No voy a enumerar todas las cosas
malas que han hecho los israelíes desde la fundación de su estado. Tampoco os
voy a abrumar con mapas y datos acerca de cómo se desenvolvieron los
acontecimientos desde el fin del mandato británico. Sólo quiero señalar unas
pocas cosas:
A mí no me sirven para nada las
imágenes de muertos y heridos en los hospitales de Palestina. Los reporteros
siempre están allí, todo el día, esperando, aguardando la sangre. Pero esos
periodistas no estaban cuando cada día se lanzaban los cohetes explosivos desde
ese mismo lado de la frontera.
A mí me dejan frío las
declaraciones de los políticos a sueldo, cuando salen en un hotel de los de 400
euros la noche para decirnos que hay que negociar, que hay que hablar, que hay
que hablar, que hay que ser buenos y que hay que hablar, y después volver a
hablar. Se habló hasta el infinito, mientras las bombas eran lanzadas desde el
lado palestino, día tras día. Palabras contra bombas.
Israel advirtió que si el estado palestino no ponía solución a eso, la iban a poner ellos mismos. Y debo reconocer que la paciencia de Israel fue encomiable. Mucho más allá de lo que ningún estado hubiera aguantado.
Israel advirtió que si el estado palestino no ponía solución a eso, la iban a poner ellos mismos. Y debo reconocer que la paciencia de Israel fue encomiable. Mucho más allá de lo que ningún estado hubiera aguantado.
Se habla mucho de la creación de
un estado palestino. Pero ese estado palestino YA existe desde 1994. Ahora lo
que quieren es más territorio. Pero justo es reconocer que del modo que han
gestionado hasta ahora su nación, sólo un insensato pondría en sus manos más
territorios.
Aparecen, de vez en cuando,
cristianos palestinos (los pocos que quedan) hablando a favor de la versión
palestina oficial acerca de este problema. Lógico, porque si disintieran de la
versión de Hamás, aparecerían al día siguiente asesinados. ¿Quién puede
disentir de la versión oficial? Así que todas esas declaraciones públicas son
las de unos verdaderos rehenes de un estado del terror. Siento hablar tan
claro.
Los cristianos palestinos hace
mucho que se han marchado todos de ese estado financiado por las dictaduras
musulmanas. Sólo queda un exiguo resto cada día más acosado por sus hermanos
palestinos musulmanes que no desean otra cosa más que se marchen ya del todo.
Sé que queda mejor decir que
todos tienen la culpa, que todos son iguales, que la verdad está en el medio, y
cosas por el estilo. Pero la realidad, nos guste o no, es que Israel se está
defendiendo. No tengo la menor duda de que Israel intenta provocar el menor
número de bajas civiles. Pero los medios de comunicación en Europa son
completamente antisemitas desde hace decenios. Y así, en nuestras televisiones,
siempre los buenos son los que están siendo financiados para la guerra santa
islámica de liberación palestina, y los malos son esa democracia israelí.
Nunca he entendido ese amor
pasional de las izquierdas europeas por los movimientos fanáticos palestinos. Y
el odio visceral de los comunistas hacia Israel. Mientras los millonarios
musulmanes sigan financiando a Hamás y al estado corrupto que domina, éste será
un problema sin solución. Palestina es el Vietnam de Oriente Medio. Si queréis
solucionarlo, no es con los palestinos con quien hay que hablar.
Los buenos y sencillos palestinos de 1946, pastores que no hicieron mal
a nadie, nunca se merecieron la ratonera en la que se encontraron. Ellos sólo
fueron culpables de encontrarse en medio de dos potencias antagónicas. Pero
desde entonces la siembra del odio no ha conocido descanso. La semilla venía de
fuera. Ahora no veo solución a este problema. Los palestinos se han convertido
en el gran escudo humano de los innumerables grupos terroristas que pululan y
dominan ese estado. Un estado rehén, un estado fallido, un estado subvencionado
y mantenido por el odio de ricos extranjeros.
P.
FORTEA
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