El intelectual Fabrice Hadjadj
también entra en el debate.
La polémica está servida en
Francia después de la controvertida decisión del Consejo Audiovisual francés
criticando un spot provida y a favor de los niños con síndrome de Down y cuya
finalidad según sus promotores era “tranquilizar
a una mujer embarazada sobre el futuro y la felicidad de su hijo con trisomía
21” luchando así contra la discriminación que sufren. Un spot que además
ha tenido más de cinco millones de visionados, levantando el “entusiasmo” a
nivel internacional.
Pero el ente francés no lo vio
así y emitió una más que discutida nota en la que criticaba la “finalidad
ambigua” del vídeo ya que no “suscita una adhesión espontánea y consensuada”.
En ese sentido, el Consejo Audiovisual insta a las cadenas de televisión a “que
en un futuro, vigilen las modalidades
de difusión de mensajes susceptibles de crear controversia”.
Sin embargo, esta arbitraria decisión
del Consejo Audiovisual francés (CSA) ha encontrado contundentes respuestas.
Una de ellas ha sido la Veronique de
Pracomtal y su hija. En un artículo publicado en La Croix
contestan al ente francés:
Mi hija de 16 años ha tenido la suerte de participar en el rodaje del
cortometraje «Dear future Mom»
("Querida futura Mamá", ndr). Según el Consejo Superior Audiovisual -
que habla de “publicidad” - esta breve película no contiene un “mensaje de
interés general” y no puede, por lo tanto, “suscitar una adhesión espontánea y
consensuada”. Mi deseo no es ofrecer una argumentación en los términos en los
que lo hace el CSA, que me parecen suficientemente oscuros como para
autoeliminarse.
De todas formas, el debate en
cuestión a mi hija le es totalmente ajeno. He intentado explicarle que hay
quien creía que la película podía no ser de interés para todo el mundo. Su
reacción ha sido la de sus padres, la de muchos otros padres: “Me entristece
pensar que hay quien dice que esta película no es interesante: esto significa
que no quieren saber de mi porque soy trisómica o que quieren separarme de mi
madre”. Y ha seguido: “Y tú mamá,
¿sentiste miedo cuando supiste que yo era trisómica?” Mi respuesta: “Sí,
sentí miedo”. Y ella: “¿De qué tuviste miedo? ¿De que no fuera capaz de
aprender a leer y escribir?”. “Sí, es verdad, tenía miedo de esto. Pero no duró
mucho, y papá y yo supimos al poco tiempo que tendrías una vida bonita y que
nosotros seriamos felices contigo”.
Inés me ha abrazado con ojos
llenos de ternura y ha concluido: “Todo esto es un cansancio”. Pero si la
polémica iniciada por el CSA se le escapa a mi hija, el mensaje de la película
“Dear Future Mom” era para ella perfectamente claro. Se trataba de afirmar su alegría de vivir, su amor por su madre y
también de tranquilizar a otra madre que teme que su hijo trisómico no sea
feliz y que no la haga feliz a ella. Es sencillo, es verdad, es la vida de
todos los días con sus dificultades, ciertamente. A veces, dice uno de los
jóvenes, es casi imposible. Pero toda vida es en ciertos momentos imposible,
incomprensible, difícil.
De este diálogo entre madre e
hija sobre un tema que nosotras no habíamos abordado demasiado hasta ahora me
quedo con el planteamiento sin rodeos del problema por parte de mi hija, pero
también con su sencillez en acoger una respuesta sincera, aunque también
dolorosa (la confesión de mi miedo) y su capacidad emotiva de entender el paso
realizado por sus padres: «la vida contigo es bella». Como escribe Fabrice
Hadjadj en su último artículo en el Echo Magazine (Suiza, agosto de 2014): «Son
sencillamente humanos y no tiburones de las finanzas». Humanos como nunca
seremos nosotros suficientemente. Como dice también el atleta Ryadh Sallem, «mientras haya trisómicos, seremos todavía
seres humanos». A menudo, ante su capacidad de amar, de sorprenderse, de
vivir el instante presente yo me hago la misma reflexión… Gracias a las cadenas
de televisión que se han dejado tocar por este deseo de aceptación de nuestros
hijos.
HADJADJ
ENTRA EN EL DEBATE
También el filósofo Fabrice Hadjadj ha querid entrar en el
debate y ha escrito un artículo en el semanario Echo Magazine titulado:
“Advertencia a los bisómicos”. Esta es la exposición del intelectual francés
El gran rabino Abraham Karelitz,
cada vez que veía a una persona con trisomía 21, se levantaba y se quitaba el
sombrero. ¿Por qué honra a esta persona
y no a los grandes de este mundo? le preguntaban. — Porque, respondía
él, si Dios no le ha dado una capacidad tan grande de estudiar la Torah, es que
ella es más perfecta y estás más avanzada que yo en el camino de la santidad.
Hemos olvidado esta lección.
Tratamos a los niños con trisomía con la misma bondad con la que tratábamos
hace tiempo a los judíos, juzgados como parásitos o unos Untermenschen
(«subhombre o subhumano», N.d.T.). Los
acosamos, los diagnosticamos, los exterminamos. Ahora se ve menos,
porque la cámara de la muerte es el vientre de una pobre madre que consiente,
reclutada por el culto de la prestación. ¿Qué queréis? Su pequeño sólo habría
tenido la alegría de vivir y no el orgullo de llegar. Habría sido solamente
humano y no un tiburón de las finanzas. No habría ido a la Haute Ecole de
Commerce ni a la Universidad Politécnica; sólo habría reído, llorado, jugado,
alterado las conveniencias sociales, saltado a los brazos de los desconocidos,
planteado preguntas desconcertantes, metafísicas… Seguramente habría rezado
también con un corazón sencillo, lo que es horrible porque hay que tener un
corazón duro y pisotear a los competidores.
— ¡Vale ya, deje de lado la
ironía, habría sido desdichado, habría sufrido!
— ¿Usted cree entonces que habría
sufrido más que cualquier otro en buen estado de salud, en un momento u otro y
sobre todo hacia el final? ¿Usted piensa que habría sido más desdichado que
todos estos tristes amos del mundo que han refinado la mentira, malversan
fondos y organizan orgías a base de viagra?— ¡Pero no habría sido un niño como los otros!
— Habría sido un niño más niño
que los otros. Porque él lleva en sí la infancia eterna. Sí, eliminar a un
pequeño trisómico es ser infanticida dos veces.
Un conmovedor mensaje titulado
Dear future mom (5 millones de visitas en Youtube) y difundido en TF1, Canal+,
M6, etc. presenta a unos jóvenes trisómicos dirigiéndose a una madre que podría
estar embarazada de uno de ellos y le confían que ellos viven una vida
verdadera, con sus angustias y sus alegrías… Pero este mensaje no le ha gustado al big boss de Big Brother, llamado
Consejo Superior Audiovisual. El 25 de julio ha declarado que para un
«mensaje de interés general», éste corría el riesgo de «no suscitar una
adhesión espontánea y consensuada». Yo creía que este tipo de adhesión estaba
reservada a las bestias, que actúan por instinto. Pero no, debe ser la de los
telespectadores bisómicos, que se creen sin embargo superiores a sus hermanos
trisómicos.
(Traducciones de Helena Faccia Serrano)
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