Es difícil saber con exactitud los nombres de los autores de los 4 evangelios canónicos. La tradición eclesiástica atribuye la autoría de los evangelios a los santos que conocemos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sin embargo los evangelios son fruto de las memorias de toda una comunidad de testigos que conocieron a Cristo, el Señor.
Hay evangelios aceptados por la comunidad cristiana desde los primeros tiempos. Otros, por el contrario, no fueron aceptados debido a que no la comunidad los consideró fuera del testimonio recibido por los apóstoles y discípulos de Jesús. Los primeros que mencionamos aquí son los evangelios canónicos, mientras que los otros son los evangelios apócrifos, pues no se tiene por legítimo su origen.
Revisemos la originalidad de los evangelios canónicos desde un punto de vista crítico e histórico, tomando en cuenta los datos que otras fuentes dan y que concuerdan con los dato de los evangelios.
Si los evangelistas hubieran dicho lo que no es verdad, sus Evangelios hubieran sido rechazados por aquella generación que era testigo de los hechos. No existe ningún documento que muestre este rechazo.
En cambio los Evangelios Apócrifos, que carecen de rigor histórico, fueron comúnmente rechazados. Son relatos fantasiosos e inverosímiles. Contienen errores en la geografía de Palestina, y les falta fidelidad al marco histórico.
Los Evangelios falsarios llamados Evangelios Apócrifos nunca han sido aceptados por la Iglesia, por no estar contenidos en el «Canon de Muratori» que es una lista de los libros inspirados que hizo la Iglesia en el siglo II.
Los datos que dan los Evangelios sobre la geografía del país, situación política y religiosa, y sobre las costumbres, concuerdan con lo que sabemos de todo esto por otras fuentes.
Además, los evangelistas murieron por defender la verdad de lo que decían; y nadie da su vida por lo que sabe que es mentira.
Aparte de que como están inspirados por Dios no pueden equivocarse ni mentir. El Concilio Vaticano II dice que la Biblia entera está inspirada por Dios. Y San Pablo: «La Escritura está inspirada por Dios».
Por otra parte, los cuatro Evangelios narran los mismos hechos, coincidiendo en lo fundamental y diferenciándose en lo accidental. Si cada uno por su lado se hubiera propuesto engañar, no hubieran coincidido tanto; y si se hubieran puesto de acuerdo para engañar, se hubieran evitado las diferencias llamativas.
Cada uno ha narrado sinceramente los hechos recogiendo los detalles que a él más le habían impresionado. Cada evangelista hizo su selección de materiales y acontecimientos, e incluso la sucesión de los hechos, según su finalidad catequética.
Cada evangelista presenta desde un ángulo de visión personal la figura y doctrina de Jesús. El Evangelio de Mateo, dirigido a una comunidad cristiana proveniente del judaísmo, y el Evangelio de Lucas dirigido a una comunidad proveniente de la gentilidad, muestran enfoque diverso .
LAS DIFERENCIAS DE LOS EVANGELIOS
Los Evangelios ofrecen diferencias debidas a que no siempre citan textualmente las palabras de Jesús, ni cuentan las cosas con la exactitud rigurosa que exigimos modernamente. Cada uno cuenta lo que recuerda a su modo, según su propio estilo: unos se limitan a lo esencial, otros se extienden más en los detalles, sin destacar claramente los elementos esenciales; unos tienen una narración más abstracta, otros más concreta o popular, etc. Varía mucho la narración de un hecho según la psicología del narrador, de su modo de observar, de su memoria, de su imaginación, de su carácter y del auditorio al que se dirige. Teniendo en cuenta que no se trata de observadores o narradores de psicología occidental y moderna de hoy día, sino de un mundo antiguo, de cultura y mentalidad muy simple, en que domina más el elemento imaginativo. Pero como son libros inspirados, todo lo que dicen tiene la aprobación de Dios, que respeta la peculiaridad del escritor-instrumento, y no le dicta como a un mecanógrafo las cosas que tiene que decir, sino que respeta su modo de hablar, y tan sólo le detiene ante el error .
El Evangelio de San Mateo se escribe para los judíos, por eso se insiste en que Jesús es el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento.
El Evangelio de San Marcos refleja la catequesis en Roma de San Pedro a quien acompañaba; por eso explica muchas costumbres y tradiciones judías a los que no lo son.
El Evangelio de San Lucas se escribe para comunidades de cristianos de mentalidad griega, procedentes del paganismo, por eso se insiste en que Jesús es el Salvador.
El Evangelio de San Juan es el último que se escribe. Por eso completa a los otros tres, que se parecen mucho entre sí (por eso se llaman sinópticos), y cuenta cosas que los otros omitieron. Se centra en la persona de Jesús, y es el más teológico de los cuatro.
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Gabriel González Nares
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