Se me mostró la Tierra sumida en las tinieblas. Poco a poco, en el horizonte apareció la tenue luz del alba. Tras ella el sol, primero rojizo, luego amarillento, fue iluminando las cosas, hasta alcanzar en lo alto su máxima luminosidad, mostrando la belleza de la naturaleza. Entonces oí una voz que me dijo:
- Yo soy la Luz del mundo. Sin mí nada puedes ver. Yo te muestro la realidad de las cosas, te envuelvo y te doy la vida. Sin mí todo es oscuridad. Yo soy Inefable, pero me puedes ver reflejado en la belleza de todas las cosas.
Entonces caí de rodillas y adoré al Señor.
Joan Josep Tamburini
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