Si te separas de Dios, se cierra por completa la fuente de su productividad y pierdes el derecho a las bendiciones que él quiere darte.
Uno de
los mayores desafíos que enfrentamos a diario es permanecer unidos, conectados
a la fuente de poder, riqueza, amor perdón y gloria. Es decir permanecer
conectados al creador.
Muchas
personas permanecen o están unidos a una organización o denominación religiosa
y a causa de ello se sienten satisfechos con su “religión” o con la fidelidad
que han mantenido a su círculo religioso por el lapso de varios años, sin
embargo esto no garantiza que realmente estén conectadas y mantengan una unión
vital con Dios, y por ende dispongan todos los recursos necesarios para vivir
una vida abundante.
El libro
de Colosenses describe a Jesús como “la imagen del Dios invisible, el
primogénito de toda Creación. Por El todas las cosas fueron creadas, en el
cielo y en la tierra, visibles e invisibles…” (Colosenses 1:15-16)
Hebreos
1:3 dice “(El hijo) es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”
Todo es
sustentado y se mantiene vivo a través de su palabra poderosa. El poder de Dios
se desata en tu vida cuando permaneces vivo en su palabra.
Cuando Él
creo las plantas las llamó para que salieran de la tierra y decretó que estas
deberían recibir sus nutrientes del suelo. Si una planta viola esta ley, muere.
Mientras esta se someta a la ley que fue dada por Dios durante la creación,
esta vivirá, crecerá y florecerá. Sin embargo si la planta decide ignorar esa
ley, morirá irremediablemente.
Esta
verdad se aplica a toda la creación y también a nosotros. Al crearnos
extrayéndonos de sí mismo, Dios decretó que nuestras vidas debían ser
mantenidas por El. Mientras obedezcamos sus mandamientos, su poder es liberado
en nuestro interior, y tenemos vida abundante. Por eso el autor de hebreos dice
que Cristo sostiene el universo con el poder de su palabra. Hay poder en la
palabra de Dios si la cumplimos. Jesús por medio de su obediencia hasta la
muerte liberó el poder de la palabra y nos ofreció vida eterna.
Este
principio se ve desde una perspectiva diferente en el capítulo 15 de San Juan.
Jesús se describe así mismo como la vid y a sus seguidores como los pámpanos.
Usa la imagen de la vid porque esta es la única planta que no tiene vida propia
en sus ramas. Cualquier otra especie al cortar una rama o gajo, plantarla en
tierra, abonarla y cuidarla, es muy probable que produzca raíces y se
transforme en una nueva planta. No sucede así con la vid, no existe vida en la
rama de esta. No importa cuán verde y
saludable parezca estar, la rama separada de la vid se marchitas y muere.
“como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros si no permanecéis en mi” (Juan 15:4)
Si nos
separamos de Dios todo nuestro potencial muere. Nuestra necesidad de Dios no es
una opción o una alternativa, al igual que las plantas y lo animales que no
pueden vivir sin la tierra o los peces sin el agua, nosotros no podemos
florecer y llevar fruto si estamos separados de Dios.
Si
permaneces en su palabra, ésta hecha raíz en tu corazón y se establece, su
poder se libera mientras permaneces vivo en su palabra, pero si te separas de
Dios se cierra por completa la fuente de su productividad y pierdes el derecho
a las bendiciones que él quiere darte. Allí es donde solo quedamos a merced de
nuestros recursos limitados.
Nuestro
estudio, formación, aptitudes y recursos naturales etc., por más maravillosos
que sean, nunca están a la altura de los recursos y potencial que Dios imparte
a los que permanecen en él.
¿Deseas
gozo? Ve a Dios, ¿necesitas paz? Arraiga tus raíces en la palabra y en el poder
de Dios. ¿Necesitas ayuda para controlar tu temperamento? Pasa tiempo con tu
creador, él es la fuente, la vida, el suelo que necesitas para vivir, crecer y
dar fruto abundante.
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