viernes, 26 de julio de 2013

¿Y SI HOY, DÍA DE SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, CELEBRÁRAMOS EL DÍA DE LOS ABUELOS?

Como hacemos ya en España con el Día del Padre o el Día de la Madre, o como hacen en países como Brasil u Honduras precisamente tal día como hoy, 26 de julio, celebrando el de los abuelos.

Y es que la figura de los abuelos es un imperdible de las familias todas las épocas, aportándoles un equilibrio, un cariño y una manera de hacer las cosas que a los niños que han tenido la suerte de conocer a sus abuelos y de tratarlos hasta larga edad, tan indeleble y entrañablemente ha marcado. A veces, hasta cuesta creer que esos abuelos hayan sido padres alguna vez, -algo sin lo que, por otro lado, no podrían haber sido abuelos-, y se hayan comportado como padres excelentes, y luego, a la hora de ser abuelos, hayan podido hacerlo otra vez tan excelentemente, pero de modo tan distinto. Porque evidentemente, no es lo mismo ser padre que ser abuelo, ni tiene porqué serlo.

Por si ello no hubiera sido así durante todos los tiempos de la historia, resulta que esta generación de abuelos en los países occidentales se ha convertido en uno de los pilares sobre los que descansa la nueva sociedad, contribuyendo a tapar los agujeros que la falta de ambos cónyuges produce en el hogar: abuelos que llevan y traen a sus nietos del colegio; abuelos que se quedan con ellos por las noches; abuelos que hasta auxilian a sus nietos con muchas de las asignaturas del colegio o con las tareas que los profesores les mandan para casa.

Unos abuelos que, en pago, ya no reciben la acogida en la casa de sus hijos al final de sus días que sí dieron ellos a los que fueron los abuelos de sus hijos, y muchos de los cuales ven pasar sus últimos días en residencias que por muy bien que lo hagan, que lo hacen, no pueden reemplazar el calor del hogar en el que habita una familia. Algunos de ellos, los menos gracias a Dios, en una terrible soledad añadida que se condice mal con las largas proles a las que dieron lugar, olvidados de todos aquellos a los que regalaron sus mejores esfuerzos y energías.

Y por si todo esto fuera poco, quiero resaltar el valor de esta generación de abuelos españoles, concretamente ésta -y sobre todo, los de la franja de los que ya son o casi bisabuelos-, que me atrevo a definir como la mejor generación de la historia de España. Una generación que vivió la guerra, el hambre y la miseria, la sangre, el sudor y las lágrimas. Una generación que después de más de tres y de cuatro y de cinco, las que les antecedieron, que no se entregaron a otro afán que el de la guerra fratricida hasta poner la guinda en el pastel al comenzar el segundo tercio del s. XX, se decidió por fin a aparcar diferencias y a trabajar hombro con hombro hasta convertir España en uno de los países más modernos y prósperos del mundo, el que nos legaron. Algo a lo que, por si fuera poco el trabajo realizado, sus hijos sólo nos referimos para recordarles “todo lo que hicieron mal”, en la convicción de que tuvimos que llegar nosotros para hacerlo todo “tan bien” como lo hacemos... ¡si es que somos tan estupendos!

¿Para cuándo, pues, el Día de los Abuelos? Entretanto ello ocurre, permítanme que yo me anticipe felicitando a todos los abuelos del país. Y que lo haga hoy, precisamente hoy, 26 de julio, día, por si no lo saben, de San Joaquín y Santa Ana. ¿Qué no sabe quiénes son? Ellos también fueron abuelos. Pinche aquí, amigo lector, y los conocerá mejor.

Luis Antequera

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