LA GENTE DICE QUE HAY DOS FORMAS DE
APRENDER:
Por la experiencia, la cual se obtiene de
los errores cometidos; y por la sabiduría, la cual se obtiene de los errores de
otros.
Recomiendo que hasta donde sea posible, se
aprenda de los errores de otros.
Aprender de los fracasos es siempre más
fácil con la ayuda de un buen consejero. Después que cometo mis errores
garrafales, pido consejo de algunas personas: mi papá, Jack Hayford, Elmer
Towns, y mi esposa Margaret, quien siempre está dispuesta a compartir conmigo
sus opiniones acerca de mis fracasos.
Es importante buscar consejo de la persona
correcta.
Oí la historia de un servidor público
recién nombrado que estaba instalándose en su nueva oficina.
Al sentarse ante su escritorio por primera
vez, descubrió que su predecesor le había dejado tres sobres con instrucciones
que deberían abrirse únicamente en tiempos de angustia.
No habían pasado muchos días antes que el
hombre entrara en conflicto con la prensa, así es que decidió abrir el primer
sobre.
La nota decía: «Échele la culpa a su
predecesor». Y eso fue lo que hizo.
Durante un tiempo todo anduvo bien. Pero
unos pocos meses más tarde, de nuevo estaba en problemas, así es que procedió a
abrir el segundo sobre.
La nota decía: «Reorganícese». Y eso fue lo
que hizo.
Eso le permitió disponer de más tiempo.
Pero debido a que en realidad nunca había resuelto ninguno de los asuntos que
estaban complicándole la vida, volvió a tener problemas, y esta vez, peores que
nunca. De modo que, desesperado, abrió el último sobre.
La nota adentro decía: «Vaya preparando
tres sobres».
Pida consejos, pero asegúrese que sea de
alguien que haya aprendido a manejar sus fracasos en forma exitosa.
Maxwell, John C.: El Lado Positivo Del
Fracaso; Failing Forward. Thomas Nelson, Inc., 2000; 2003, S. 169
Aprendizaje es un elemento esencial en la
vida. Dios es un maravilloso Maestro que nos enseña a través de las
circunstancias de la vida. No pierdas ni un solo detalle.
Aun si fuera verdad que me he desviado, mis
errores son asunto mío. Job 19:4.
¿Quién está consciente de sus propios
errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Salmo 19:12.
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