponerlos como modelos para alcanzar el Reino
«Dejad a los niños que vengan a mí,
porque de los que son como estos es el Reino de los Cielos. Después, les impuso
las manos, y se fue de allí» (Mt 19, 14).
«Y abrazaba a los niños, y los bendecía
imponiendo las manos sobre ellos» (Mc 10,
16).
«Él llamó a un niño y lo puso en medio
de ellos, y les dijo: Y el que reciba a un niño como este, en mi nombre, a mí
me recibe» (Mc 18, 2-5).
Aunque tampoco olvida Jesús la
actitud puñetera que tienen algunos a la hora de llevar la contraria, como
cuando compara la generación que rechaza al Señor se haga lo que se haga con
los niños que se quedan parados a la hora de bailar o que no siguen el juego de
los demás:
“ Se parece a los chiquillos que,
sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: Os hemos tocado la
flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis
lamentado.” (Mt 11, 16b-17).
La imagen del niño es siempre muy
evocadora: el que está aprendiendo, el que tiene inocencia, el que cree todo lo
que se le diga… e incluso análisis más sesudos recordarán que el término griego
que se utiliza para niño es pueri, que también significa esclavo, con lo que
hablaría de la humildad, del que es más inferior en la capa social «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y
se las has revelado a pequeños» (Mc 10, 21).
Del contexto social podemos
recordar que en tiempos de Jesús las mujeres, los esclavos y los niños eran a
efectos legales meras propiedades del varón, sin ningún tipo de derechos.
Pero sin duda la mejor
explicación del concepto de la fe de los niños me la dio mi hijo mayor Israel,
hoy en día todo un adulto, cuando apenas contaba con 7 u 8 años. Su padrino, un
amigo nuestro muy allegado, acababa de quedarse en paro y le dije que rezara
para que pronto encontrase un nuevo empleo. Al cabo de un mes se produjo la
buena noticia y fui a comunicársela a mi hijo
-¿Sabes?, tu padrino ya ha
encontrado trabajo
-Claro, ya lo sabía
-¿Te lo había dicho la mamá?
- No… se lo había pedido a Jesús.
Así de
natural, así de sencillo, así de potente. La fe de un niño.
José Luis Rubio
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