domingo, 1 de diciembre de 2013

VELAD...

¡VELAD!

"Como sucedió en tiempos de Noé, sucederá también en la venida del Hijo del hombre. Antes del diluvio, y hasta el día en que Noé entró en el arca, la gente comía, bebía y se casaba. Pero cuando menos lo esperaban, vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será también en la venida del Hijo del hombre. En aquel momento estarán dos hombres en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. Dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.

Permaneced despiertos, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entended que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, permanecería despierto y no dejaría que nadie entrara en su casa a robar. Así también, vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis."

Hoy empieza el tiempo de Adviento y las lecturas de la liturgia nos introducen con claridad en su espíritu. En la primera, Isaías nos invita a seguir los caminos del Señor. Un camino de paz, a la luz de Dios. Pablo, en la segunda lectura, nos dice que ya hemos dormido bastante, que es el momento de levantarse y de revestirnos de las armas de la luz. En el evangelio, Mateo, nos muestra a Jesús diciéndonos, que debemos permanecer despiertos.

Este es el camino de Adviento. Despertarnos, vigilar, vivir conscientemente, seguir el camino del Señor. Nuestra sociedad, a pesar de que alardea de inteligente y racional, es una sociedad dormida. Una sociedad que intenta huir por todos los medios de la realidad. Buscamos mil excusas para no ver la realidad, para vivir en un mundo ficticio. No oímos los lamentos del que sufre. No sabemos ver a Dios en el hombre. No escuchamos la llamada de la justicia. Somos sonámbulos por el mundo. Por ello el día que nos despertemos, nos preguntaremos: ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, desnudo?

Adviento es ese tiempo para abrir los ojos, para mirar la realidad, primero en nuestro interior y luego a nuestro alrededor. Vivir el Adviento, es permanecer como un vigía bajo la lluvia, la nieve y la escarcha, atentos a la llegada del alba. Es aprender a vivir el presente, la realidad, que nos llevarán al futuro. Es vivir con los ojos abiertos, cada momento, cada instante. Es vivir la Presencia.

Joan Josep Tamburini

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