lunes, 26 de agosto de 2013

LA PROVIDENCIA

EL ANACORETA Y LA PROVIDENCIA

Aquel visitante le dijo que él no necesitaba ayuda de nadie.

- Creo en la Providencia. Dios proveerá.

El Anacoreta movió la cabeza y sonrió maliciosamente. Después le dijo:

- Es un chiste, pero muy aleccionador. Cuentan que un sacerdote se encontraba en la casa parroquial durante unas lluvias torrenciales. El agua empezó a inundar la planta baja, por lo que se trasladó al primer piso. Al cabo de un rato, unos feligreses llegaron con una barca y le propusieron subir. El respondió que confiaba en la Providencia y que no necesitaba ayuda. El caso es, que el agua continuó subiendo y empezó a inundar el primer piso, por lo que tuvo que trasladarse al segundo piso. Llegó la cruz roja con una barca y el invitaron a subir. Él volvió a responder que no necesitaba ayuda, que la Providencia le ayudaría. Pero el agua siguió subiendo y empezó a inundar el segundo piso. Él se trasladó a la tercera y última planta. Entonces llegó una barca de los bomberos que le conminaron a subir. Él se negó aduciendo que la Providencia le protegía. El caso es que el agua siguió subiendo, la corriente socavó los cimientos, la casa parroquial se derrumbó y el sacerdote murió ahogado. Cuando llegó al cielo estaba muy enfadado y al cruzar la puerta del cielo exclamó: Toda mi vida dedicada a ti. Siempre confiando en tu Providencia y me has abandonado. Entonces resonó la voz de Dios por todo el cielo: " Hijo mío. De qué te quejas; pero si te he enviado tres barcas para salvarte..."

Rió el Anacoreta y concluyó:

- Creemos que la Providencia es algo extraordinario, milagros a la carta...Creer en la Providencia es aceptar la ayuda de los que nos rodean. Las manos que se nos tienden a nuestro alrededor, de conocidos o no, son las manos de la Providencia, las manos de Dios, que quiere ayudarnos.

Joan Josep Tamburini

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