lunes, 31 de marzo de 2014

UN NIÑO Y EL INFIERNO DEL PAPA FRANCISCO


Cuando el P. Luis González S. I. nos explicaba a jóvenes Sacerdotes los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, como preámbulo a la meditación del infierno nos contó el siguiente suceso acaecido a una familia, amiga suya.

Uno de los hijos pequeños había observado que su madre guardaba el azúcar en el armario que había encima de cocina. El ansia de comer el azúcar sin que su madre se enterara, le llevó a agudizar el ingenio. Un día, después de que su madre terminara de cocinar, cuando la plancha de la cocina estaba muy caliente, subido en una silla, intentó coger el bote del azúcar. Como no llegaba bien, tras varios intentos, dio con la mano en la plancha de la cocina. Se hizo una quemadura importante. Su madre le llevó al médico y con el tratamiento conveniente, curó.

Pasaban los días, y el niño seguía llorando. Al ser preguntado por su madre le respondió: “lloro porque no me duele y puedo intentar de nuevo coger el azúcar y quemarme”.

El Papa ha participado en la Reunión de Oración por las Víctimas de la mafia en la iglesia de San Gregorio VII, cerca del Vaticano. Tras escuchar los saludos y la larga lista de todas víctimas de la mafia, duró casi una hora, el Papa pronunció estas palabras: “Quisiera rezar con ustedes –y lo hago de corazón- por todas las víctimas de las mafias. También hace pocos días, cerca de Tarento, se ha perpetrado un delito que no ha tenido piedad ni siquiera de un niño. Pero, al mismo tiempo, recemos juntos, todos, para pedir la fuerza de ir adelante, de no desalentarnos, sino de seguir luchando contra la corrupción. Y siento que no puedo terminar sin decir una palabra a los grandes ausentes hoy, a los protagonistas ausentes: a los hombres y mujeres mafiosas. ¡Por favor, cambien de vida, conviértanse, dejen de hacer el mal! Y nosotros rezamos por ustedes: conviértanse. Lo pido de rodillas. Es por su bien. Esta vida que ahora viven, no les dará placer, no les dará alegría, no les dará felicidad. El poder, el dinero que ahora poseen de tantos negocios sucios, de tantos hímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, y no podrán llevarlo a la otra vida. Conviértanse: aún es tiempo para no terminar en el infierno. Que es lo les espera si continúan por ese camino. Ustedes han tenido un papá y una mamá: piensen en ellos. Lloren un poco y conviértanse.”

Es un testimonio precioso que puede aplicarse a los verdugos de tantas víctimas inocentes como existen en el mundo.

Pero lo que ha hecho rechinar los dientes ha sido la regencia al infierno. Mentar al infierno en ciertos ambientes es como nombrar a la bicha. Por eso ha causado sorpresa esta intervención del Papa.

Varias veces he indicado que este Papa se entiende perfectamente desde los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Allí ha crecido y allí ha mamado su espiritualidad. Quizás sea una sorpresa para más de uno saber que san Ignacio la única verdad eterna que tiene meditación propia, al final de la primera semana, es la del infierno. No habla ni del juicio, ni de la muerte, ni de la gloria. Se añadieron a los Ejercicios porque complementan el sentido de la meditación del infierno. “… para que si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, al menos el temor de las penas me ayude a no venir en pecado.” (65)

No olvidemos que forma parte del depósito de la fe y que últimamente se recoge en los Grandes documentos de la Iglesia.: Concilio Vaticano II, L. G. nº 48d, Credo del Papa Pablo VI, nº 28, Catecismo de la Iglesia Católica nºs 1033-1037.

Por supuesto el texto del Papa sirve para los hombres de la mafia y para cuantos podemos encontrarnos en la hora de la muerte sin convertirnos al Señor.

El papa Francisco no nos está defraudando. Nos está alentando a una espiritualidad fuerte y profunda. Sin hipocresías y con una decisión entrañable por Jesucristo el Señor.

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