Si el otro día hablábamos del final que el destino deparó a uno de los navíos más importantes y conocidos de la Historia, la nao “Santa María” (pinche aquí para verlo), corresponde dedicar la entrada de hoy a las que fueron sus azarosas e inseparables compañeras de aventuras, las dos carabelas de la gran expedición descubridora a América, a saber la “Pinta” y la “Niña”. Vamos pues hoy con la “Pinta”.
La “Pinta”, como también la “Niña” pero a diferencia de la “Santa María”, era verdaderamente una carabela. Construida en los astilleros de Palos unos años antes del primer viaje, fue la elegida por Martín Alonso Pinzón, que ya había navegado con ella, que la alquila a los armadores Gómez Rascón y Cristóbal Quintero, quienes formaron parte de su tripulación en el viaje en el que hizo historia.
Era una carabela nórdica de velas cuadradas con un velamen sencillo. Pesaba unas 60 toneladas, con 17 metros de eslora y 5,36 metros de manga. Podía portar 26 hombres y el capitán. Los palos de trinquete y mayor iban aparejados con una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el palo de popa o mesana, portaba una vela latina. Era la más ágil de las tres naves colombinas, y con frecuencia, tenía que esperar a sus compañeras, lo que también se ha de atribuir a las dotes de su capitán.
Separada de la “Niña” en el viaje de vuelta por el fuerte temporal del 14 de febrero a la altura de las Islas Azores, arriba a puerto el 1 de marzo de 1493 en Bayona (Pontevedra), es decir tres días antes de que Colón lo hiciera en Lisboa, siendo por lo tanto el primero que transmite el éxito de la expedición transatlántica.
Desde que fue declarada fiesta oficial en 1974, se celebra anualmente la Fiesta de la Arribada en la villa de Bayona, y con motivo del V Centenario se construyó en Isla Cristina una réplica.
Luis Antequera
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