Uno de los grandes placeres que
tiene Internet es leer los millares de teorías conspiratorias respecto al
Vaticano, el Concilio Vaticano II y el Papa.
Es toda una selva narrativa en la
que pululan logias masónicas, extraterrestres, grupos modernistas, dobles que
sustituyen a los Papas, y todo ello bien espolvoreado de conexiones con Rusia,
bancos oscuros, la ONU como cobertura del verdadero gobierno mundial y otras
muchas cosas dignas de las más desatadas imaginaciones. El problema son los
centenares de autores que aseguran que su versión es la verdadera y que todos
los demás están equivocados.
Desde luego que son los
tradicionalistas los más glotones de estas historias. Pero hay almas cándidas
que, de vez en cuando, caen en estas redes de araña y se dejan enredar. También
están los apocalípticos y los que creen a la primera pseudovisión mariana que
les llega por email.
Los apocalípticos son todos los
que creen que el fin del mundo está aquí porque este año ha habido tres o
cuatro terremotos fuertes en tal o cual lugar, o porque Obama quiere aprobar la
Seguridad Social, o porque el último tornado fue más fuerte de lo que se
esperaba.
Si pudiéramos fundir todo este magma en una sola novela, sería la novela
suprema. Aunque hubiera capítulos que se contradijeran entre sí.
P.
FORTEA
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