martes, 24 de diciembre de 2013

EL BUEN PASTOR

¡PARAD YA DE OFENDER A DIOS ALMAS PECADORAS, DEJAD VUESTRA REBELDÍA, PORQUE LA HORA DEL JUICIO SE ESTÁ ACERCANDO Y MUCHAS DE VOSOTRAS YA NO REGRESARÉIS MÁS A ESTE MUNDO!

Diciembre 23 de 2013 – 10:30 a.m.

Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria a Dios y paz a los hombres de buena voluntad.

Hermanos en el amor de mi Padre, que la paz del Altísimo esté con vosotros.

LLAMADO DE SAN MIGUEL A LA HUMANIDAD

Hoy vengo a deciros que está próximo el día en que rendiréis cuentas a mi Padre. Alabad la gloria de Dios hermanos, porque muy pronto todo mortal que tenga uso de razón tendrá que rendirle cuentas a mi Padre, por su comportamiento en este mundo.

El juicio que Dios os mostrará cuánto habéis amado y cuánto habéis dejado de amar; ¡Ay de aquellas almas que se van a presentar a mi Padre, sin haber perdonado, porque padecerán el fuego purificador del purgatorio y sentirán el dolor que produce la falta de perdón!. ¡Ay de aquellas almas tibias, porque conocerán el infierno, el lugar donde irán a parar, si al regresar continúan con su tibieza espiritual! Y, ¡Ay de aquellas que el juicio de Dios las sorprenderá en pecado mortal, porque van a padecer el fuego de las almas condenadas y van a sentir todo el dolor y la desesperación de estas pobres almas!.

¡Parad ya de ofender a Dios almas pecadoras, dejad vuestra rebeldía, porque la hora del juicio se está acercando y muchas de vosotras ya no regresaréis más a este mundo!. ¿Qué estáis esperando?, mirad que el tiempo cada vez es más corto y está llegando a su límite. No dejéis para el último momento vuestra salvación, recapacitad y enderezad vuestro camino, para que mañana no tengáis que lamentaros por toda la eternidad.

Hermanos, el ser de iniquidad encarnado, el príncipe de este mundo, muy pronto se manifestará a las naciones; por ningún motivo vayáis vosotros a caer en la tentación de verlo, porque bien sabéis que es la antigua serpiente que buscará seduciros y atraeros con el poder de su mirada para luego haceros perder. ¡Cuidaos pues pueblo de Dios de ver o escuchar al ser de iniquidad!; acordaos que la curiosidad no es de Dios y ha hecho perder a muchos; absteneos vosotros de caer en las trampas sutiles que empleará el príncipe de este mundo para robaros el alma.

Cuando el anticristo anuncie su aparición, debéis de desconectar todos los aparatos por donde pueda verse o filtrarse su voz; no olvidéis las recomendaciones que mi Padre y nuestra Señora y Reina os vienen haciendo, de que selléis con la sangre del Cordero de Dios todos estos aparatos de comunicación de vuestro mundo; acordaos que la serpiente es astuta y cuenta con todos los medios para hacer perder el mayor número de almas.

Id acostumbrándoos desde ahora al silencio en vuestros hogares; que estos medios de comunicación permanezcan el mayor tiempo apagados, para que cuando llegue el tiempo del anticristo, vosotros hijos de Dios, simiente de mi Padre, ya estéis preparados.

No os canséis de orar, hacedlo a todo instante, porque en los tiempos de oscuridad y de tinieblas que se avecinan, sólo alumbrará la llama de vuestras lámparas encendidas con la oración. Vosotros seréis pequeñas lumbreras en medio de la oscuridad; la luz de vuestras lámparas será vuestra protección; mi Padre os enviará Ángeles para que os cuiden y protejan en la oscuridad. Él enviará sus ángeles para que os lleven en sus brazos, para que vuestros pies no tropiecen con piedra alguna.

Preparaos pues hermanos, porque se acercan los días de purificación; fortaleceos lo más que podáis del cuerpo y la sangre del Divino Cordero; no desaprovechéis este tiempo, este corto tiempo que aún os queda; para que alabéis a Dios y le deis gracias por su infinita misericordia que os permitirá dentro de poco estar en su presencia y contemplar su majestuosidad y todo su esplendor, que transformará vuestras vidas para que al regresar a este mundo hagáis su santa voluntad y podáis habitar mañana su nueva creación.

Dad gloria al Dios de la vida, porque es eterna su misericordia. Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Vuestro hermano y servidor, Miguel Arcángel.

Dad a conocer mis mensajes, hombres de buena voluntad.

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