Continuamos con la pregunta de las semanas pasadas: ¿Cómo rezar mejor el Padre Nuestro? Y ahora nos detenemos en: "Venga a nosotros tu Reino". Cuando Dios reina en nuestro corazón, reina la paz, porque Reina Su Espíritu de amor y el amor es fuente de paz. El Reino de Dios es un reino de amor, no de temor, es un reino de misericordia, un reino constructivo, no destructivo. Por eso queremos que nuestros corazones y todo el mundo sean conquistados por el fuego del amor de Dios.
Jesucristo vino a instaurar Su Reino (Jn 18,37) y Su Reino ya está en medio de nosotros (Lc 17,21) pero "el Reino de los cielos es como un tesoro escondido" (Mt 13,44). Ya está pero todavía no.... Todavía no todos le conocen, todavía no ocupa Él el primer lugar en todos los ambientes ni en todos los corazones, todavía no le servimos sólo a Él. Por eso pedimos al Padre: "Que la venida de Cristo se verifique en mí."
Por más que buscamos que Cristo reine en nosotros, en nuestras propias vidas constatamos este "ya pero todavía no". Basta ver las veces que pensamos mal de otras personas y hablamos mal de ellas, cuando somos duros en nuestros juicios respecto a los demás, cuando les hablamos con palabras hirientes, cuando nos creemos los poseedores de la verdad, cuando tenemos sentimientos negativos respecto a alguien que nos ha hecho daño, etc. Es que Cristo aún no reina plenamente en nosotros. Cristo reina en mí cuando pienso, quiero, hablo, actúo como Cristo.
El Reino de Dios es Cristo mismo y nosotros queremos que en nuestras familias, en nuestro grupo de amigos, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestra vida.... haya armonía, haya amor, que se desarrollen positivamente, que se realicen plenamente, que sean lo que deben ser, es decir, que sean de Cristo y conforme al estilo de Cristo. Por eso le suplicamos a Dios que su reino venga a nosotros. "Todo lo que deseamos para nosotros se lo auguramos a Él" dice Tertuliano y por eso le deseamos: ¡Que venga tu Reino!
Al pedir que el Reino de Dios venga a nosotros, rezamos para que Su gracia crezca, produzca fruto y progrese en nuestras vidas de modo que con pleno sentido podamos decir: "El Señor es mi Pastor, nada me falta."(Sal 22,1) Dios es muy respetuoso de nuestra libertad, es un Rey en espera de acogida, va ocupando el terreno que le vamos abriendo, abarcando poco a poco en todas las realidades de nuestra existencia. Como sucede cuando escuchas un pasaje del Evangelio, que poco a poco va tomando sentido, hasta que se vuelve una convicción profunda para ti, te transforma y se convierte en tu propia forma de pensar y de ser.
¡Qué importante es rezar con pleno sentido! Que cada vez que recemos el Padre Nuestro y digamos "Venga a nosotros tu Reino", seamos conscientes de que lo que estamos pidiendo es:
- Que esté lleno de amor
- Que irradie bondad
- Que encuentre la fuente de la paz
- Que viva en estado de gracia
- Que se aleje el Enemigo de mi vida
- Que yo desaparezca y sólo te busque a ti
- Que no ambicione nada en la tierra, sino sólo la vida eterna
- Quiero pensar como tú, hablar como tú, sentir como tú, actuar como tú
- Quiero amar a todos por igual: a todos
- Quiero perdonar a todos y de todo
- Quiero que reine la misericordia
- Quiero que todos te conozcan
- Quiero adelantar el Reino que me tienes preparado (cfr Mt 25,34)
- Quiero que tú seas mi gran tesoro, lo único que tema perder
- Quiero que mi corazón arda por la misión como el Tuyo
- Dame un corazón manso y humilde
- Ayúdame a vivir el sufrimiento con sentido, como tú
- Dame un corazón puro
- Que seas tú quien viva en mí (cfr. Gal 2,20)
Como vemos, "Venga a nosotros tu Reino" es una gran oración de súplica; Jesucristo nos dijo: "Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura." Mt 6, 33
Si quieres examinar qué tanto reina Dios en ti, fíjate cómo son tus palabras, tus actitudes con los demás, tus acciones. ¿Se distinguen por la caridad? Si no, es que aún te queda espacio por dejarle a Dios en tu alma. Quien tiene el Reino de Dios en su vida, puede compartirlo; quien está lleno de sí mismo o del espíritu del mal, pues es eso lo que transpira. Donde un cristiano vive el amor, da testimonio de amor y predica el amor, allí se realiza el Reino de Dios. Por eso Pablo VI insistía en que el mundo necesita testigos antes que maestros.
Que la confesión, la recepción frecuente de la Eucaristía y la súplica insistente: "Venga a nosotros tu Reino" nos ayuden a conformar nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad con los de Cristo. Que hayamos orado tan bienque luego podamos "Comunicar a los demás lo contemplado" (Santo Tomás), anunciar el Reino que hemos acogido y experimentado antes en la oración.
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El contenido de este artículo puede reproducirse total o parcialmente en internet, sin fines comerciales y citando siempre al autor y la fuente de la siguiente manera: Autor: P. Evaristo Sada, L.C.; publicado originalmente en: http://www.la-oracion.com
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