Uno de los principales objetivos
islamistas es eliminar a los cristianos de las tierras controladas por el
Islam, Dar al Islam, la tierra, hogar, casa, del Islam.
En Siria se están enfrentando dos
sectores islamistas que aspiran al poder absoluto, los gobernantes alauitas,
rama heterodoxa del chiísmo, dirigidos por Bashar Al-Assad que recibe la ayuda
del movimiento islamofascista libanés chiíta Hizbulá, el “partido de Alá”, o
del demonio, como acertadamente señalan sus también criminales opositores, y de
la República Islámica de Irán frente a los “rebeldes” sunnitas de Al-Qaeda y
grupos afines ayudados por diversos países sunnitas, Arabia Saudita, y
mayormente por Turquía.
El sector que recibe
proporcionalmente más golpes mortales en la guerra intermusulmana de Siria es
el cristiano. Se ha informado y constatado decapitaciones de sacerdotes y
fieles cristianos, violación y secuestro de monjas, destrucción de edificios
religiosos cristianos, iglesias, crucifixión de cristianos. Hay al menos 1.213
casos de persecución cristiana reportados sólo en Siria el año pasado, donde el
10 por ciento de la población es cristiana. [1]
A diario en Nigeria es constante
el goteo de asesinatos contra cristianos. Boko Haram ha saltado a la fama y
admiración islamista por el secuestro de casi trescientas niñas, obligadas a
convertirse al Islam, pero esta acción es una de tantas que lleva a cabo este
grupo islamista financiado y pertrechado por Arabia Saudita.
En Pakistán la diminuta minoría cristiana
es acorralada, muchas de sus jóvenes son secuestradas y obligadas a convertirse
al Islam y a casarse con sus raptores.
En Egipto ocurre lo mismo, hechos
que han aumentado desde que los islamistas llegaron al poder, aunque ahora
gobierna el Ejercito. En Irak la minoría cristiana es la que recibe más golpes
mortales por parte de los islamistas sunnitas y de los chiítas, ambos grupos
musulmanes que se odian y se combaten mortalmente.
En la República Centroafricana un
grupo de islamistas ha irrumpido el miércoles 28 de mayo de 2014 en el complejo
de una iglesia en la que se refugiaron muchísimos cristianos, algunos
testimonios relatan que miles de cristianos. Los islamistas hablaron en su
lenguaje preferido: lanzar granadas y ametrallar a los cristianos. [2]
La lista no se limita a estos
pequeños, pero horribles, casos, y a estos países, es larga y deprimente y se
produce en todos los países de Dar al islam. Los gobiernos de Occidente, en
general, y los grupos que dicen defender las minorías, en particular, desvían
la mirada y guardan silencio. No quieren irritar a sus clientes y proveedores
de petróleo y gas. Consideran que ese es el precio a pagar para que los estados
árabes y/o musulmanes continúen proporcionando hidrocarburos e incrementen sus
compras de bienes y servicios en Occidente.
Las muestras de desagrado hacia
Boko Haram por el secuestro de las niñas no son más que puro teatro para calmar
las conciencias narcotizadas de los occidentales que “súbitamente” se
escandalizan de un acto que es persistentemente cotidiano en Dar al Islam.
Si los cristianos no adquieren
músculo y presionan a sus gobiernos, paulatinamente las tierras que antaño
fueron cristianas pero que fueron reducidas por la expansión del Yihad,
quedarán sin cristianos, resultado de una persistente y constante “limpieza
religiosa”.
NOTAS
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