Si es bien conocido el seguimiento al que se vio sometido Juan Pablo II
cuando era cardenal arzobispo de Cracovia, no lo es tanto la labor de espionaje
que realizó la Stasi sobre el entonces monseñor Joseph Ratzinger, arzobispo de
Munich. Los informes eran demoledores: «Es tímido, pero encantador»
Noticia digital (18-VII-2014)
En 1974, un Trabant -un coche viejo de Alemania del Este- traqueteaba a
través de los campos de Turingia, una provincia de la comunista República
Democrática de Alemania. En el sitio del copiloto se sentaba el profesor Joseph
Ratzinger y al volante estaba el padre Joachim Wanke, entonces asistente del
seminario local, el único en la RDA. Los dos sacerdotes, escribe Rainer Erice,
un periodista de la radio alemana Mitteldeutsche Rundfunk Thüringen
(MDR), se encontraban realizando una excursión a las históricas ciudades de
Jena y Weimar. Era un momento de relajación durante la breve visita del padre
Ratzinger a Alemania del Este, cuyo propósito era dar una serie de ponencias a
los estudiantes y teólogos de Erfurt, capital de Turingia.
Lo que le dio importancia a esta visita, sin embargo, es que marcó el
comienzo de la vigilancia a la que sometió la Stasi, o policía secreta
de Alemania del Este, al padre Ratzinger.
Que el profesor Ratzinger fue espiado por los informantes de la Stasi ya
se sabía. En 2005, se supo que los agentes de Alemania del Este habían tenido
archivos sobre el actual Papa emérito. Pero archivos descubiertos por el MDR,
añaden más luz sobre cómo consideraba la policía secreta al futuro Pontífice y
quién se encargaba de informar sobre él.
Los documentos revelan que, en 1974, la Stasi era muy consciente de que
el padre Ratzinger tenía futuro en la Iglesia, pero no tenían espías adecuados
para seguirle. Todo lo que sabían en ese momento (de un informante no oficial
llamado Birke, empleado del obispo de Meissen) era que el profesor Ratzinger
había realizado ponencias sobre teología moderna a estudiantes y académicos
durante su visita.
A medida que el papel del profesor crecía en la Iglesia, la policía de
Alemania del Este comenzó a interesarse más por sus actividades e intensificó
los esfuerzos, de acuerdo con el informe de Erice. En la época en que monseñor
Joseph Ratzinger, arzobispo de Munich, visitó Berlín, en 1978, para encontrarse
con el cardenal Alfred Bengsch, Presidente de la Conferencia Episcopal, la
sección de exteriores de la seguridad de Alemania del Este ya había asumido la
tarea de espiarle y había asignado a numerosos informante no oficiales en ambas
Alemanias.
El servicio secreto de la RDA consideraba al profesor Ratzinger como
«conservador, reaccionario y autoritario», escribe Erice y que Juan Pablo II
había señalado al entonces cardenal Ratzinger para que fuese «el organizador de
la contrarrevolución en Polonia». Más notas de la Stasi revelan que lo
consideraban «uno de los más fieros opositores al comunismo»; creían que apoyaba
la disuasión nuclear entre los bloques militares del Este y del Oeste y que
consideraba el pacifismo «poco realista».
Pero Erice añade que, a pesar de los cientos de páginas de información
sobre Joseph Ratzinger, había «poca información significativa», y los informes
individuales de espionaje extranjero fueron casi «destruidos en su totalidad».
Los documentos descubiertos están relacionados sólo con «la información básica
sobre el autor y el motivo por el que fue recogida tal información».
Sin embargo los documentos revelan detalles interesantes sobre los
agentes de la Stasi encargados de informar sobre Joseph Ratzinger. Erice
escribe que «al menos había una docena de empleados no oficiales» encargados de
esta tarea. En este grupo se incluye a dos profesores universitarios de
Alemania del Este considerados por la Stasi como «de confianza»: el agente Aurora,
un profesor de ateísmo científico en Jena y Warnemünde, mientras que el agente Lorac
trabajaba de incógnito como profesor de teología en Leipzig. El agente Georg
estaba en el comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal de Berlín y estaba,
aparentemente, muy informado de los asuntos internos de la Iglesia.
En Alemania del Oeste, la red de la Stasi incluía a un monje benedictino
en Trier conocido con el nombre en clave de Lichtblick (rayo de
esperanza). Lichtblick espió para la Stasi durante décadas y según Erice,
«dio informes extensos y fiables sobre los sucesos en el Vaticano». Otro agente
no oficial conocido como Antonius era un periodista de la agencia
católica alemana de noticias, KNA, que dio muchísima información sobre
el Papa, el cardenal Ratzinger y el Vaticano.
Otro periodista fue contratado en Munich bajo el alias Chamois,
mientras que un espía especialmente importante fue un político perteneciente al
partido Christian Social Union y un antiguo confidente de Franz Josef Straus,
que fue líder de dicho partido. El agente era conocido con los nombres en clave
de Lion y Trustworthy. Esta red de información también traspasaba
las fronteras de Alemania. En Italia, la Stasi empleó al agente Bernd,
que proveía de información sobre la política de exteriores de la Santa Sede.
TÍMIDO PERO ENCANTADOR
Con todos estos informadores colocados, Erice escribe que la Stasi
estaba bien organizada cuando Joseph Ratzinger viajó a Dresde en 1987 para
encontrarse con un grupo de católicos. «La Stasi realizó un gran esfuerzo en la
vigilancia del encuentro», dice Erice, esforzándose para que la vigilancia
pasase desapercibida sobre todo en el paso de la frontera. «Las fuerzas de
seguridad recibieron instrucciones para darle un trato preferente y educado
cuando cruzase la frontera», dicen los informes y que molestias como los
registros de equipaje usualmente aplicados a los visitantes occidentales
«tenían que omitirse».
Pero a pesar de sus grandes esfuerzos, Erice dice que la Stasi cometió
algunos errores básicos. Escribió mal la ciudad natal del Papa, Merkl en vez de
Marktl. Y, a pesar de que lo querían retratar negativamente, no pudieron evitar
hacer alguna observación positiva. Además de alabar su gran inteligencia,
destacaron: «Aunque puede parecer tímido al principio en una conversación,
tiene un encanto que te gana».
Zenit
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