Es el Espíritu Santo el que le permite al cristiano tener "memoria" de la historia y de los dones recibidos de Dios. Sin esta gracia, se está en peligro de caer en la idolatría. Estas fueron las ideas principales de la homilía del papa Francisco en la misa celebrada hoy en la Casa Santa Marta, según informa Radio Vaticana
La celebración contó con la participación de los empleados de la Dirección técnica, administrativa y general de Radio Vaticano y del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes, encabezada por los superiores de la Congregación, el cardenal Antonio María Vegliò, presidente; así como de monseñor Joseph Kalathiparambil y el padre Gabriel Bentoglio, secretario y subsecretario respectivamente, quienes concelebraron con el papa.
EL GRAN DESCONOCIDO
La respuesta que san Pablo recibe de un grupo de discípulos en Efeso, narrada en Hechos de los Apóstoles, es sorprendente: "Ni siquiera hemos oído decir que exista un Espíritu Santo".
El papa Francisco observa así con realismo, que la falta de conciencia que manifiestan los cristianos hace dos mil años no es solo "algo de los primeros tiempos", sino que el Espíritu Santo “es siempre como el desconocido de nuestra fe".
«Hoy en día, muchos cristianos no saben quién es el Espíritu Santo, qué es el Espíritu Santo. Y a veces se oye: "Pero yo me organizo bien con el Padre y con el Hijo, porque rezo el Padre Nuestro al Padre, estoy en comunión con el Hijo, pero con el Espíritu Santo, no sé qué hacer...". O te dicen: "El Espíritu Santo es la paloma, la que nos da siete dones”. Pero así el pobre Espíritu Santo está siempre al final y no encuentra un buen lugar en nuestra vida».
DIOS DE LA MEMORIA
Sin embargo, dijo el Francisco, el Espíritu Santo es un "Dios activo en nosotros", un "Dios que hace recordar" que "despierta la memoria". Jesús mismo lo explica a los apóstoles antes de Pentecostés: el Espíritu que Dios les enviará en mi nombre, asegura, "les recordará todo lo que yo les he dicho". Lo contrario para un cristiano, crearía una pendiente resbaladiza:
«Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un hombre o una mujer prisionera de la coyuntura, del momento; no tiene historia. La tiene, pero no sabe cómo asumir la historia. Es justamente el Espíritu que le enseña cómo asumir la historia. La memoria de la historia... Cuando en la Carta a los Hebreos, el autor dice: "Acuérdense de sus padres en la fe" –memoria; “recuerden los primeros días de su fe, cómo fueron valientes"-memoria. Memoria de nuestra vida, de nuestra historia, memoria del momento que hemos tenido el privilegio de conocer a Jesús; memoria de todo lo que Jesús nos ha dicho».
"Esa memoria que viene del corazón, es una gracia del Espíritu Santo", afirmó el papa Francisco. Y tener memoria, precisa, también significa recordar las propias miserias, que nos vuelven esclavos, y junto a ello la gracia de Dios que redime de aquellas miserias: «Y cuando llega un poco la vanidad, y uno cree que es un poco el Premio Nobel de la Santidad, también la memoria nos hace bien: 'Pero... recuerda de dónde te tomé: del último de la grey. Tu estabas detrás, en la grey'. La memoria es una gracia grande, y cuando un cristiano no tiene memoria --es difícil decir esto, pero es la verdad--, no es cristiano, es un idólatra.
Porque está frente a un Dios que no tiene un camino, no sabe hacer camino, y nuestro Dios camina con nosotros, se mezcla con nosotros, camina con nosotros. Nos salva. Hace historia con nosotros. Memoria del todo, y la vida se vuelve más fructífera, con esta gracia de la memoria».
El santo padre concluyó con una invitación a los cristianos a pedir la gracia de la memoria, para ser personas que nunca olviden el camino cumplido, que “no olvidan las gracias de sus vidas, no se olvidan del perdón de los pecados, no olvidan que eran esclavos y que el Señor los salvó".
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.
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