lunes, 27 de enero de 2014

NO JUZGUÉIS, Y NO SERÉIS JUZGADOS

VARA PARA SER MEDIDO

En el evangelio de San Mateo…, se puede leer: “1 No juzguéis, y no seréis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y la medida de la vara con la que midáis seréis medidos vosotros”. (Mt 7,1-2). Y ya anteriormente el profeta Isaías, refiriéndose a la llegada del Señor a la Tierra, escribía, ya hablaba del uso de la vara en los juicios: “Saldrá un vástago del tronco de Jessé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos”. (Is 11,1-5).

Nadie duda de que al final de nuestros días, todos seremos juzgados y no solo seremos juzgados por nuestra conducta, sino en general por todos los bienes tanto materiales como espirituales que hayamos recibido, pues son palabras del Señor: “…, a quien mucho se le dio, mucho se le pedirá”. (Lc 12,48). No se le puede demandar lo mismo a quien nada material ha recibido, que a quien mucho recibió y en lo referente a los bienes espirituales recibidos, quizás la persona de que se trate no sepa ni rezar un simple Padrenuestro.

Nacer en un país desarrollado, que es tanto como decir en un país rico, es ya de por si un privilegio en relación a la disposición de bienes materiales y si además se nace en una familia cristiana que le bautiza a uno, la riqueza material se aumenta con la espiritual, al ser uno, desde su bautizo templo vivo de la Santísima Trinidad. También alguien, me puede objetar diciéndome: Es que en cualquier país desarrollado de Europa o de América, hay pobres que tiene que ir a comer a comedores de caridad pues no disponen de dinero. A lo que se le puede contestar que más de un pobre de la India, por ejemplo, o de otro país, similar, ya le gustaría tener diariamente un plato para comer en un restorán de caridad, donde calmar su hambre.

De acuerdo con la doctrina de la Iglesia…, primero tendremos un juicio particular y después vendrá el juicio final. Claramente se nos indica esto en los parágrafos 1021 y 1022 del Catecismo de la Iglesia católica al decirnos estos parágrafos que: "1021.- La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1,9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16,22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23,43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2Co 5,8; Flp 1,23; Hb 9,27; 12,23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros”.

Y el siguiente nos dice que: "1022.- Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (Cf. Cc. de Lyon: DS 857858; Cc. de Florencia: DS 1304-1306; Cc. de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (Cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (Cf. Benedicto XII: DS 1002). A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64)”.

Como quiera que es mucha la materia a comentar en una solo glosa, dividiremos es tema en tres partes, una glosa de carácter general que será la presente, una segunda referida al juicio final, y con este mismo título y una tercera referida al juicio particular de cada uno de nosotros y también con el título de referencia al juicio en esta caso particular.

El juicio final no se trata de una segunda instancia al estilo de los juicios terrenales que más o menos todos conocemos. Aquí en este juicio final no va a ver una segunda sentencia, claro que tampoco hubo una sentencia propiamente dicho en el primer juicio particular, sino una exposición del Señor, de cuales hayan sido lo méritos y ofensas que nosotras conducta en vida haya tenido y al vista de este balance, seremos nosotros mismos los que nos dirigiremos al lugar donde nos corresponde ir, pues no nos será posible ir a otro sitio distinto. De acuerdo con la doctrina tradicional de la iglesia católica el juicio particular es inmediato a la muerte de la persona y el juicio final como su propi nombre indica, tendrá lugar al final de los siglos.

Así como la fecha del juicio particular la del juicio final es indeterminada, será cuando el Señor vuelva a la tierra: “42 Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor”. (Mt 24,42). La existencia de este segunda venida del Señor, nos la atestigua San Mateo al decirnos: “27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.28 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino”. (Mt 16,27-28).

En el monte de los Olivos al final de la ascensión del Señor a los cielos: “10 Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco 11 que les dijeron: Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo”. (Hech 1,10-11). Esta segunda venida del Señor es lo que conocemos con el nombre de la Parusía, que los primeros cristiano pensaban que iba a suceder de inmediato, de aquí el grito de llamada y de deseo de ellos, cuando decían en arameo Marana Tha, es decir, en una traducción libre: Ven Señor que te esperamos.

San Mateo, al tratar del juicio final, nos dice que este coincidirá con la segunda venida del Señor al decirnos que: “31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con El, se sentara sobre su trono de gloria, 32 y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separara a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, 33 y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda”.(Mt, 25,31-33). Son pues dos acontecimientos que coinciden la Parusía y el juicio final. Y uno se pregunta, ¿porque dos juicios, cuando con el resultado del primero, ya está todo decidido sobre el destino de la persona juzgada? Realmente con el término de juicio final, está mal expresada la calificación de este acto de actuación divina, que si queremos mirarlo con ojos de jurista humano, podríamos decir que el juicio inicial es un auténtico juicio declarativo, al que hay que darle cumplimiento a la sentencia.

El llamado juicio final, podemos interpretarlo como el ejecutivo de la sentencia ya dictada. Es decir el Señor en su segunda venida dará cumplimiento a todas las sentencias dictadas.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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