sábado, 19 de abril de 2014

SU CRUZ ERA TAN PESADA COMO LA NOCHE DE LAS PERSONAS ABANDONADAS



Papa Francesco nel suo intervento ha ricordato i malati: «Era una croce pesante come la notte delle persone abbandonate. Tuttavia davanti alla croce di Gesù tocchiamo con mano quanto siamo amati e ci sentiamo figli».

En el Viacrucis del Viernes Santo de este año no estaba previsto que el Papa interviniese al término de las catorce estaciones. Así lo había anunciado el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, aun sin negar la posibilidad de que finalmente Francisco decidiese dirigir unas palabras a los fieles.

Y así lo hizo, con un pequeño mensaje para las más de cuarenta mil personas que abarrotaban el Coliseo. Una asistencia que, como anticiparon las autoridades, triplicó la del año anterior, lo que obligó a cerrar al tráfico los Foros, así como la cercana estación de suburbano.

"Su Cruz era tan pesada como la noche de las personas abandonadas. Ante la Cruz de Jesús palpamos cuánto hemos sido amados, y nos sentimos hijos", dijo Francisco, en consonancia con la especial dedicación del Via Crucis de este año a los marginados. "El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón", concluyó, antes de recordar a "los enfermos" y "a todas las personas abandonadas bajo el peso de la cruz".

A las 21.25 comenzó el acto, con el Papa situado sobre la muralla del Monte Palatino y una cruz de madera cargada por distintas personas, entre las que se incluyeron drogadictos, mendigos y presos, en consonancia con el carácter fuertemente social que tenían las meditaciones, preparadas por el arzobispo de Campobasso-Boiano, Giancarlo Bregantini (conocido por su lucha en contra de la mafia), bajo el título En el rostro del hombre sufridor está el perfil de Cristo. Pincha aquí para leer el texto completo de las meditaciones.

"Todo el Viacrucis está caracterizado por una duplicidad: el dolor y la esperanza, las lágrimas y quien las seca, la experiencia del drama y la de la valentía", había explicado Bregantini en declaraciones a Radio Vaticana.

Las meditaciones fueron leídas por la célebre actriz italiana de los años 60 y 70 Virna Lisi, quien hizo un ejercicio particularmente brillante de declamación, y por el periodista Orazio Coclite, con la voz de Simona de Santis como guía de la oración.

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