A menudo se habla -con razón- de los atropellos que ha sufrido la familia a causa de muchas legislaciones que no han sabido valorarla y reconocerla como la célula básica de la sociedad; sin embargo, ¿cuántas veces hablamos de los ataques que surgen en el seno de la propia familia? Por ejemplo, cuando uno de los hermanos herederos, intenta despojar a otro de lo que le toca. Es importante subrayar la importancia de buscar sinceramente mejorar las relaciones desde dentro, sin dejarse derrotar por los familiares que únicamente buscan o pretenden provocar chismes, envidias y rupturas.
Los papás y los abuelos, son un regalo, pero también pueden provocar mucho daño si se obsesionan con imponerse, violentando a sus hijos y nietos o tratando de comprarlos para unirlos a su causa. Me platicaron un caso en el que la mamá no deja en paz a su hija casada, llamándola todo el tiempo por teléfono y aprovechando cualquier oportunidad para hablarle mal de su esposo sin haber una causa que lo justifique. ¡Eso sí, procura ir a Misa diario! Como es lógico, una católica de verdad no haría nada para perjudicar a su familia, siendo caprichosa, posesiva y prepotente.
Nadie es perfecto, pero hay de pecados a pecados. Sin duda alguna, decirle a tu hija que sus hijos son lo peor del mundo, solamente para separarla de ellos y ganar poder en lo que a la posesión se refiere, es terrible, algo incompatible con la fe; sin embargo, son situaciones muy frecuentes y ante las que conviene reaccionar con madurez, inteligencia, equilibrio y sentido común. En este caso, la hija tendría que ubicar a su mamá, dándose cuenta –aunque le duela- que lo único que pretende es marginarla de su propia familia.
Seamos un motivo de unión a nivel familiar, sabiendo hacer la parte que nos corresponde, pues sólo alguien muy amargado y enfermo, podría despertar con el deseo de provocar caos y desunión. Que por nosotros no quede. Antes bien, pongamos manos a la obra, sin ceder a los caprichos de quienes quieren hacer daño. La familia es un regalo que hay que cuidar.
Carlos J. Díaz Rodríguez
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