El Islam
nunca renuncia a su ideal: someter a todo el mundo a su dominio político
religioso musulmán, bajo un Califa (Sura
9:33) “El es quien ha mandado a Su Enviado con la Dirección y con la
religión verdadera para que a despecho de los asociadores prevalezca sobre toda
otra religión”.
Por cuanto corresponde a la gente del Libro (judíos y cristianos), a los politeístas, los ateos y agnósticos, sólo les deja elegir entre la muerte o la conversión al Islam, elección semejante acordada a la gente del Libro en la Península Arabia, en la época de Muhammad, es una regla absoluta que deriva del Corán (Sura 9:29) “Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente”.
El Islam es un movimiento político religioso muy tiránico, dictatorial en sentido único, una prisión en la que es muy fácil ingresar en él, solamente afirmar la declaración de la Fe musulmana “No hay más dioses que Allah y Muhammad su Mensajero” sin embargo, es imposible esquivarse de él.
Comprobado y estimado la unión inseparable que existe entre la política y la religión, en el Islam, cualquier ataque a la Fe musulmana considerado siempre como un ataque al estado islámico, y debe ser vengado por los comprometidos musulmanes.
Dos clases de personas caen dentro del punto de mira en la comunidad musulmana; quienes abandonan definitivamente el Islam y quienes no comparten los puntos de vista de los dirigentes islámicos. Las dos son repudiadas como apóstatas o “Murtadun” que son aquellas personas que siendo legalmente musulmanes, ya sea por nacimiento o por posterior conversión, deja de serlo, y ambas clases están, desde el punto de visa del Islam, en la misma línea de la apostasía. Asimismo hay que precisar que basta negar una cuestión necesaria para el Islam para ser retenido como apóstata. Así trata el Islam tanto a los herejes como a las personas que lo abandonan definitivamente.
Según los juristas islámicos, si se trata de una apostasía colectiva, el territorio habitado por estos “anegados” se transforma en país de guerra. Los musulmanes devotos debían de saquear el territorio, los prisioneros serán pasados por la espada si no se retractan, las mujeres serán esclavizadas y los niños correrán idéntica suerte. Para combatir contra ellos se seguirán las mismas reglas que hay en el Corán (Sura 2:193) “Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Alá. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos”.
Esta apostasía colectiva ya tuvo lugar en vida de Muhammad y de los primeros califas. En aquel tiempo, la aceptación del Islam nunca fue por libre elección: el miedo y los intereses jugaban un papel muy importante. Para que esto se comprenda bien, hay que dejar guiarse en los muchos versículos mencionados en el Corán que fueron motivados por semejantes apostasías y aducen la conducta de Muhammad para probar la validez de esta tendencia, como por ejemplo (Suras 2:217) “Te preguntan si está permitido combatir en el mes sagrado. Di: “Combatir en ese mes es pecado grave. Pero apartar del camino de Alá -y negarle- y de la Mezquita Sagrada y expulsar de ella a la gente es aún más grave para Alá, así como tentar es más grave que matar”. Si pudieran, no cesarían de combatir contra vosotros hasta conseguir apartaros de vuestra fe. Las obras de aquéllos de vosotros que apostaten de su fe y mueran como infieles serán vanas en la vida de acá y en la otra. Ésos morarán en el Fuego eternamente”, (Sura 9:66) “¡No os disculpéis! Habéis dejado de creer después de haber creído y, si perdonamos a alguno de vosotros, castigaremos a otros por haber sido pecadores”.
Muhammad mismo, todavía en vida y en su espada mató muchas personas que no aceptaron sus ideas o más tarde abandonaron su Fe.
Apenas hubo muerto Muhammad cuando el Califa Abu Bakr, su sucesor inmediato y el primer Califa ortodoxo, puso en marcha tropas en todas direcciones para forzar a las tribus árabes y no árabes que rechazaban o renunciaban el yugo musulmán, matando muchos de ellos hasta que fue asesinado.
‘Omar el segundo Califa ortodoxo, conquistó Irak en el año 637, Siria 638; Palestina 641, Egipto 642; Persa en el año 644, persiguiendo y obligando a los habitantes, los originales de estas tierras, entre ellos judíos y cristianos, a la conversión al Islam, al contrario, quien negaba o no aceptaba el Islam como su única religión, ordenaba a matarlo. De esta forma, se extendió el Islam en toda Mesopotamia y el Norte de África.
‘Othman el tercer Califa ortodoxo, habría matado a un “apóstata- murtad” sin intimidarle previamente por temor que el apóstata volviera al Islam por miedo de la muerte.
En la sociedad musulmana en general e árabe en particular; una persona de otras devociones recibe todos los apoyos posibles para su conversión al Islam, tanto laborales como sociales. Por el contrario, un musulmán que abandona el Islam o se convierte a otra religión, debe de vivir escondido para evitar asesinarlo, (Sura 16:106) “Quien no crea en Dios después de haber creído - no quien sufra coacción mientras su corazón permanece tranquilo en la fe, sino quien abra su pecho a la incredulidad, ese tal incurrirá en la ira de Dios y tendrá un castigo terrible”. Además en la Sunna en Sahih Al Bujari, existe un hadiz de Muhammad que dice: “Aquel musulmán que cambia de religión ¡matadlo!”.
Según la ley islámica y en el derecho penal musulmán, existe unanimidad sobre el hecho de que el apóstata tiene que ser condenado a muerte, este es el caso de Mariam Yahya Ibrahim, una mujer sudanesa de 27 años, embarazada y actualmente se encuentra encarcelada junto a su hijo de dos años, en una cárcel de la ciudad de Jartum, la capital de Sudán. El domingo 11 de Mayo 2014, un tribunal sudanés, ha condenado a Mariam a muerte por “apostasía” por haberse convertido al cristianismo y negarse a volver al Islam, además de acusarla de adulterio por casarse con un cristiano. La mujer, fue criada como una cristiana ortodoxa, la religión de su madre, ya que su padre, es un musulmán, estuvo ausente durante su infancia.
El caso del afgano AbdulRahman, penado a muerte por la horca, en su país Afganistán por haberse convertido al cristianismo. Se ha recordado que la ley islámica prevé la condena de pena de muerte para el musulmán que cambia de religión.
En Irán, en el año 1993 los líderes religiosos, los AyatAllah, intentaron a obligar a todos los Obispos de las iglesias cristianas en Irán afirmar un decreto que exige a Obispos y las iglesias a rechazar o no aceptar a los musulmanes que desean convertir al cristianismo. Claro, todos los Obispos negaron a firmar esta ley, y como respuesta a este rechazo, un año más tarde el Obispo Ortodoxo Haik fue asesinado y el gobierno iraní empiezo hasta hoy día a perseguir a todos los cristianos y los conversos. En las cárceles de Irán hoy día, hay casi 10000 cristianos y conversos, en espera de ser juzgados según la Ley Islámica.
Una ley que acaba de ser aprobada por el parlamento de Argelia prohíbe con multas y cárcel las actividades que pretendan convertir a un musulmán a otra religión. El texto aprobado prevé penas de dos a cinco años de cárcel y multas de 5.000 a 10.000 euros a los que inciten o utilicen medios de seducción para convertir a un musulmán a otra religión. La ley va dirigida sobre todo contra los mesoneros cristianos que intentan dar un testimonio cristiano con sus iniciativas de ayuda a los necesitados.
En Marruecos, el Código Penal (artículo 220) castiga con penas de seis meses a tres años de cárcel el intento de incitar a un musulmán a que abandone su fe para abrazar otra. Las Iglesias católica y protestante gozan de un estatuto legal, pero solo pueden atender a extranjeros, pues un marroquí solo puede ser musulmán, ya que el Islam es la religión del Estado.
En Arabia Saudí está prohibido cualquier culto público que no sea el del Islam. Hasta llevar un crucifijo al cuello puede causar muchos problemas. Un musulmán que se convirtiera a otra religión podría ser condenado a muerte. Lo que en otros países se entiende como libertad religiosa allí no se concibe. Pero no se ponen dificultades para las conversiones al Islam de los fieles de otras religiones.
Parece mentira que estamos viviendo en el siglo XXI, según los juristas musulmanes: aquellos que renuncian el Islam para abrazar cualquiera otra religión, poco importa si esa religión sea el judaísmo, el cristianismo o agnóstico, no podrán continuar en su nuevo credo, ya que el musulmán ha conocido la “religión verdadera” que lleva consigo la sumisión a las prescripciones de ella, no puede volver atrás.
Dentro del Islam los Ši`ies y los Sunies, están enfrentados entre si y no están de acuerdo en muchas cosas. Pero los dos tienen en común y están muy unidos en aplicar la ley islámica, la persecución y el genocidio a los judíos, cristianos, los libres pensadores y a los que abandonan el Islam, la lista es interminable.
A este cuadro honesto convierte en ridículas las afirmaciones arbitrarias sobre la tolerancia en el Islam. De verdad ¡Todavía creéis que el Islam es una religión tolerante!
Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen iraquí
Por cuanto corresponde a la gente del Libro (judíos y cristianos), a los politeístas, los ateos y agnósticos, sólo les deja elegir entre la muerte o la conversión al Islam, elección semejante acordada a la gente del Libro en la Península Arabia, en la época de Muhammad, es una regla absoluta que deriva del Corán (Sura 9:29) “Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente”.
El Islam es un movimiento político religioso muy tiránico, dictatorial en sentido único, una prisión en la que es muy fácil ingresar en él, solamente afirmar la declaración de la Fe musulmana “No hay más dioses que Allah y Muhammad su Mensajero” sin embargo, es imposible esquivarse de él.
Comprobado y estimado la unión inseparable que existe entre la política y la religión, en el Islam, cualquier ataque a la Fe musulmana considerado siempre como un ataque al estado islámico, y debe ser vengado por los comprometidos musulmanes.
Dos clases de personas caen dentro del punto de mira en la comunidad musulmana; quienes abandonan definitivamente el Islam y quienes no comparten los puntos de vista de los dirigentes islámicos. Las dos son repudiadas como apóstatas o “Murtadun” que son aquellas personas que siendo legalmente musulmanes, ya sea por nacimiento o por posterior conversión, deja de serlo, y ambas clases están, desde el punto de visa del Islam, en la misma línea de la apostasía. Asimismo hay que precisar que basta negar una cuestión necesaria para el Islam para ser retenido como apóstata. Así trata el Islam tanto a los herejes como a las personas que lo abandonan definitivamente.
Según los juristas islámicos, si se trata de una apostasía colectiva, el territorio habitado por estos “anegados” se transforma en país de guerra. Los musulmanes devotos debían de saquear el territorio, los prisioneros serán pasados por la espada si no se retractan, las mujeres serán esclavizadas y los niños correrán idéntica suerte. Para combatir contra ellos se seguirán las mismas reglas que hay en el Corán (Sura 2:193) “Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Alá. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos”.
Esta apostasía colectiva ya tuvo lugar en vida de Muhammad y de los primeros califas. En aquel tiempo, la aceptación del Islam nunca fue por libre elección: el miedo y los intereses jugaban un papel muy importante. Para que esto se comprenda bien, hay que dejar guiarse en los muchos versículos mencionados en el Corán que fueron motivados por semejantes apostasías y aducen la conducta de Muhammad para probar la validez de esta tendencia, como por ejemplo (Suras 2:217) “Te preguntan si está permitido combatir en el mes sagrado. Di: “Combatir en ese mes es pecado grave. Pero apartar del camino de Alá -y negarle- y de la Mezquita Sagrada y expulsar de ella a la gente es aún más grave para Alá, así como tentar es más grave que matar”. Si pudieran, no cesarían de combatir contra vosotros hasta conseguir apartaros de vuestra fe. Las obras de aquéllos de vosotros que apostaten de su fe y mueran como infieles serán vanas en la vida de acá y en la otra. Ésos morarán en el Fuego eternamente”, (Sura 9:66) “¡No os disculpéis! Habéis dejado de creer después de haber creído y, si perdonamos a alguno de vosotros, castigaremos a otros por haber sido pecadores”.
Muhammad mismo, todavía en vida y en su espada mató muchas personas que no aceptaron sus ideas o más tarde abandonaron su Fe.
Apenas hubo muerto Muhammad cuando el Califa Abu Bakr, su sucesor inmediato y el primer Califa ortodoxo, puso en marcha tropas en todas direcciones para forzar a las tribus árabes y no árabes que rechazaban o renunciaban el yugo musulmán, matando muchos de ellos hasta que fue asesinado.
‘Omar el segundo Califa ortodoxo, conquistó Irak en el año 637, Siria 638; Palestina 641, Egipto 642; Persa en el año 644, persiguiendo y obligando a los habitantes, los originales de estas tierras, entre ellos judíos y cristianos, a la conversión al Islam, al contrario, quien negaba o no aceptaba el Islam como su única religión, ordenaba a matarlo. De esta forma, se extendió el Islam en toda Mesopotamia y el Norte de África.
‘Othman el tercer Califa ortodoxo, habría matado a un “apóstata- murtad” sin intimidarle previamente por temor que el apóstata volviera al Islam por miedo de la muerte.
En la sociedad musulmana en general e árabe en particular; una persona de otras devociones recibe todos los apoyos posibles para su conversión al Islam, tanto laborales como sociales. Por el contrario, un musulmán que abandona el Islam o se convierte a otra religión, debe de vivir escondido para evitar asesinarlo, (Sura 16:106) “Quien no crea en Dios después de haber creído - no quien sufra coacción mientras su corazón permanece tranquilo en la fe, sino quien abra su pecho a la incredulidad, ese tal incurrirá en la ira de Dios y tendrá un castigo terrible”. Además en la Sunna en Sahih Al Bujari, existe un hadiz de Muhammad que dice: “Aquel musulmán que cambia de religión ¡matadlo!”.
Según la ley islámica y en el derecho penal musulmán, existe unanimidad sobre el hecho de que el apóstata tiene que ser condenado a muerte, este es el caso de Mariam Yahya Ibrahim, una mujer sudanesa de 27 años, embarazada y actualmente se encuentra encarcelada junto a su hijo de dos años, en una cárcel de la ciudad de Jartum, la capital de Sudán. El domingo 11 de Mayo 2014, un tribunal sudanés, ha condenado a Mariam a muerte por “apostasía” por haberse convertido al cristianismo y negarse a volver al Islam, además de acusarla de adulterio por casarse con un cristiano. La mujer, fue criada como una cristiana ortodoxa, la religión de su madre, ya que su padre, es un musulmán, estuvo ausente durante su infancia.
El caso del afgano AbdulRahman, penado a muerte por la horca, en su país Afganistán por haberse convertido al cristianismo. Se ha recordado que la ley islámica prevé la condena de pena de muerte para el musulmán que cambia de religión.
En Irán, en el año 1993 los líderes religiosos, los AyatAllah, intentaron a obligar a todos los Obispos de las iglesias cristianas en Irán afirmar un decreto que exige a Obispos y las iglesias a rechazar o no aceptar a los musulmanes que desean convertir al cristianismo. Claro, todos los Obispos negaron a firmar esta ley, y como respuesta a este rechazo, un año más tarde el Obispo Ortodoxo Haik fue asesinado y el gobierno iraní empiezo hasta hoy día a perseguir a todos los cristianos y los conversos. En las cárceles de Irán hoy día, hay casi 10000 cristianos y conversos, en espera de ser juzgados según la Ley Islámica.
Una ley que acaba de ser aprobada por el parlamento de Argelia prohíbe con multas y cárcel las actividades que pretendan convertir a un musulmán a otra religión. El texto aprobado prevé penas de dos a cinco años de cárcel y multas de 5.000 a 10.000 euros a los que inciten o utilicen medios de seducción para convertir a un musulmán a otra religión. La ley va dirigida sobre todo contra los mesoneros cristianos que intentan dar un testimonio cristiano con sus iniciativas de ayuda a los necesitados.
En Marruecos, el Código Penal (artículo 220) castiga con penas de seis meses a tres años de cárcel el intento de incitar a un musulmán a que abandone su fe para abrazar otra. Las Iglesias católica y protestante gozan de un estatuto legal, pero solo pueden atender a extranjeros, pues un marroquí solo puede ser musulmán, ya que el Islam es la religión del Estado.
En Arabia Saudí está prohibido cualquier culto público que no sea el del Islam. Hasta llevar un crucifijo al cuello puede causar muchos problemas. Un musulmán que se convirtiera a otra religión podría ser condenado a muerte. Lo que en otros países se entiende como libertad religiosa allí no se concibe. Pero no se ponen dificultades para las conversiones al Islam de los fieles de otras religiones.
Parece mentira que estamos viviendo en el siglo XXI, según los juristas musulmanes: aquellos que renuncian el Islam para abrazar cualquiera otra religión, poco importa si esa religión sea el judaísmo, el cristianismo o agnóstico, no podrán continuar en su nuevo credo, ya que el musulmán ha conocido la “religión verdadera” que lleva consigo la sumisión a las prescripciones de ella, no puede volver atrás.
Dentro del Islam los Ši`ies y los Sunies, están enfrentados entre si y no están de acuerdo en muchas cosas. Pero los dos tienen en común y están muy unidos en aplicar la ley islámica, la persecución y el genocidio a los judíos, cristianos, los libres pensadores y a los que abandonan el Islam, la lista es interminable.
A este cuadro honesto convierte en ridículas las afirmaciones arbitrarias sobre la tolerancia en el Islam. De verdad ¡Todavía creéis que el Islam es una religión tolerante!
Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen iraquí
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