LA ANTIGUA ALIANZA
Hoy he recibido un email de una persona para conocer mi opinión sobre una interesante cuestión. Tan interesante que os la participo.
El Catecismo de Adultos de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos decía: Por lo tanto, la alianza que Dios hizo con el pueblo israelita por medio de Moisés mantiene para ellos su eterna validez.
El Beato Juan Pablo II en 1981 había dicho esta frase respecto a los judíos: La Antigua Alianza nunca ha sido revocada por Dios.
Otro comentarista afirmaba:
Eso ha llegado hasta el punto que los liberales católicos empezaron públicamente enseñar que los judíos tienen su propia alianza con Dios según la cual se pueden salvar, y que por eso mismo ellos no deben ser meta de la evangelización cristiana.
¿Qué pensar de estas afirmaciones? Bueno, el tema es mucho más interesante de lo que se puede pensar a primera vista. Y requeriría de un artículo verdaderamente largo, para matizar todo. Pero resumiendo telegráficamente mi humilde opinión, lo haría en los siguientes puntos:
Primero: La Alianza con los judíos no mantiene su eterna validez desde el punto de vista cristiano. Por el hecho de que una nueva alianza, suspende la anterior. A no ser que la complete sin quitar nada de lo previo. Pero en el caso de la Nueva Alianza sí que se cambian clausulas de la Antigua.
Segundo: La Antigua Alianza nunca ha sido revocada por Dios en aquello que se mantiene en la Nueva. Eso es cierto, y en ese sentido (en ese preciso sentido, y sólo en ese) se puede afirmar que la Antigua Alianza sigue vigente.
Tercero: La Antigua Alianza no ha sido revocada por Dios para aquellos que de buena fe siguen confiando en esa alianza. Es decir, Dios no va a dejar en la estacada a aquellos hijos suyos que confíen en Él.
Cuarto: Por más que haya hijos de Dios que tengan plena fe en Dios y su Antigua Alianza, Dios no cumplirá algunas partes de esa alianza porque ha sido abrogada por la Nueva. Por ejemplo, por más que luchen y tengan fe y sean fieles cumplidores de todos los preceptos, no por eso les concederá la victoria militar sobre sus enemigos, o estará obligado a otorgarles los territorios que les fueron asignados en la primera alianza.
Conclusiones:
Tengo un profundo, profundísimo, amor por el pueblo judío. Pero cuando el velo del Templo se rasgó de arriba abajo, comenzó el tiempo del Nuevo Pacto. Y una de las dos partes de ese pacto, el Altísimo, decretó la destrucción de su Templo, de la Ciudad Santa, y la erradicación del pueblo israelita de la tierra que les había dado. El pacto se había roto. Dios no podía hablar más claro.
De ahí que ahora haya un pueblo judío que de buena fe se haya encapsulado en la fe en la Antigua Alianza, y Dios les bendiga de acuerdo a las prescripciones de esa alianza. Pero el plan de Dios es que ese pueblo al final sea reintroducido de nuevo en la alianza nueva y definitiva que es la que Dios ha dado para todo el mundo, para todos los pueblos, formando un único pueblo de Dios.
El Altísimo es uno solo, y por eso ahora sólo hay un solo pueblo suyo y una sola alianza. No hay un solo Dios y muchos pueblos de Dios y muchas alianzas. Sino un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo.
P. FORTEA
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