Decía que lo había probado todo. Se había formado seriamente. Asistía a cursillos, reuniones. Leía todo lo que se publicaba sobre apostolado...Sin embargo se quejaba de que no veía los frutos.
Lo miró él Anacoreta con simpatía y le preguntó:
- ¿Has probado a amar a los hombres?
Ante la cara de sorpresa que puso el apóstol, el anciano se explicó:
- El Evangelio expresa todo el amor de Dios y de Cristo por los hombres. Si de verdad queremos anunciarlo, es amando a los hombres como debemos hacerlo.
Luego, sonriendo, concluyó:
- Dedica más tiempo a que vean que los amas. ¿Cómo vas a transmitir el Amor sin amar? Los frutos no dependen tanto de nosotros, sino de Dios.
Joan Josep Tamburini
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