martes, 22 de julio de 2014

ALERGIA A DIOS


En estos momentos de crisis económica las dos instituciones que están evitando males mucho mayores, es decir la Familia y la Iglesia, son para la izquierda las instituciones a combatir.

El 11 de julio la Iglesia celebró la fiesta de San Benito, patrono principal de Europa e iniciador del monaquismo en Occidente. La idea básica de los monjes es entregarse por completo a Dios, apartándose del mundo, lo que no significa vagancia ni desinterés por los problemas de éste, puesto que su lema es “Reza y trabaja”, con lo que por una parte nos indican el valor insustituible de la oración no sólo en la vida monástica, sino en toda vida cristiana, y por otra su capacidad de trabajo está clara no sólo viendo cómo supieron transformar tierras pobres en vergeles, sino sobre todo por su inmensa aportación cultural, que entre otras cosas permitió salvar haciendo que llegase hasta nosotros buena parte de la civilización antigua. Y es que el mensaje salvador del Evangelio afecta a todo el hombre en todas sus dimensiones, incluida por supuesto la cultural. Fueron los monasterios los primeros en organizar un sistema de escuelas, mientras junto a las catedrales se organizaban otras, que dieron origen posteriormente a las Universidades.

Por ello cuando el señor Giscard d´Estaing, masón declarado, hizo un proyecto de Constitución europea en el que las raíces de Europa eran la Ilustración, Grecia y Roma, pero negaba ese papel al Cristianismo, y todavía más especialmente al Catolicismo, voté no a esa Constitución. Para darse cuenta de la majadería, o algo peor, o ambas cosas, que significa esa negación, basta con visitar cualquier país europeo, empezando por nuestra propia ciudad o pueblo, donde seguramente su edificio más importante, del que nos sentimos más orgullosos, es su iglesia principal. En las Bellas Artes, Arquitectura, Pintura, Escultura, Música, incluso en Literatura el influjo ha sido enorme. ¿Qué decir de nuestro Museo del Prado? Incluso en Política los tres grandes fundadores de Europa, Adenauer, De Gasperi y Schumann, eran católicos practicantes y nos pusieron como bandera de Europa la bandera azul con doce estrellas amarillas, tomada de la vidriera que hay detrás del altar mayor de la catedral de Estrasburgo, y que representa a la Inmaculada, según la describe Apocalipsis 12,1. Es decir, la bandera de Europa es una bandera mariana, de la Virgen. En pocas palabras: la fe es invisible, pero sus obras no.

En cambio, hoy, parece que Dios produce alergia. En todos los Partidos, la gran mayoría procura no citarle, olvidarse de él o combatirle abiertamente. Me ha impactado que los tres candidatos a la secretaría del PSOE, el único punto en que están de acuerdo es en tratar de denunciar los acuerdos con la Iglesia. En estos momentos de crisis económica las dos instituciones que están evitando males mucho mayores, es decir la Familia y la Iglesia, son para la izquierda las instituciones a combatir. Y esto pasa en toda la izquierda, si bien en algunos casos, como en Podemos, agravados por el hecho de presentarnos a ETA como defensora de los derechos humanos, eso sí por medios no legales. ¿Desde cuándo asesinar, incluso indiscriminadamente o buscando matar niños, (atentados de Zaragoza y Vic), es una manera de defender los derechos humanos? Y sobre el PP recuerdo la clamorosa ausencia de sus representantes más importantes, en el acto de defensa de la vida del Congreso.

Ante hechos así, las palabras de advertencia de la Encíclica Mit brennender Sorge de Pío XI contra los nazis, siguen hoy vigentes: “Sobre la fe en Dios, genuina y pura, se funda la moralidad del género humano. Todos los intentos de separar la doctrina del orden moral de la base granítica de la fe, para reconstruirla sobre la arena movediza de normas humanas, conducen, pronto o tarde, a los individuos y a las naciones a la decadencia moral. ´El necio que dice en su corazón: No hay Dios, se encamina a la corrupción moral´ (Sal 14,1). Y estos necios, que presumen separar la moral de la religión, constituyen hoy legión.”(nº 27).

Y es que sobre quien defienda el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el terrorismo, seguiré pensando que es un hijo de Dios y un hermano mío, pero su modo de pensar es criminal, y es que el mundo no se arregla con revoluciones políticas y revueltas sangrientas, sino que nuestra sociedad sólo puede mejorar convirtiéndome a mí mismo, a fin de hacer más y mejor el Bien, pues el único modo de mejorar el mundo es mejorando las personas, y además para poder así presentarnos ante Dios arrepentidos de nuestros pecados y crímenes, y no empecatados porque hemos rechazado la gracia de un Dios que quería perdonarnos, pero no se lo hemos permitido.

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