"Al oír todo esto, muchos de los que seguían
a Jesús dijeron:
– Su enseñanza es muy difícil de aceptar. ¿Quién
puede hacerle caso?
Jesús, dándose cuenta de lo que estaban
murmurando, les preguntó:
– ¿Esto os ofende? ¿Qué pasaría si vierais al
Hijo del hombre subir a donde antes estaba? El espíritu es el que da vida; el
cuerpo de nada aprovecha. Las cosas que yo os he dicho son espíritu y vida. Pero
todavía hay algunos de vosotros que no creen.
Es que Jesús sabía desde el principio quiénes
eran los que no creían, y quién el que le iba a traicionar. Y añadió:
– Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí,
si el Padre no lo trae.
Desde entonces dejaron a Jesús muchos de los que
le habían seguido, y ya no andaban con él. Jesús preguntó a los doce
discípulos:
– ¿También vosotros queréis iros?
Simón Pedro le contestó:
– Señor, ¿a quién iremos? Tus palabras son
palabras de vida eterna. Nosotros sí hemos creído, y sabemos que tú eres el
Santo de Dios."
Seguir a Jesús no es fácil. Nos dice el texto que muchos le abandonaron. Encontraban su enseñanza difícil de aceptar. Y muchos siguen abandonándolo. Las palabras de Jesús hablan de pobreza, de sencillez, de amar a los enemigos, de dar la vida por los demás...Y esto, naturalmente, es contrario a lo que nos predica continuamente nuestra sociedad. Que hay que tener cada día más y más, ser poderosos, vengarnos de los que nos atacan, mirar únicamente nuestro provecho... Pero también hoy hay quien se aleja de Jesús por culpa nuestra. Porque nos llamamos cristianos y nuestra vida no concuerda con lo que decimos. Porque presentamos un Dios diferente, un Jesús, que en lugar de ser luz y caminar delante nuestro, condena, juzga... Lo reducimos a dogmas. El cristianismo no es el seguimiento de una doctrina, sino el seguimiento de una persona. Una persona que es la puerta, que es la luz. Como rezaban ayer los más de mil jóvenes de La Salle que ayer subieron a pie a Montserrat, todos somos diferentes, cada uno somos un color. Pero la unión de todos los colores forma el blanco. La unión de todos nosotros forma la Luz que es Jesús. Él es la puerta que nos adentra en la felicidad, en el Amor, en la fraternidad. Y demasiadas veces pretendemos entrar por otro lado, por las ventanas, por el techo o la chimenea, abriendo boquetes... Sólo Jesús es la puerta. |
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