La Escritura sólo conoce dos
hombres que nunca han experimentado la muerte natural. La Santísima Virgen
María experimentó la muerte antes de su Asunción gloriosa, aunque al respecto
hay discrepancias porque algunos hablan de dormición.
En el segundo domingo de cuaresma, el domingo pasado, se leyó el
evangelio de san Mateo sobre la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor,
donde Jesús se muestra a tres discípulos junto a Moisés y Elías (Mt 17: 1-9).
Es un buen momento para recordar el misterio de su no muerte.
Elías fue uno de los líderes
religiosos más importantes de Israel. Vivió en el siglo IX antes de
Cristo. Su influencia fue muy grande sobre el pensamiento hebreo.
Sobrevivió muchas pruebas (Cf. Reyes 17-21). En un viaje por el desierto
al Monte Horeb, revivió las experiencias de Moisés cuando recibió la ley. Sus
comunicaciones con Dios amplificaron la aplicación de los Diez Mandamientos en
su tiempo. Elías retó a los profetas de Baal para demostrar la autenticidad del
Dios de Israel. Dios respondió a su oración de manera visible. La fe del pueblo
quedó restaurada y terminó la sequía. (1 Reyes, 18:22-44). En su ancianidad,
Elías escogió a Eliseo como sucesor (II Reyes 2:15).
Como se cree que no murió, se piensa que vendría un día a restaurar la
gloria de Israel (II Reyes 2:11). Es por eso que muchos pensaban que Jesús era
Elías (Mt 16:14). En la Transfiguración Moisés y Elías aparecieron conversando
con Jesús (Mt 17:3).
El apócrifo Apocalipsis de Elías
lo muestra al lado de Henoc combatiendo contra el hijo de la
iniquidad que los mata, luego de lo cual ellos resucitan, en forma similar a lo que ocurre con los dos testigos de Apocalipsis 11
en su enfrentamiento con la bestia.
Se habla específicamente que no murieron son Enoc y Elías. Enoc (o Henoch) es citado por San Judas en su epístola. Elias (o Elíajh) es considerado el
fundador del Antiguo Testamento por los Carmelitas y el mayor de los profetas del Antiguo Testamento antes de San Juan
el Bautista.
Enoc vivió antes de la gran inundación. Leemos lo siguiente acerca de él:
“Y todos los días de Enoc fueron trescientos
sesenta y cinco años. Y anduvo con Dios, y desapareció, más: porque Dios se lo
llevó” (Génesis 5:23-24).
En cuanto a Elías leemos
que él fue recogido por un carro de fuego:
“Y yendo, caminando y hablando juntos, he aquí que
un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos: y Elías subió en un
torbellino al cielo” (2 Reyes 2:11)
Como se puede ver, estos dos hombres no mueren. Según Santo Tomás de
Aquino, ellos son preservados en el
cielo atmosférico (que se identifica con el paraíso terrenal), pero no
en el cielo empíreo (el Cielo propiamente). Ver Summa Theologiae III, q. 49, a.
5.
Santo Tomás, en acuerdo con los padres de la Iglesia explica que Enoc y
Elías están esperando ahí fuera en el espacio exterior. Santo Tomás escribe que estos dos hombres volverán al final de los
tiempos para la batalla con el anticristo.
Es impensable que estos dos hombres nunca vayan a morir ya que es
contrario a la enseñanza apostólica:
“Y así como está establecido para los hombres que
mueran una vez, y después de esto el juicio” (Hebreos
9:27)
Enoc evangelizará y organizará a
los Judíos que buscarán el bautismo y la conversión a la fe católica durante el reinado del anticristo. Elías evangelizará y organizará la última ola de gentiles que se
convierten a Cristo durante el reinado de terror del anticristo.
Ambos profetas serán muertos, resucitarán y ascenderán al cielo como se
explica en Apocalipsis capítulo 11:
Yo enviaré a mis dos testigos vestidos con ropa de
penitencia, para que proclamen mi palabra durante mil doscientos sesenta días.
Estos son los dos olivos y las dos lámparas que
están ante el Dueño de la tierra.
Si alguien intenta hacerles mal, saldrá de su boca
fuego y devorará a sus enemigos; así perecerá el que intente maltratarlos.
Tienen poder para cerrar el cielo y que no caiga
lluvia mientras dure su misión profética; tienen también poder para convertir
las aguas en sangre y castigar la tierra con toda clase de plagas siempre que
quieran.
Cuando hayan concluido su misión, la bestia que
sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
Ahora sus cadáveres están tendidos en la plaza de
la Gran Ciudad, que los creyentes llaman Sodoma o Egipto, en la que también su
Señor fue crucificado.
Y durante tres días y medio, gente de todos los
pueblos, razas, lenguas y naciones contemplan sus cadáveres, pues no está
permitido sepultarlos.
Los habitantes de la tierra se alegran y se
felicitan por ello, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas eran
para ellos un tormento.
Pero pasados los tres días y medio, un espíritu de
vida procedente de Dios entró en ellos; se pusieron de pie, lo que provocó gran
espanto entre los mirones.
Entonces una voz poderosa les gritó desde el cielo:
«Suban.» Y subieron al cielo en medio de la nube, a la vista de sus enemigos.
En ese momento se produjo un violento terremoto y
se derrumbó la décima parte de la ciudad, pereciendo en el cataclismo siete mil
personas. Los supervivientes se llenaron de espanto y reconocieron al Dios del
cielo.
No hay consenso sobre la identidad de “cielo atmosférico”. Santo Tomás
de Aquino lo ve como sinónimo de “paraíso terrenal”.
Este podría ser una ubicación en
el “espacio exterior”.
Podría ser un lugar escondido en
la tierra.
O tal vez es el Jardín del Edén
trasladado a otro lugar.
Tal vez sea un paraíso natural
sin la visión beatífica.
Realmente la Biblia habla explícitamente de tres cielos, 2 Corintios
12:2.
El primer cielo es donde
la atmósfera y las nubes se localizan, de desde dónde viene la lluvia, Gén.
7:11.
El segundo cielo es el
espacio exterior, hogar de los planetas y las estrellas, Sal 8:3.
Y el tercer Cielo está
donde está ubicado el trono de Dios, Sal. 11:4
Fuentes: Dr. Taylor Marshall. Signos de
estos Tiempos
Publicado por Unción Católica y Profética
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