miércoles, 26 de marzo de 2014

LA MAYORÍA DE LOS QUE COMULGAN NO SE CONFIESAN



«La confesión está desapareciendo», avisa.

El sociólogo católico especializado en comportamiento religioso Massimo Introvigne ha escrito un artículo en La Nuova Bussola Quotidiana señalando que el debate sobre la comunión de los divorciados que conviven maritalmente con alguien que ante Dios y la Iglesia no es su cónyuge es un debate que tapa la cuestión de fondo: que millones y millones de católicos que van a comulgar con regularidad llevan más de un año sin confesarse, y que es estadísticamente razonable pensar que comulgan estando en pecado mortal.

Como sociólogo, Introvigne se remite a los datos de estudios sobre el tema en Estados Unidos, Italia y en algunos países de Europa del Norte (no usa datos de España ni Hispanoamérica).

LO QUE HACEN LOS DIVORCIADOS... Y OTROS PECADORES
"Según una encuesta que realicé para La nuova Bussola quotidiana, constatamos que en el 75% de las parroquias italiana los divorciados vueltos a casar comulgan de manera regular, sin esperar que el Sínodo, eventualmente, cambie la doctrina. A raíz de esta encuesta muchos lectores se han puesto en contacto conmigo, y también varios obispos, y me han confirmado que el estudio es un retrato exacto de lo que sucede en sus diócesis. Algunos me han llevado a reflexionar sobre un problema más generalizado. Los divorciados son sólo la punta del iceberg; el verdadero problema es que la mayoría de las personas que comulgan no frecuentan el sacramento de la Confesión", escribe Introvigne.

LO QUE LA IGLESIA ENSEÑA
El Catecismo es claro: en su párrafo 1457 recuerda que "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe fielmente confesar sus pecados graves al menos una vez al año".

"Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental", insiste, aunque matiza "a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".

Es difícil que un católico no se haya confesado nunca, porque por lo general al menos lo ha hecho una vez antes de la Primera Comunión, como pide el Catecismo: "Los niños deben acceder al sacramento de la Penitencia antes de recibir por primera vez la Sagrada Comunión". Pero es estadísticamente común que muchos en su vida adulta nunca hayan vuelto al confesionario.

El catecismo incluso propone la confesión frecuente y de pecados menos graves, aunque tradicionalmente la Iglesia, remitiéndose a enseñanzas de Santo Tomás de Aquino (y éste a las de San Agustín) considera que estos pecados veniales pueden remitirse también con otras prácticas que se realicen "con devoción". El clásico catecismo del padre Ripalda enumeraba así esas prácticas:

1. Oír misa con devoción.
2. Comulgar dignamente.
3. Oír la palabra de Dios.
4. Bendición episcopal.
5. Decir el Padre Nuestro.
6. Confesión general ("Yo confieso ante Dios y ante vosotros hermanos...")
7. Agua bendita.
8. Pan bendito (el que se bendice en Jueves Santo)
9. Golpes de pecho (como los que se realizan ritualmente al rezar el ´Yo confieso...´)

El Catecismo actual señala en su punto 1458 que "sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales se recomienda vivamente por la Iglesia. La confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso".

Pero esta recomendación de "confesión habitual" y "recepción con frecuencia", e incluso el mandamiento eclesial de "confesarse al menos una vez al año" chocan con la estadística real.

EEUU: CASI LA MITAD COMULGA SIN CONFESARSE NUNCA
El sociólogo italiano acude primero a los datos de Estados Unidos, del centro CARA de la Universidad de Georgetown (cara.georgetown.edu) para señalar que "entre los católicos estadounidenses que comulgan, los que se confiesan por lo menos una vez al año, lo que no es mucho, pero ya es algo, era el 15% en 2009 y descendió al 12% en 2013".

"El 45% de las personas que comulgan en EEUU no se han confesado nunca después de la mayoría de edad", añade Introvigne.

"En Europa no hay estadísticas tan concretas como las de Georgetown, pero hay estudios regionales en Alemania, Francia y Holanda que sugieren porcentajes aún más bajos que los estadounidenses. Por algunas encuestas se sabe que en áreas del Norte de Europa se confiesa una vez al año sólo el 5% de las personas que comulgan. Como sucede en otros ámbitos, se podría esperar que se salven los países en vías de desarrollo, pero según los datos que vienen de Pakistán, donde hay una Iglesia de mártires viva y entusiasta, también aquí las confesiones descienden rápidamente".

ITALIA: CONFESIONES EN SANTUARIOS
"Italia, según una encuesta de 2009, entre las personas que comulgaban un 40% acudía a la Confesión al menos una vez al año. Puede parecer una cifra baja, pero es altísima, de record mundial. Pero si hacemos caso a algunos datos regionales, parece que está descendiendo rápidamente y hoy en día estaría alrededor del 20%", prosigue el sociólogo.

"Ciertamente, hay muchas confesiones en los santuarios, pero por otros datos resulta que en Italia comulgan, cada domingo, aproximadamente cinco millones de personas, y los centenares o millares que se confiesan en los santuarios no son suficientes para cambiar las estadísticas".

"La gran mayoría de los católicos que comulgan no se confiesan. El problema es mundial, aunque con diferencias regionales importantes. Las series históricas muestran que el declive es constante y que no ha podido pararlo ni la popularidad planetaria del beato Juan Pablo II (1920-2005), ni la concreción teológica de Benedicto XVI. En lo que se refiere al Papa Francisco, es demasiado pronto para tener datos más precisos, pero siempre es difícil detener estas altas olas", pronostica Introvigne.

LOS QUE COMULGAN SIN CONFESARSE
"Casi el 90% de los que se ponen en fila para comulgar en los Estados Unidos cada domingo, el 95% en ciertas zonas del Norte de Europa y del 60 al 80% en Italia no se confiesa ni siquiera una vez al año. Comparando las estadísticas sobre la confesión con otras, es cierto que entre estos no sólo hay divorciados vueltos a casar, sino también personas que conviven antes y fuera del matrimonio, homosexuales practicantes, médicos abortistas, políticos que votan leyes inmorales, masones (excluidos de la comunión según la «Declaración sobre la masonería» de 1983, aún vigente) y todo el que quiera. A no ser que se crea que el 88% de los estadounidenses que comulgan no cometen nunca pecados graves, lo que significaría un florecer de santidad que no se ha visto nunca en la historia de la Iglesia".

¿POR VERGÜENZA HUMANA? ¿O POR DUDAR DE DIOS?
Aunque muchos digan que es duro confesarse admitiendo con concreción los propios pecados ante un sacerdote, Introvigne considera que "no es verdad que no nos confesamos debido a nuestro sentido de la privacidad, para no contar nuestros asuntos personales a un sacerdote". El sociólogo señala la gran cantidad de usuarios que tienen las psicoterapias, e incluso grupos más o menos sectarios como Cienciología, que ofrecen limpiar o depurar traumas del pasado, "que deben ser expuestos y definidos". Y eso, pese a ser de pago.

La razón de que muchos católicos no se confiesen no es la vergüenza que da admitir el pecado, sino que "ya no se cree en la misericordia de Dios" y, de hecho, muchos tampoco tienen "conciencia del pecado".

"Los psicoterapeutas o los de Cienciología no hablan de pecado, sino de trastornos generales o de negatividad, cosa que se acepta aunque para oírlo toque meter mano al billetero, mientras confrontarse con el pecado molesta porque implica que la mentalidad relativista actual, según la cual no existe ninguna noción objetiva del bien y del mal, está equivocada", señala Introvigne.

FRANCISCO, EL PAPA DE LA CONFESIÓN
Ante esto, el Papa Francisco insiste en un magisterio diario que repite, una y otra vez, el tema de la misericordia de Dios.

"Si se sigue el Magisterio del Papa Francisco tal como es verdaderamente y no como lo cuenta La Repubblica para exaltarlo de una manera sospechosa y manipuladora, u otros periódicos para hablar mal de él, se descubre que los ríos de misericordia que manan del costado de Cristo de los que habla tan a menudo el Pontífice no giran en redondo como, según la Escritura, hacen los impíos, sino que desembocan en un lugar concreto: en los confesionarios".

"Cuando se haga la historia de su Magisterio, el Papa Francisco emergerá como el Papa de la Confesión. Habla de ella todas las semanas. En su discurso a los párrocos romanos para la Cuaresma, hasta ahora su discurso más largo, prácticamente ha hablado sólo de esto. Incluso se le ha escapado decir que la Confesión tiene prioridad entre los otros sacramentos, lo que es ciertamente verdad, como también lo es la urgencia en proponerla. Porque la Iglesia sin confesión, sencillamente, no existe. No existen el pecado, la misericordia, el perdón, la Redención".

SIN CONFESIÓN, NO HAY NUEVA EVANGELIZACIÓN
"¿Queremos combatir la dictadura del relativismo, de la que el Papa ha hablado en su primer encuentro con el Cuerpo Diplomático, asimilándola a la pobreza espiritual, no menos grave de la pobreza material? Confesémonos y hagamos propaganda de la confesión", propone Introvigne.

"Cada vez que nos pongamos en la fila de un confesionario combatimos el relativismo, porque declaramos públicamente que el bien y el mal no son iguales: el bien se hace, el mal se confiesa", añade.

"Participemos con pasión en los debates sobre los divorciados vueltos a casar. Pero el problema no son sólo ellos. Si no encuentra el modo de volver a impulsar la Confesión, ninguna «nueva evangelización» podrá salvar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo de la soledad, la desolación y la desesperación".

Y el sociólogo acaba su artículo con una exhortación del Papa Francisco:

»Y yo te digo a ti: si tienes un peso en tu conciencia, si tienes vergüenza por tantas cosas que has cometido, detente un poco, no te asustes. Piensa que alguien te espera porque nunca dejó de recordarte; y este alguien es tu Padre, es Dios quien te espera. Trépate, como hizo Zaqueo, sube al árbol del deseo de ser perdonado; yo te aseguro que no quedarás decepcionado» (Ángelus, 3-11-2013).

(Citas de Introvigne y La Bussola traducidas por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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