TEXTO COMPLETO DEL REGINA COELI
DE ESTE LUNES DE PASCUA
En el llamado “Lunes del Ángel”,
el papa Francisco rezó este mediodía la oración mariana del regina coeli, que
sustituye en este tiempo pascual a la antífona del ángelus, ante una multitud
que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y peregrinos
venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el
Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
¡Feliz Pascua! "¡Christos Anesti! - ¡Alethos anesti!", "¡Cristo ha resucitado! - ¡Verdaderamente ha resucitado!" ¡Está entre nosotros aquí!, en la plaza. En esta semana podemos seguir intercambiando el saludo pascual, como si se tratara de un único día. Es el gran día que ha hecho el Señor.
¡Feliz Pascua! "¡Christos Anesti! - ¡Alethos anesti!", "¡Cristo ha resucitado! - ¡Verdaderamente ha resucitado!" ¡Está entre nosotros aquí!, en la plaza. En esta semana podemos seguir intercambiando el saludo pascual, como si se tratara de un único día. Es el gran día que ha hecho el Señor.
El sentimiento dominante que
trasluce en los relatos evangélicos de la resurrección es la alegría llena de
asombro; un estupor grande, la alegría que viene desde adentro; y en la
liturgia revivimos el estado de ánimo de los discípulos por la noticia que las
mujeres habían dado: ¡Jesús ha resucitado! Nosotros lo hemos visto.
Dejemos que esta experiencia,
impresa en el Evangelio, se imprima también en nuestros corazones y se vea en
nuestra vida. Dejemos que el estupor gozoso del Domingo de Pascua se irradie en
los pensamientos, miradas, actitudes, gestos y palabras... Ojalá seamos tan
luminosos. ¡Pero esto no es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón
sumergido en la fuente de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró
por la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado. Quien
realiza esta experiencia se convierte en un testigo de la resurrección, porque
en cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es
capaz de llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diferentes
situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del
egoísmo; en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.
En esta semana, nos hará bien
tomar el libro del Evangelio y leer aquellos capítulos que hablan de la
resurrección de Jesús; nos hará tanto bien tomar el libro y buscar los
capítulos y leer aquello. También nos hará bien, en esta semana, pensar en la
alegría de María, la Madre de Jesús. Como su dolor ha sido tan íntimo, tanto
que le traspasó su alma, del mismo modo su alegría ha sido íntima y profunda, y
de ella los discípulos podían extraer. Habiendo pasado a través de la
experiencia de la muerte y de la resurrección de su Hijo, vistas, en la fe,
como la expresión suprema del amor de Dios, y el corazón de María se ha
convertido en una fuente de paz, de consuelo, de esperanza, de misericordia.
Todas las prerrogativas de nuestra Madre derivan de aquí, de su participación
en la Pascua de Jesús. Desde la mañana del viernes hasta la mañana del domingo,
Ella no ha perdido la esperanza: la hemos contemplado como Madre de los
dolores, pero, al mismo tiempo, como Madre llena de esperanza. Ella, la Madre
de todos los discípulos, la Madre de la Iglesia y Madre de esperanza.
A Ella, testigo silencioso de la
muerte y de la resurrección de Jesús, le pedimos que nos introduzca en la
alegría pascual. Lo haremos con el rezo del regina coeli, que en el tiempo
pascual sustituye la oración del ángelus.
Al término de estas palabras, el
Santo Padre rezó la oración del regina coeli. Y al concluir la plegaria, llegó
el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:
Dirijo un cordial saludo a todos
vosotros, queridos peregrinos venidos de Italia y de varios países para
participar en este encuentro de oración.
Acordaos esta semana de tomar el
Evangelio y buscar los capítulos en donde se habla de la resurrección de Jesús
y de leer cada día un fragmento de aquellos capítulos. Nos hará bien en esta
semana de la resurrección de Jesús.
A cada uno le expreso el deseo de
pasar en la alegría y la serenidad este Lunes del Ángel, en el que se prolonga
la alegría de la resurrección de Cristo.
Francisco concluyó su intervención
diciendo:
¡Feliz y santa Pascua a todos,
buen almuerzo y hasta pronto!
(RED/IV)
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