JUICIO PARTICULAR
El escatologista José Rico Pavés…, nos define el juicio particular por el que pasaremos cada uno de nosotros diciendo que: “El juicio particular es la discriminación y fijación de la suerte definitiva que nos espera a cada uno en virtud de nuestro comportamiento”. Exactamente lo que a este respecto nos dice el Catecismo de la Iglesia católica es: "1022.- Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (Cf. Cc. de Lyon: DS 857858; Cc. de Florencia: DS 1304-1306; Cc. de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (Cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (Cf. Benedicto XII: DS 1002). A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64)”.
Conforme a la redacción de este texto, seremos juzgados y no se nos dice nada más, sino como consecuencia de este juicio se nos señalan las tres posibilidades o caminos que tendremos que tomar: el del Purgatorio, el ir directamente el del cielo o directamente al infierno. Por supuesto que este juicio, no se le hace al cuerpo material que teníamos, pues se ha quedado en la tierra, ni al cuerpo glorioso futuro que vamos a recibir, al que es de pensar que dado el carácter retributivo que este cuerpo glorioso tiene, solo se le otorgará de inmediato a las almas que vayan derechas al cielo, las del purgatorio una vez purificadas también lo recibirán, pero las condenadas a las tinieblas de odio del infierno, jamás lo recibirán.
Pero en este escueto parágrafo se nos habla del final de este, y no se nos dice nada, de cómo será el desarrollo del mismo. Realmente dada por un lado nuestra fuerte tendencia antropomórfica y de otro tal como nos dice Juan Pablo II: “…, ese modo demasiado humano de concebir el juicio de Dios, visto solo como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad”.
Por supuesto que el juicio Particular de cada uno de nosotros se realizará fuera del dogal del tiempo, porque cualquiera que sea el resultado, este se desarrollará en la eternidad, no serán los cuerpos materiales de nadie los que intervendrán, pues ni Dios tiene cuerpo material, ni nuestras almas tendrán sus antiguos cuerpos materiales que estarán empezando a descomponerse en la tierra, dónde se han quedado.
Serán los sentidos de nuestra alma, los que le den cuenta a ella, del desarrollo del juicio, que por otro lado al transcurrir en la eternidad será instantáneo. No serán necesarias la aportación de pruebas tal como es necesario en un juicio terrenal, ni a favor ni en contra nuestra, porque Dios es omnisciente y todo lo sabe. Lo que si sucede, es que nuestras almas, en ese instante de la eternidad, por expresar la idea de algo que desconocemos y es la vida en la eternidad, nuestra alma que somos nosotros, solo como almas porque para ser personas nos falta ya nuestro antiguo cuerpo y el que esperamos como personas, todavía no sabemos si lo recibiremos, porque si resultamos reprobados, y hemos de ir al infierno, lógicamente a ningún condenado se le va a premiar con un cuerpo glorioso.
José Rico Pavés también nos dice que: “No es una sentencia divina lo que constituye al hombre en salvado o condenado y lo que le emplaza a un estatuto jurídico de inocente o culpable. Es más bien la actitud personal de cada ser humano el principio constitutivo de su situación definitiva. La palabra de Dios constata y manifiesta esta situación”. Y consecuentemente él se dirige hacia donde ve que esta su destino.
Este puede ser: Al cielo, pues se encuentra lo suficientemente purificado como para poder contemplar ya directamente el Rostro de Dios; Al purgatorio, pues es consciente de que debe de purificarse lo suficiente de sus reatos de culpas, para poder contemplar el rostro de Dios; Y al infierno, porque esa alma se da cuenta que después de este juicio, ha salido del ámbito del amor de Dios, y al faltarle el amor ese vacío se lo ha rellenado en su alma el odio, ha perdido para siempre su capacidad de amar y lo suyo, su propia naturaleza está ahora transformada para toda la eternidad y será de odio el que le dominará. Por otro lado el infierno es un lugar de tinieblas, porque allí solo están seres espirituales, cuales son demonio y almas humanas reprobadas, y la luz divina que todo lo ilumina, allí ni llega ni los condenados tienen capacidad para apreciarla.
Según nos manifiesta Frank Josef Nocke: “Esta interpretación del juicio como auto-juicio (muy defendida en la teología actual) se apoya sobre todo en la teología de Juan sobre el juicio. Pero no significa que nosotros seamos la norma última de nosotros mismos”.
Sobre estos temas la Madre Angélica, monja muy conocida en Norteamérica, nos dice que: “Dado que el alma no puede cambiar después de la muerte, no hay oportunidad de pedir perdón a Dios al aparecer ante Él para ser juzgados”. Es decir, si existe una última oportunidad de aceptar el amor de Dios y no ser condenado, esta oportunidad, de existir posiblemente estará, en ese espacio de tiempo, llamémosle pre- judicial, que puede mediar entre la muerte clínica y la definitiva separación del alma, de su cuerpo. Porque desde el instante, en que el alma se separa del cuerpo, está en presencia de la gloria de Dios: no ve a Dios, pero si el resplandor de su santidad.
Muchos de aquellos, que han tenido una experiencia NDE, (Near dead expirience) es decir aquellos que han vuelto después de una muerte clínica, en sus historias les hayan sucedido en un túnel con una luz al final o en una llanura, no se puede pensar que hayan sido juzgados, pues lógicamente nunca habrían vuelto. Solo es de suponer que por las razones que Dios haya tenido, han llegado a estar en una situación pre- judicial y desde ella ha vuelto a la tierra…
Todas estas personas coinciden básicamente en tres cosas, Que son: la visión de una luz maravillosa, que para unos es el reflejo de la luz y para otros es la misma luz, una luz deslumbrante pero que no deslumbra, por supuesto todos los que hablan, tuvieron que apreciar esta luz con los ojos de su alma, porque los de su cuerpo, en la mayoría de los casos en esos momentos, estaban en un quirófano donde los médicos se afanaban en una operación de reanimación. Pero lo más sorprendente de todo es que algunos manifiestan que era una luz de la que emanaba amor.
En segundo lugar todos manifiestan que se encontraban en un gozo y felicidad inexplicable y como consecuencia de este estado de gozo y felicidad. En tercer lugar, nadie deseaba volver a la tierra aunque hubiesen dejado, atrás el calor de unos seres queridos, que en algunos casos se trataba de madres que dejaban hijos de corta edad.
Existen manifestaciones de neurólogos que dice que las NDE solo son manifestaciones de las neuronas cerebrales que aún conservan residuos de actividad, pero lo que no explican, es el por qué las neuronas de todos los cerebros a los que les afectan estas situaciones, sin conocerse se poned de acuerdo siempre en contar las mismas historias.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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