jueves, 16 de mayo de 2013

EL «RESPLANDOR» DE DIOS EN NUESTRO TIEMPO


Hace años, tuve en mis manos tres libros, con muy poca diferencia de tiempo, que hablaban de un mismo tema desde visiones muy diferentes. Hoy quiero recordarlos.

Se trata de la presencia amorosa y avasalladora de Dios en la vida de cada hombre y, por tanto, de la entera humanidad. De la conciencia del latir de Dios en nuestro tiempo hay resonancias desde distintas interpretaciones. Gilles Kepler tituló un libro como “La revancha de Dios”. El sacerdote y filólogo catalán Manuel Balasch me obsequió con un libro suyo: “L’ esclat de Déu”. El resplandor de Dios. Es el título del capítulo quinto. Es todo un “crescendo” en el acierto de expresar la iluminación del mundo por Dios.

Tiene un largo y precioso capítulo, en el que comenta la irrupción de Dios en la vida el hombre, aún en “amante incoherente”, pecador.

Kepel –del Instituto de Estudios Políticos de París-, desde una perspectiva puramente política y sociológica, se hace eco, con algún tinte de preocupación por el fundamentalismo, del resurgir de las tres grandes religiones monoteístas, que reaccionan ante el laicismo. Aunque reconoce para el cristianismo que “en esta empresa nunca se ha recurrido a la violencia, ni siquiera bajo regímenes comunistas que prohibían la libre expresión de las ideas”.

Laurentin sostiene con buen criterio que en un mundo que ha de curar “porque vivimos en una coyuntura cultural en la que la fe vive en un clima de asfixia, porque relega a Dios fuera de nuestro alcance” es preferible hablar de curación, que es una palabra positiva, aunque se refiera a las enfermedades. Por eso, habla de “terapia” de Dios, que ya está inscrita en la naturaleza, que Dios ha hecho tan apta para rejuvenecerse, regenerarse y reponerse por sí misma.

Añade: “En un nivel sobrenatural, consiste en “vencer el mal con el bien”. (Rom. 12, 21), el odio con el amor, el pecado con el sacrificio. La naturaleza –subraya- tiene horror al vacío que es el mal. Hay que apostar por la capacidad de llenarlo todo, capacidad de la cual surge el bien”. Agudamente, ante la tentación de enunciados pesimistas de males, anota que “el florilegio de lo peor .proporciona autosatisfacción a los mediocres”

El “resplandor de Dios “en nuestro mundo tuvo el ritmo imparable de un amanecer. que alcanza su cenit justamente en el cenit del mediodía de la humanidad, que fue la resurrección. Pero la fiesta de la Presentación en el Templo, es la llegada de quien era “la Luz” al Templo de Jerusalén.

No hay revancha por parte de Dios, sino que, como expresa Ruiz de la Peña en uno de sus libros, “no hemos sido creados por el Dios del deísmo, somos criaturas del Dios encarnado (“todo fue hecho por él”) dependemos enteramente de ese Dios en cuanto al origen, en cuanto a la persistencia en ser y en cuanto al fin (“Todo fue hecho para Él”) Por consiguiente, la única historia de nuestra humanidad será historia de salvación.

Cardenal Ricardo M. Carles

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