LA MENORAH Y EL CULTO CRISTIANO:
PRIMERA PARTE
En los próximos días, voy a
dedicar varios posts al tema del candelabro de los siete brazos y la liturgia
cristiana. Éste es el primero de ellos.
La menorá es el candelabro de
siete brazos que había en el Templo de Jerusalén tras el primer velo. Vengo
observando, desde hace pocos años a esta parte, la proliferación de menorás en
iglesias y sacristías. Es un fenómeno muy incipiente, pero que sin duda se va
extendiendo.
Soy muy comprensivo con este
fenómeno, porque, en el fondo, lo que quieren expresar con tal cosa son las
raíces judías del cristianismo.
Es un asunto sujeto a distintas
opiniones qué simbolizaba en concreto la menorá del Templo. Pero si simboliza
los siete días de la Creación, no debemos olvidar que los Santos Padres
enseñaron que Cristo es el Octavo Día de una nueva creación divina, el primer
día de la creación espiritual de los tiempos de la Nueva Alianza.
No tenemos ninguna constancia de
que los cristianos colocaran nunca menorás en sus basílicas, sino que tenemos
muchos indicios justamente de una dirección litúrgica que iba justo en dirección
contraria. Colocar una menorá en una basílica, hubiera sido visto como un deseo
de retornar a los usos del culto de la Antigua Alianza. Y eso hubiera sido
rechazado, porque vemos en el cristianismo primitivo una expresa voluntad de no
repetir ni los ritos, ni los ornamentos sacerdotales, ni los elementos del
culto presentes en el templo hierosolimitano.
Se quería expresar con claridad que el nuevo sacerdocio cristiano no
procedía del sacerdocio aarónico. Basándose en la Carta a los Hebreos, se puede
hablar, ciertamente, de un deseo de ruptura. Esa voluntad resulta muy evidente
y decidida en el cristianismo imperial.
LA MENORAH Y EL CULTO CRISTIANO:
II PARTE
Mientras que lo que sí que se
pierde en la noche de los primeros siglos de la Iglesia es el uso del Cirio
Pascual en las iglesias. En cuanto a velas y candelabros, el símbolo cristiano
por excelencia es ese santo cirio. Pero no la menorá, que hubiera sido vista
por los primeros cristianos como un deseo de repetir una ley cultual abrogada.
Por eso, basados en el simbolismo
implícito que tienen los objetos cultuales, yo animaría más a realzar el Cirio
Pascual como símbolo de Cristo. Mejor que hacer presente la menorá en nuestras
iglesias, la cual se convertiría en un símbolo de la espera de Cristo. Un
símbolo de la espera del octavo día de la Resurrección, octavo día que es el
domingo.
En la penumbra de la iglesia, a
las horas en que no hay ningún acto litúrgico, la belleza del cirio luciendo en
lo alto del presbiterio es un símbolo específicamente cristiano.
Es más, nada impide tampoco
mantener las velas del altar encendidas incluso fuera de los actos litúrgicos.
Tampoco está prohibido colocar seis lámparas de aceite sobre los manteles del
altar. Hay lámparas muy bonitas de cristal. Esas lámparas pueden lucir sobre el
altar todo el día, o desde el crepúsculo.
Incluso estas lámparas pueden colocarse en lo alto de seis anchos
candelabros. Pero lo lógico es colocar las velas o las lámparas encima del
altar. Porque el altar pasa a ser el centro del presbiterio. Sean lámparas,
sean velas, ellas son ornato de esa piedra angular que es el altar, el cual
representa a Cristo.
LA MENORAH Y EL CULTO CRISTIANO,
III PARTE
No podemos dejar de advertir que
el tenebrario del oficio de Viernes Santo tiene una patente semejanza con la
menorá. Pero con una diferencia, el tenebrario es una menorá cristiana. Su
simbolismo es riquísimo y nítido, su belleza estética está fuera de toda duda.
Considero que hay que recuperar este tipo de candelabro tan antiguo como es el
tenebrario. Consta que ya en el siglo VII se usaba en el oficio de tinieblas.
El tenebrario por su propia
grandiosidad lejos de ser un elemento caduco, puede lucir en algún lugar
adecuado de las catedrales, encendiéndose por ejemplo al caer la tarde. No
situado en el presbiterio, pero sí en algún otro lugar conveniente.
Sin duda, el tenebrario puede
hacer en la catedral las veces de la menorá en el templo salomónico. Y su
simbolismo sí que es claro: Cristo, los once Apóstoles y las tres Marías, la
Trinidad, el árbol de la Cruz.
Resulta llamativo el olvido de la propia simbología litúrgica y que,
repito, procede, al menos, del siglo VII, en favor del uso moderno de la menorá
en la cena del Sabbat que como ya he dicho fue desconocida durante toda la
historia del Israel bíblico.
Desde esta perspectiva, la menorá
se convierte en afirmación de una espera que ya ha pasado. Mientras que las
velas sobre el altar y el cirio pascual se convierten en afirmación de nuestra
fe sobre el octavo día. Además, desde los tiempos de Moisés hasta los de Jesús,
sólo hubo una menorá. No había una menorá en la casa de cada familia judía. Y
esa menorá, no por casualidad, sino por decreto divino, fue arrebatada al
Templo.
Lo repito, no había una menorá en
cada casa judía. Ni siquiera nos consta que alguna sinagoga la tuviera. La
única que había en todo Judá e Israel, era un objeto sagrado, perteneciente al
ajuar del Templo, y por decisión de Yahvé desapareció de ese Templo con el
Templo mismo. Lo cual no deja de un hecho cargado de significado.
La destrucción de la menorá del
Templo es la consecuencia ineludible de que Dios rasgara el velo del Sancta
Sanctorum. Cada vez que el Templo fue destruido, sucedió por una razón
teológica, no política. Y el decreto divino fue que todo el ajuar del Templo
desapareciera.
Eso fue un hecho histórico, pero un hecho histórico cargado de
simbolismo. Un símbolo decidido no por un liturgista o un teólogo, sino por
Dios mismo.
Si decidiéramos incluir la menorá
en la liturgia cristiana, sería una introducción novedosa, no una restauración
de algo primitivo. Ya que en la liturgia de la Nueva Alianza nunca ha estado
presente. Pero si decidiéramos hacerlo, ¿por qué no incluir también el altar de
los perfumes? ¿Por qué no la mesa de los panes de la proposición? Y así un
largo etcétera.
El Libro del Éxodo y el Levítico
son fuente de comprensión para el culto cristiano. En ellos, vemos simbolizada
la liturgia de la Iglesia. El conocimiento de lo que fue el sacerdocio aarónico
es fuente vivificadora de la liturgia cristiana. En verdad que, en cierto modo,
nos podemos sentir los presbíteros como continuadores y herederos de los
levitas. Pero sólo en cierto modo, porque son dos sacerdocios. Si intentamos
reproducir ese culto abrogado, deberíamos antes preguntarnos por qué Dios hizo
una nueva alianza. ¿Por qué no bastaba la antigua? ¿Por qué no simplemente
ampliar o perfeccionar la antigua?
Todos estos pensamientos no se
deben a que desprecie el candelabro de los siete brazos. Todo lo contrario.
Precisamente porque me tomo muy en serio su simbolismo, es por lo que he
escrito estas líneas.
Post Data:
P.
FORTEA
Muy didactica su comentario sobre el candelabro judio MENORAH ,HNO. le comento que dentro de la estetica de la iglesia,del camino catecumenal,encontramos una EXPERIENCIA pedagogia catequetica,en funcion al magisterio de la IGLESIA y en el marco del CONCILIO VATICANO II ,LOS SIGNOS de la IGLESIA que tienen las raices JUDIAS,que es la fuente del cristianismo, y predican el amor de DIOS, ya que para entender el misterio revelado en nuestro SEÑOR JESUCRISTO , hace falta ligar la historia,las figuras,los signos etc.del ANTIGUO TESTAMENTO , CON EL NUEVO TESTAMENTO donde se crea este signo del candelabro MENORAH,Ex.25, 31-40,y como no se debe separar la esencia de las divinidades,YAVEH en el signo del candelabro que ilumina y guia a su pueblo elegido ,CRISTO siendo la misma luz que ilumina el corazon del hombre y de su IGLESIA,creando un nuevo dia con su resurreccion,representado en el CIRIO Y EL PREGON DE LA NOCHE PASCUAL,Y EL ESPIRITU SANTO QUE LE DA PLENITUD,EN ESTA ESPERA DE SU SEGUNDA VENIDA,siendo la esperanza y alegria de toda su IGLESIA Y TODO AQUEL que cree y ama a CRISTO.la paz.
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