domingo, 26 de mayo de 2013

VANIDAD DE VANIDADES


Ayer hablaba de la condensación de belleza que puede haber en una simple inicial en un pergamino. Lo triste es pensar cuántas de estas iniciales se habrán destruido en el camino de la Historia.

Esto nos lleva a tener que aceptar la vanidad de las cosas. La belleza también ser marchita y desaparece. La belleza, no sólo el rostro de las jovencitas de caras tersas. Sí, tenemos que aceptar esta ley del mundo. Dios así lo quiere. Todo es efímero. ¿Cuántas partituras de Bach fueron destruidas al vender su hijo las planchas de bronce de su padre? Norman Rockwell vio arder el lugar donde acumulaba muchos de sus cuadros. Todo pasa, hay que aceptarlo. ¿Veremos algún día caer la cúpula de la Basílica de San Pedro? ¿Veremos las ruinas de la Catedral de Colonia? Quién sabe. Sólo Dios es Dios. Sólo Dios permanece.

PUBLICADO POR PADRE FORTEA

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