martes, 14 de mayo de 2013

EL ABORTISTA KERMIT GOSNELL, CONDENADO POR EL ASESINATO DE TRES BEBÉS Y DECENAS DE OTROS CARGOS


Podría ser sentenciado a muerte.

También ha sido hallado responsable de la muerte de una mujer que se sometió a un aborto en su clínica.

El médico abortista de Filadelfia (Estados Unidos) Kermit Gosnell fue declarado culpable de tres de las cuatro acusaciones de asesinar bebés que nacieron vivos tras abortos fallidos. Gosnell, de 72 años, podría enfrentarse a la pena de muerte por las acusaciones de asesinato. El jurado escuchará los argumentos a favor y en contra el próximo martes.

Los bebés no nacidos eran conocidos solamente por letras, y Gosnell fue sentenciado por los asesinatos de Bebé A, Bebé C y Bebé D, en su clínica en Filadelfia, la Women’s Medical Society.

El Bebé A fue asesinado luego de que Gosnell indujera el parto a su madre, que tenía cerca de 30 semanas de embarazo. Según el informe presentado en el juicio, Gosnell rompió la columna vertebral del bebé y puso su cuerpo en una caja de zapatos para tirarlo, “bromeando” con que el bebé era tan grande que podría "acompañarle a la parada de autobús".

En el caso del Bebé C, se movía y respiró 20 minutos después del parto hasta que un asistente le cortó la columna vertebral.

El Bebé D nació dentro de un retrete. Un trabajador de la clínica dijo a las autoridades que el bebé se movía y parecía que nadaba. Otro trabajador lo sacó de allí y le cortó el cuello.

A Gosnell se le encontró “no culpable” de la muerte del Bebé E, quien según un testigo lloró antes de que Gosnell lo matara y lo pusiera en un cubo de basura.

LOS CASOS DESCARTADOS

Inicialmente el abortista estadounidense se enfrentaba a siete acusaciones de asesinato en primer grado, por la muerte de niños presuntamente eliminados tras nacer vivos.

El juez Jeffrey Minehart descartó tres de las acusaciones por asesinato de bebés por razones no declaradas. El abogado de Gosnell ha argumentado que no había prueba de que los bebés naciesen vivos.

LAS OTRAS ACUSACIONES

El médico abortista fue encontrado culpable de homicidio involuntario por la muerte de una paciente, que murió de una sobredosis en 2009. Los fiscales habían buscado una acusación por asesinato en tercer grado en su caso, diciendo que Gosnell dejó que su personal, sin entrenamiento ni licencia, diera a la mujer inmigrante butanesa una combinación letal de medicamentos.

El abortista también fue condenado por infanticidio en la muerte del Bebé A, y conspiración en las muertes de los bebés D y C.

Gosnell afrontaba más de 250 acusaciones, incluyendo crimen organizado, conspiración y violaciones de las prohibiciones de abortos tardíos en Pensilvania, y a más de 200 cargos de violar una ley estatal que requiere un período de espera de 24 horas para un aborto.

CIEN CUELLOS CORTADOS QUE NO INTERESARON A LOS MEDIOS DEL ESTABLISHMENT

Los crudos testimonios en el juicio incluyeron informes de que Gosnell y su personal cortaron los cuellos de más de cien bebés que sobrevivieron a abortos. Un médico en la clínica testificó que el procedimiento era "literalmente una decapitación”. El informe presentado en el juicio señala que la mayoría de los actos no podían ser procesados porque Gosnell destruyó los archivos.

El nombre de Gosnell se convirtió en un grito de guerra para los defensores de la vida, que lamentaron la falta de cobertura de los principales medios de comunicación en su juicio. Sus esfuerzos en las redes sociales han ayudado a llamar la atención sobre el caso. La presidenta del grupo pro-vida Live Action, Lila Rose, dijo que los “espantosos e inhumanos crímenes” de Gosnell “clamaban justicia”.

GOSNELL NO ES UN CASO AISLADO

“Aunque celebramos este veredicto, honramos y lloramos también a aquellos inocentes que no pudieron comparecer en el juicio, y debemos recordar que Gosnell no es un caso aislado dentro de la industria del aborto”, dijo Rose el 13 de mayo.

El abogado de Gosnell, Jac McMahon, dijo que su cliente estaba “decepcionado” y “molesto” por el veredicto. McMahon dijo, según Fox News, que el jurado “obviamente se tomó su trabajo en serio y el veredicto debe ser respetado por ese esfuerzo”. En efecto, el jurado, compuesto por siete mujeres y cinco hombres, estuvo reunido dos semanas para la deliberación.

UNA HISTORIA SINIESTRA

La clínica de Gosnell tuvo una mínima supervisión en 1993, y desde entonces ninguna más. Los asesinatos de bebés sobrevivientes de abortos en su clínica no fueron descubiertos hasta que el FBI (Federal Boureau of Investigation) y la DEA (Agencia de Control de Drogas) realizaron una redada en febrero de 2010, buscando pruebas de distribución ilegal de analgésicos que requerían receta médica.

Los investigadores encontraron salas manchadas de sangre y equipos sucios. La clínica almacenaba fetos abortados en un congelador en el sótano, en contenedores plásticos de comida y bolsas, junto a los almuerzos de los trabajadores.

Gosnell conservó pies cortados de bebés no nacidos, preservados en frascos de muestras, presuntamente para futura identificación de muestras de ADN.

Los trabajadores de su clínica habrían mandado a mujeres a dar a luz en retretes, un médico habría contagiado una enfermedad de transmisión sexual a mujeres debido a los pobres niveles de calidad y un trabajador de 15 años administró anestesia a pacientes. La clínica presuntamente daba mejor trato a las pacientes blancas. Muchos de los exempleados de Gosnell se han declarado culpables de asesinato y otras acusaciones.

El caso de la clínica de Gosnell resultó en el despido de dos autoridades de alto nivel en el departamento de salud de Pensilvania, y reglas más duras para las clínicas abortistas de Filadelfia, ninguna de las cuales ha sido inspeccionada en los últimos 15 años.

EL ABORTO, NEGOCIO REDONDO PARA QUIENES LO PRACTICAN

Gosnell operaba además una clínica en Delaware y aún tiene que hacer frente a acusaciones federales por drogas. El médico abortista realizó miles de abortos durante sus treinta años de carrera, amasando una fortuna de alrededor de 1,8 millones de dólares al año. Las autoridades encontraron 250.000 dólares escondidos en una habitación cuando registraron su casa.

Aciprensa / ReL

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