viernes, 20 de junio de 2014

HERMANOS, NO CREÁIS LA PROPAGANDA, NO SOMOS ENEMIGOS



La Iglesia Ortodoxa, politizada por Moscú y nada dialogante.

En plena crisis sociopolítica en Ucrania, el Patriarcado ortodoxo de Moscú ha acusado reiteradamente a los grecocatólicos ucranianos (también llamados católicos bizantinos) de "entrometerse" en la política occidental en contra Rusia.

La mayor autoridad grecocatólica, el arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuk, ha querido responder a las acusaciones de Moscú con un llamado a la reconciliación a través de la agencia AsiaNews.

"No creáis en la propaganda, no somos vuestros enemigos, somos hermanos, queremos ser buenos vecinos, creamos contactos de amistad y estrecha colaboración con vosotros", dice el jefe de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, dirigiéndose a los "hermanos rusos."

"Lamentamos que la propaganda estatal [rusa] esté creando de Ucrania la imagen de un enemigo", añade, en una conversación telefónica con Asianews.

"No queremos hacer nada que perjudique o pueda despreciar la dignidad o la libertad de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Queremos sólo un diálogo abierto y sincero, que eventualmente puede conducir un día a la reconciliación", expresa el líder de los 6 millones de católicos de rito bizantino ucraniano, la más grande de las comunidades católicas de rito oriental.

Si al principio de la crisis de Ucrania, en los acontecimiento del Maidán, las autoridades ortodoxas de Moscú se mostraron muy prudentes, más recientemente la tónica cambió y hasta las dos máximas figuras de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Patriarca Kirill y el metropolita Hilarión, responsable de "relaciones extranjeras", han usado un lenguaje fuerte y bastante feo contra los grecocatólicos ucranianos.

"Los greco-católicos han lanzado una cruzada en contra de la ortodoxia", dijo en abril Hilarión, que se supone es el máximo exponente de la "diplomacia" internacional de los ortodoxos rusos.

Hilarión volvió a hablar del ´uniatismo´ (un término que los ortodoxos usan de forma despectiva para referirse a los grecocatólicos, unidos al Papa), como "un proyecto especial de la Iglesia Católica, cuyo objetivo es convertir a los ortodoxos al catolicismo".

A esto, el arzobispo mayor de los católicos bizantinos responde: "Este lenguaje nos ofende, definiéndonos como un ´proyecto´ humano y no como cuerpo de Cristo, esto es negar a la Iglesia Greco-Católica la dignidad de ser una iglesia", denuncia Shevchuk.

"Lamentamos que nuestros hermanos cristianos nos ataquen, utilizando la táctica de propaganda estatal y no un mensaje eclesiástica adecuado", se queja el obispo, y explicó que "la política estatal de Moscú tiene el derecho de interpretar los acontecimientos sociales en Ucrania, a su manera, pero nosotros, los cristianos siempre debemos decir la verdad".

A finales de marzo, también el Patriarca Kirill habló con dureza de los grecocatólicos, acusándoles de "participación directa en las actividades políticas, con declaraciones en contra de la Iglesia Ortodoxa Rusa."

Shevchuk, como líder de la Iglesia Grecocatólica, responde: "A principios de año intentamos abrir un diálogo directo con representantes del Patriarcado de Moscú", pero sin éxito.

"El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana se ofreció a ser un mediador entre nuestra Iglesia y la de Moscú, más en concreto entre yo y el metropolita Hilarión, para tener un proceso abierto, eclesiástico, sincero para compartir nuestros puntos de vista y calmar un poco las tensiones", pero de parte de Moscú sólo hemos recibido rechazos, sin una razón clara."

Cuando se le preguntó por qué un cierre de este tipo, Shevchuk especula: "Tal vez se niegan al diálogo, porque esto obliga al interlocutor a escuchar y luego a reconocer su dignidad".

Sin embargo, Shevchuk señala que si las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Rusa de Moscú son malas, son "excelentes" las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, los ortodoxos que viven en Ucrania con los grecocatólicos, que eclesialmente dependen también del patriarcado de Moscú, aunque con bastante autonomía.

Todo eso hace pensar que las desavenencias no son religiosas, sino de origen político y nacionalista ruso.

"En Ucrania todas las iglesias cristianas, y también los judíos y musulmanes, hemos coincidido en todas las posiciones en la crisis actual. Recientemente, con el regente Onufri estábamos juntos en la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente, Petro Poroshenko, y hemos todos apoyado sus esfuerzos por la paz. No hay absolutamente ninguna tensión entre las distintas confesiones en Ucrania", asegura Shevchuk.

El problema llega de fuera, pues: de Rusia.

Hay quien habla de una posible ruptura de los ortodoxos ucranianos ligados a Moscú, que podrían crear una Iglesia Ortodoxa de Ucrania totalmente independiente de Kirill y la sede moscovita. Pero el arzobispo Shevchuk ve con escepticismo esta posibilidad.

Pide, eso sí, que la Iglesia Ortodoxa Rusa se "deshaga de la ideología política" .

"El liderazgo de la Iglesia ortodoxa rusa no reconoce la existencia del pueblo ucraniano, con su propia cultura, su propia historia. En este momento están negando la existencia misma de la gente de la nación ucraniana como tal. Siempre que no reconozcamos la realidad, siempre habrá tensiones", advierte Shevchuk.

"Pero yo creo en la sabiduría espiritual de los obispos ortodoxos en el hecho de que llegan a liberarse de la ideología política, ya que si la Iglesia [Ortodoxa Rusa] sigue siendo politizada, estará siempre en medio de las diferentes formas de hacer política y entre los distintos países mientras que la Iglesia debe es promulgar la unidad y no la división", insiste el líder grecocatólico.

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