“La Caída
de Babilonia (2).”
(Lectura del Libro del Apocalipsis 18: 9–18)
“Y los
reyes de la tierra, que con ella fornicaron y se entregaron al lujo, llorarán y
se golpearán el pecho por ella cuando vean el humo de su incendio. Quedándose
lejos, por el temor de su tormento, dirán: -‘¡Ay!, ¡ay!, la ciudad grande,
Babilonia, la ciudad poderosa, porque en una sola hora ha venido tu condena.’
Los
mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque nadie compra
ya sus mercaderías: mercaderías de oro, de plata, de piedras preciosas, de
perlas, de lino finísimo, de púrpura, de seda, de escarlata; toda madera
odorífera, objetos de marfil, todo objeto de las más preciosas maderas, de
bronce, de hierro y de mármol; amomo y cinamomo, perfumes, ungüento, incienso,
vino, aceite, flor de harina y trigo, jumentos, ovejas, caballos, coches,
esclavos y seres humanos.
Y los
frutos maduros, por ti ávidamente codiciados, se alejaron de ti, y todas las
cosas delicadas y espléndidas perecieron para ti, y nunca jamás volverán.
Los
mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se quedarán
lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose, diciendo: -‘¡Ay!,
¡ay!, la ciudad grande, vestida de lino finísimo, de púrpura y de escarlata, y
engalanada de oro, de piedras preciosas y perlas, pues en una sola hora fue
reducida a la nada tanta riqueza.’
Todo
piloto y navegante haciendo escala en cada puerto, los marinos y cuantos bregan
en el mar, se detuvieron a lo lejos y clamaron al ver el humo de su incendio,
diciendo: -‘¿Quién había semejante a la gran ciudad?’.”
Queridos amigos:
Toda la nieve que esperábamos entre el sábado y el
domingo no llegó y queda muy poca. ¡Gracias Señor por Tu bondad!
(A continuación encontraréis el mensaje de Nuestro
Señor y Salvador entregado al Padre Melvin. Jesús le habló con estas palabras:)
“Mi
hermano Melvin y todos Mis hermanos, escuchadme cuando os enseño lo que sucede
hoy en el mundo.
Como
sabéis, a Babilonia se la conocía como una ciudad grande y próspera en la
antigüedad, pero también como una cueva donde se cometían toda clase de
pecados. Debido a los horrores que sucedían en esa ciudad, el Padre decidió
destruirla. Fue completamente destruida, y eso fue para que la gente supiera
que lo que sucedía allí ofendía terriblemente a Dios.
Hoy hay
muchos lugares que son como Babilonia y veréis en un futuro cercano lo que el
Padre hace con esas ciudades. Os exhorto a todos a rezar por esas personas,
para que dejen de ofender al Padre, regresen y Me sigan. Si no lo hacen no
vivirán mucho tiempo. No sigáis los hábitos de estas personas porque entonces
también vosotros seréis destruidos. Caminad conmigo y vivid en paz, alegría y
amor. Os bendigo a todos.”
Padre
Melvin
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