EL ANACORETA Y LOS TRABAJADORES DE LA PRIMERA HORA
Habían meditado, como de costumbre, el evangelio del día. En este caso el del amo de la viña que paga lo mismo a los que han trabajado todo el día, que a los que sólo lo han hecho la última hora. El joven seguidor dijo:
- Realmente esta parábola es extraña. Si en el campo o en la fábrica se obrara así, el amo se arruinaría rápidamente.
Rió el Anacoreta y respondió:
- Jesús siempre trata de llamar la atención con sus parábolas. El escenario y los detalles están en función de lo que nos quiere transmitir. Aquí el mensaje es claro. No nos ganamos la salvación con nuestro esfuerzo. Es pura gratuidad de Dios. Las circunstancias de la vida hacen que sigamos a Jesús muy pronto o lo hagamos al final de la vida. Incluso algunos lo siguen sin saberlo. Pero Dios nos espera a todos con los brazos abiertos, porque Él es Amor.
Luego, mientras preparaban el desayuno, añadió:
- Los trabajadores de la primera hora corremos el riesgo de ser ambiciosos, de trabajar "para hacer méritos", para conseguir la salvación e incluso el reconocimiento humano. Así es lógico que no entendamos que la salvación es para todos. El verdadero trabajador de la primera hora es aquel que consagra su vida a sus semejantes sin hacer ruido, sin proclamarlo en voz alta a todos los vientos. Este no trabaja para hacer méritos, sino por amor. Por amor a Dios y por amor a los hombres.
Joan Josep Tamburini
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