miércoles, 27 de noviembre de 2013

HABLAR NUNCA ES BARATO

HABLAR NUNCA ES UN ACTO INOCENTE

Hablar nunca es barato, cada palabra que pronunciamos esconde consecuencias incalculables..

Para funcionar en la dinámica de la fe, es de vital importancia conocer la naturaleza de Dios y de su palabra. No existe en la Biblia tal cosa como la fe muda, la fe siempre habla, pues no hay fe sin confesión.

2ª Corintios 4:13 Escrito está: “Creí, y por eso hablé." Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos.

Cada vez que los discípulos le pidieron al Señor que les aumentara la fe, Él no les enseñó fórmulas artificiosas o mitos raros; simplemente les enseñó a confesar la palabra, y esta palabra confesada produciría fe en ellos. Me parece oír al Señor diciéndoles: “Si quieren fe, háblenle al monte que se traslade al mar, háblenle al sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar, simplemente activen la fe hablando fe”.

Hay que reconocer que Dios es Espíritu, por lo tanto es abstracto e invisible, vale decir, que él no habita en el mundo de nuestros cinco sentidos naturales, sino que los trasciende.

Dios no está sujeto al tiempo ni al espacio, El no responde a patrones físicos, Dios habita en el mundo espiritual.

Juan 4:24 Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

Las Tres Incorporaciones de Dios.

Si vamos a funcionar adecuadamente y con efectividad en la confesión de fe, es crítico entender que el verbo o Cristo, es la palabra. Debido a que Dios es espíritu, necesitó incorporarse para que pudiéramos conocerle y tener algún contacto con El

Pero, ¿Qué significa incorporarse?, sencillamente adquirir un cuerpo. Si nosotros fuéramos despojados de nuestro cuerpo, no tendríamos forma posible de expresarnos en este mundo, ya que por naturaleza somos espíritu, y es solamente gracias a nuestro cuerpo, que podemos expresar todo lo que somos.

Juan 1:14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Quiero ilustrar este principio con el siguiente ejemplo: nuestros pensamientos son abstractos e invisibles, así que supongamos que realizas un viaje de cinco horas sentado al lado de alguien desconocido, y durante esas cinco horas dicha persona no pronuncia ni una sola palabra; tú no tendrías manera de saber que es lo que él piensa, pero si esa persona comienza a hablar, sus pensamientos viajarán a ti a través de sus palabras, es decir, que la palabra es la incorporación del pensamiento, la palabra viene a ser el cuerpo del pensamiento.

Ahora bien, Dios se ha incorporado tres veces.

1.- La primera incorporación de Dios

Dios que es espíritu se incorporó en la palabra o Verbo, cuatro mil años antes de la encarnación.

Génesis 1: 3 Y dijo Dios: “¡Que exista la luz!" Y la luz llegó a existir.

Juan 1:1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

Equivocadamente, los teólogos han transformado la palabra de Dios en un dogma y un credo. Han convertido la verdad en una filosofía, pero eso es un concepto equivocado, pues la palabra es Dios y Dios es la palabra. El está aquí en su palabra y Él habita en su palabra. La palabra es vida y una voz en tiempo presente, no envejece. La palabra es Dios hablando, y es Dios mismo. La palabra de Dios es como su autor: eterna, invariable, viviente y poderosa. La palabra de Dios es la emanación de Dios, de su mente y de su voluntad.

La palabra de Dios es como su autor: eterna, invariable, viviente y poderosa.

En el hebreo antiguo encontramos el término Dabar, que se refiere a la palabra que sale de la boca de Dios, y se puede traducir igualmente como palabra o cosa; esto significa, que cuando Dios declara que algo ocurra o llegue a existir, esa palabra que él acaba de decir, es exactamente igual a la cosa que está declarando.

Isaías 55: 10-11

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come,

Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.

Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, esa palabra que El pronunció fue como la luz misma, así que Dabar puede ser traducido como palabra o cosa.

Hebreos 11:3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve.

Salmo 33: 6-9 Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas. Él recoge en un cántaro el agua de los mares, y junta en vasijas los océanos. Tema toda la tierra al Señor; hónrenlo todos los pueblos del mundo; Porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme.

2.-La segunda incorporación de Dios

Ocurrió hace dos mil años, a través de la encarnación de su hijo. Déjame aportar un poco más a este principio. En el libro de Génesis capítulo uno, vemos a Dios incorporándose en la palabra cuando dijo: ¡Sea la luz!, cuatro mil años más tarde la palabra o verbo se encarnó en una persona como nosotros llamada Jesucristo.

Juan 1: 14, 18

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

El Verbo fue incorporado en una persona viviente, y ésta persona fue Jesucristo hombre. La declaración de Juan es clara y enfática, pues dice que el Verbo se hizo carne. Quiero objetivar esto un poco más: no dice que Dios se hizo carne, tampoco dice que el Espíritu Santo se hizo carne, pero sí dice que el Verbo se hizo carne.

Juan 1:1

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

¿Por qué la escritura sagrada declara que el verbo se hizo carne? Sencillamente porque no era carne, eso significa encarnarse.

El Verbo es la incorporación de Dios.

Su palabra es el único conocimiento verdadero. Jesús no era un filósofo en busca de la verdad, Él es la verdad; tampoco era un místico, Él es la realidad; Él no era un reformador, Él es un recreador; Él no fue un visionario, Él es la luz del mundo. Nunca razonó, Él sabía y conocía.

Juan 6: 63-68

El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.

Sin embargo, hay algunos de ustedes que no creen. Es que Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a traicionarlo. Así que añadió:

Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre.

Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él. Así que Jesús les preguntó a los doce:

¿También ustedes quieren marcharse?

Señor--contestó Simón Pedro--, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Conocer su palabra es conocerlo a Él

Juan 5:39

Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!

Esta es una confrontación que tuvo Jesús con los fariseos, porque ellos cambiaron a la persona de Jesús por el libro. Convirtieron a Dios en un conjunto de doctrinas, así que Jesús les dijo: “ustedes se pasan todo el tiempo escudriñando las escrituras porque a ustedes les parece que en ellas está la vida eterna, pero la vida eterna soy yo, y esas escrituras solo dan testimonio de mi. Dicho de otra forma se refieren a mi, anunciaron mi venida, y ahora que yo estoy aquí, ustedes no quieren venir a mi para que tengan vida, dado que yo soy la vida”.

Podríamos decir que la Biblia, es como la cáscara y Jesús es la fruta; cada vez que escudriñamos las escrituras debemos tocarlo a Él, buscarlo y anhelarlo; y nunca debemos olvidar que él es galardonador de los que le buscan.

3.-La tercera incorporación de Dios, es en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

Efesios 1: 22- 23 "Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia".

Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.

La iglesia es el cuerpo de Cristo, destinada a expresarle y manifestarle en el mundo.

Este misterioso cuerpo es orgánico, corporativo, y global. El apóstol Pablo hace una sorprendente declaración en el libro de Romanos.

Romanos 10:6-8

Pero la justicia que se basa en la fe afirma: “No digas en tu corazón: ‘¿Quién subirá al cielo?' (Es decir, para hacer bajar a Cristo), O' ¿Quién bajará al abismo?' “(Es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). ¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Esta es la palabra de fe que predicamos:

Lo que Pablo está declarando aquí, es que en un sentido muy real y práctico, Jesús no está en el cielo ni tampoco en el abismo, sino que él está en la Palabra de fe que tú y yo confesamos; esto quiere decir, que cuando nosotros confesamos la Palabra de Cristo frente a un determinado problema, traes literalmente a Cristo al escenario. ¿No es esto asombroso? La Palabra que nosotros pronunciamos, se convierte en el vehículo en que Jesús viaja al lugar de tu necesidad, por el contrario si confesamos incredulidad, pesimismo y negativismo, traemos literalmente el poder de las tinieblas sobre nuestras circunstancias.

1ª Timoteo 6:12

Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.

Por Lucas Marquez

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