miércoles, 16 de julio de 2014

LAS PREOCUPANTES GRIETAS DEL IMPERIO FUERON ADVERTIDAS POR ALGUNOS ROMANOS


Hoy se ha acordado crear por parte de Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y China el New Development Bank (NDB). A veces, yo mismo me sorprendo de la precisión de mis previsiones.

Fue hace ya casi cinco años cuando advertí de los pasos que la República Popular de China iría tomando en su campaña silenciosa de dominio mundial. Evidentemente, no compraba deuda soberana en Estados Unidos y Europa por afán altruista. Eso ya debió haber encendido las alarmas de los estadistas. Pero eso era sólo un paso que formaba parte de un plan perfectamente ideado para llegar a la creación de un nuevo organismo monetario internacional. China no sólo quería ser la más rica, no sólo aspiraba a dominar (=invadir) todos los mercados, sino que quería dictar las reglas del juego.

Este nuevo banco, el NDB, es el instrumento para ello, para crear un rival del Fondo Monetario Internacional, sin prisas. Cuanto menos se note, mejor. Han sido listos los cerebros de Pekín. No convenía que este instrumento fuera un banco sólo de China. Nominalmente debía ser internacional, aunque después lo domine China, como no va a ser de otra manera, como no puede ser de otra manera.

China puede hundir los mercados de deuda soberana cuando quiera. Puede hacer quebrar a los estados a voluntad. Ni siquiera hace falta que lo haga. Basta que decida una política de limitación del flujo monetario internacional. Eso ya lo puede hacer. El día que lo haga, el día que cierre un poco ese grifo, el FMI irá teniendo menos liquidez. El único que dispondrá de activos será el NDB. Cinco años después, el que partirá el bacalao será el NDB. Entonces las cosas se nos pondrán más difíciles. Porque la labor reguladora neutral del FMI dejará de existir. Pekín dictará las normas y lo hará con la misma piedad con que trata a sus masas esclavas. La oligarquía financiera del gigante asiático sigue haciendo planes a largo plazo. Nuestros políticos occidentales siguen preocupados en el cortoplacismo de los próximos cinco años.

Realmente, hoy lo puedo decir una vez más: lo que os advertí se ha cumplido. El hundimiento de Occidente resulta penoso como todos los hundimientos. Pero nos lo hemos merecido. China será nuestro martillo y nuestro yunque. Después, también sobre ella se cumplirá el decreto que se haya escrito en el cielo. Eso será otra historia, más lejana todavía. Pero a Occidente, a este ritmo en unos seis o siete años, le esperan muchas humillaciones, mucho sufrimiento, muchos disturbios en sus calles.

P. FORTEA

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