En la primera audiencia general, después de su
elección, el papa Francisco la dedicó a la Semana Santa.
En este texto podemos reconocer ya quién va a ser
el centro de su magisterio: Jesucristo
el Señor.
Jesús, en su misión terrena: llamó a los discípulos
para que compartieran su vida y misión. Vivió las realidades temporales con la
gente más sencilla. Se compadeció ante la muchedumbre que no tenía pastor.
Lloró ante el sufrimiento de as hermanas de Lázaro. Llamó a un publicano por
discípulo. Sufrió la traición de un amigo. En él tenemos la certeza de que Dios
está con nosotros.
“En la Semana Santa vivimos el vértice de ese
camino, de ese designio de amor que recorre toda la la historia de las
relaciones entre Dios y la humanidad. Jesús entra en Jerusalén para dar el
último paso, en que resume toda su existencia: se dona totalmente, no se queda
nada, ni siquiera la vida. En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y
distribuye el cáliz <>. El Hijo de Dios se ofrece a
nosotros, entrega en nuestras manos su Cuerpo y su sangre para estar siempre
con nosotros, para habitar en medio de nosotros. En el Huerto de los Olivos,
como en el proceso ante Pilato, no opone resistencia, se dona; es el Siervo
sufriente anunciado por Isaías que se depoja de sí mismo hasta la muerte”. (Is 53, 12)
En su Pasión, Muerte y Resurrección no se comporta
pasivamente, como si fuera a un destino fatal; no esconde su turbación humana
ante la muerte violenta. Se entrega con filial confianza al Padre, para cumplir
su voluntad. “En la Cruz, Jesús <<me amó y se entregó por mí>> (Gl 2, 20) Cada uno de
nosotros puede decir: Me amó y se entregó por mí. Cada uno puede decir esto <>”.
Vivir la semana Santa con el papa Francisco
significa:
1) Salir de nosotros mismos. “Salir,
acompañar a Cristo, permanecer con Él exige un <>, salir. Salir de sí mismos, de un modo de
vivir la fe cansino y rutinario, de la tentación de cerrarse en los propios
esquemas que terminan por cerrar el horizonte de la acción creativa de Dios.
Dios salió de sí mismo para venir en medio de nosotros, puso su tienda entre
nosotros para traernos su misericordia que salva y dona esperanza. También
nosotros, si queremos seguirle y permanecer con Él, no debemos contentarnos con
permanecer en el recinto de las noventa y nueve ovejas, debemos
<>, buscar con Él a la oveja perdida, aquella más alejada.
Recordad bien: salir de nosotros, como Jesús, como Dios salió de sí mismo en
Jesús y Jesús salió de sí mismo por todos nosotros”.
2) Entrar en la lógica de la Cruz. “Somos
un poco como San Pedro. En cuanto Jesús habla de pasión, muerte y resurrección,
de entrega de sí, de amor hacia todos, el Apóstol lo lleva aparte y lo
reprende. Lo que dice Jesús altera sus planes, parece inaceptable, pone en
dificultad las seguridades que había construido, su idea del Mesías. (Mc8, 33)
Dios piensa siempre con misericordia: no olvidéis esto. Dios piensa siempre con
misericordia”.
3) “Semana
Santa es un tiempo de gracia que el señor nos dona para abrir las puertas de
nuestro corazón, de nuestra vida, de nuestras parroquias-que pena, tantas
parroquias cerradas-,de los movimientos, de las asociaciones, y <> al encuentro de
los demás, hacernos nosotros cercanos para llevar la luz y la alegría de
nuestra fe”.
Julio Sáinz Torres
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