miércoles, 16 de julio de 2014

TESTIMONIO - DONDE MANDA CAPITAN NO MANDA MARINERO


A veces así funciona Dios… sólo hay que dejarse llevar.

Bueno… ésta no es la primera vez que me sucede ni la última que me sucederá. Pasó que era cumpleaños de mi ahijada Katty (padrino de boda) y me invitó a su casa (a una hora de Lima); me dijo que iba a preparar el Cau-Cau (plato típico peruano) que tanto me gustaba, y que me esperaba en la noche… que fuera con las personas más cercanas del grupo que ella conocía.

Inmediatamente me contacte con Ana, la sub-coordinadora de nuestro grupo de oración y le pedí que me acompañara, lo cual aceptó. Asimismo, llamé a otra ahijada Susann (padrino de confirmación) que tiene carro para que nos esperara en un paradero cerca de su casa y de ahí irnos todos juntos. Ella pensaba ir con su esposo.

A las 8pm llegó la sub-coordinadora, entonces llamé a Susann para avisarle que ya íbamos saliendo. Ella me dijo que había habido un imprevisto y que no podía ir. Desde ese momento se me empezaron a complicar las cosas. La sub-coordinadora me dijo que tenía apuntado cómo llegar donde Katty. Tomamos un micro y nos bajamos para hacer la conexión y llegar a casa de Katty… no existía tal conexión.

Empecé a preguntar y me dijeron que tenía que tomar otro micro hasta Huandoy y de ahí tomar otro. En Huandoy llamé a mi ahijada y le dije donde estaba y qué micro teníamos que tomar; ella me dijo que tomáramos un micro hasta el Puente Santa Rosa que quedaba cerca de su casa por Canta Callao, y que ahí alguien nos iba a esperar.

Cruzamos la calle y paró un micro; le pregunté si iba al Puente Santa Rosa y me dijo… ¡suban, suban! Yo dije entre mí ¡por fin vamos a llegar! Pasado un buen tiempo, la sub-coordinadora me dice:
· “Hermano, ¿no es ese el Fuerte Hoyos?”
Este fuerte militar queda en el Rimac… el micro nos había traído de regreso a otro Puente Santa Rosa. Coincidentemente, ese micro iba por otro Puente Santa Rosa, no por el que debíamos ir nosotros. Prácticamente nos habíamos dado toda una vuelta por Lima y alrededores y vuelto al principio.

Para esto ya eran las 10pm… muy tarde para empezar de nuevo, así que decidimos tomar un último micro que nos llevara de regreso a nuestras casas. En el camino le dije a Ana:
· “Por alguna razón está pasando esto… no puede ser que nada nos ligue y que estemos de regreso”.
Llegó la hora de bajarnos para tomar la última conexión y Ana se equivoca y nos bajamos una cuadra después. Estábamos esperando el micro y no pasaba. Nos dimos cuenta del error y retrocedimos una cuadra… era por donde volteaba el micro. Si seguíamos esperando nunca iba a llegar.

Hasta que por fin llegó el micro casi vacío y como nunca nos sentamos en la última fila de asientos. Junto a mí había una niña con su muñeca y su mamá – una señora joven embarazada -. Al ver a la niña un poco triste, le dije:
“¿Qué hace una muñeca cargando a otra muñeca?” – la niña ni caso me hizo.
Entonces la mamá me dijo:
· “¿Es usted sacerdote?”
No sé por qué me preguntó eso… quizá tenga cara de cura…. Según algunos ¡SÍ!
· “No… soy religioso, laico comprometido” – le respondí.
· “Sabe usted dónde me podría quedar esta noche… estoy con seis meses de embarazo. Vengo de la casa de mi esposo… me ha echado. La culpa la tiene mi mamá que me odia y me ha indispuesto con él… le ha dicho que soy una pu…y él me ha tratado muy mal”
· “¿A esta hora? – ya era cerca de la 11pm – ¿Dónde vive tu mamá?”
· “Muy cerca de aquí”
De hecho yo no podía llevarla a mi departamento donde tengo un sólo dormitorio y Ana tampoco, su casa, a pesar de ser más grande, está ocupada por su madre y hermanos.
Ella continuó diciéndome:
· “No acepto la injusticia, ni la mentira… ¿Por qué la gente es tan mala?” – y se puso a llorar.
· “¿Crees tú que lo que te está pasando es más de lo que le pasó a Jesús…? Tienes que aprender a perdonar… no puede vivir con esa angustia, te hace daño a ti y a la criatura que está por venir?”
Me miró y bajó la cabeza. Luego me dijo que dónde se podía confesar. Le dije que en la Parroquia más cerca de su casa. Luego me dijo:
· “Qué me aconseja usted?”
· “Que, por esta noche vayas a casa de alguna amiga o pariente, y mañana con más calma pienses lo que quieres hacer o a donde ir. ¿Por qué no vas a casa de tu mamá y te diga lo que te diga, has como si no la escucharas… pasa la noche ahí y mañana decides?”
· “Eso es lo que voy a hacer”
Se bajó dos paraderos después, no sin antes nos dejara su nombre y el de su hijita para que oremos por ellas: Rosa y Angelita. Luego me dijo que también pidiera por su esposo.

Luego nos dirigimos cada uno a casa no sin antes comentar lo que nos había pasado. El viaje que debería haber sido en sólo dos micros y durado una hora como máximo, se convirtió en cualquier cantidad subes y bajas de micros y cerca de tres horas.

Al día siguiente, cuando le conté a Susann lo que había pasado me dijo:
· “¿Y por qué no me llamaste… yo las hubiese hospedado en mi casa?”
Si Dios hubiese querido que así sea, así hubiese pasado. Quién sabe si es que Dios quería que se juntaran madre e hija y se reconciliaran…. Sólo Él lo sabe.

Dios nos envió para darle unas palabras de consuelo y quizá una guía a esa pobre mujer embarazada de seis meses, que no tenía donde pasar la noche. Nada es casualidad.

Cuando no sepas por donde vas… es porque Dios o su Santa Madre te están llevando por donde ellos te necesitan… aunque eso signifique que dejes de comer un rico Cau-Cau…. ya habrá otra oportunidad.


José Miguel Pajares Clausen

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