Un testimonio que estremeció
Madrid el 6 de abril.
Miles de
personas vieron conmovidas cómo Esther abrazaba a la pequeña Carlota en la
concentración del Sí a la Vida. Pero el negocio del aborto casi las separa para
siempre.
Esther
Aranda, 39 años, estuvo a punto de abortar a su hija Carlota, y así lo explicó
el pasado sábado 6 de abril a miles de personas que acudieron a la Puerta del
Sol de Madrid, en la gran concentración del "Sí a la Vida".
Fue hace dos años. Ella ya tenía entonces dos hijos pequeños, de 4 y 3 años, ella y su marido (el padre de Carlota) estaban separados, ella estaba sin trabajo y vivía en casa de sus padres. La llegada de un nuevo bebé le caía encima como una catástrofe insuperable, en la soledad y la precariedad. Y fue a la clínica abortista.
"Era la cuarta en la sala de espera de aquella clínica abortista. Mientras aguardaba mi turno, escuchaba a mi alrededor las conversaciones de las demás pacientes que habían acudido con la intención de abortar. Había chicas jóvenes, para las que aquello parecía un mero trámite. Algunas comentaban dónde irían a comer después de la "gestión" o qué calzado querían comprar. Yo estaba hecha polvo", recuerda de esas horas horribles.
"Finalmente, una enfermera pronunció mi nombre en alto: había llegado el momento. Bebí agua y –aún sigo sin saber por qué– cogí mi monedero. Al abrirlo, lo primero que vi fue una fotografía de mis dos hijos".
Y entonces, las imágenes de Alejandro y Noelia lo cambiaron todo, pusieron rostros a aquella realidad de pasillos y salas oscuras: no se trataba sólo de "un embarazo"; se trataba también de un hermano.
"Fue entonces cuando me di cuenta de que no sólo no podía acabar con la vida que se gestaba en mi interior, sino que tampoco podía arrebatarle a ellos a su nuevo hermano. Di marcha atrás. Me levanté, me dirigí hacia la puerta y cuando alcancé la calle vi una luz intensa. Eso era la vida –pensé– y no lo que había en aquella clínica".
Así Carlota, hoy con 19 meses, se convirtió, junto a Alejandro (seis años) y Noelia (cinco años), en el tercero de los hijos de Esther Aranda, una de las personas que intervino el pasado sábado en la concentración «Sí a la vida» de Madrid.
«No me imagino la vida sin Carlota. A veces la miro y siento pena por lo que pude haber hecho. Algún día le contaré su historia para que sea consciente de lo importante que es la vida», asegura Esther al diario La RAzón.
Hoy Esther está convencida de que apostar por la vida siempre es la mejor opción. «No conozco a ninguna madre que se arrepienta de haber dado a luz, de escuchar a su hijo y verle sonreír cada día», explica.
Esther, junto con otras dos madres ayudadas por Red Madre, ya explicó su testimonio en "El Gato al agua" de Intereconomía TV hace un año (ella interviene a partir del minuto 4, y después otros dos testimonios valientes).
Fue hace dos años. Ella ya tenía entonces dos hijos pequeños, de 4 y 3 años, ella y su marido (el padre de Carlota) estaban separados, ella estaba sin trabajo y vivía en casa de sus padres. La llegada de un nuevo bebé le caía encima como una catástrofe insuperable, en la soledad y la precariedad. Y fue a la clínica abortista.
"Era la cuarta en la sala de espera de aquella clínica abortista. Mientras aguardaba mi turno, escuchaba a mi alrededor las conversaciones de las demás pacientes que habían acudido con la intención de abortar. Había chicas jóvenes, para las que aquello parecía un mero trámite. Algunas comentaban dónde irían a comer después de la "gestión" o qué calzado querían comprar. Yo estaba hecha polvo", recuerda de esas horas horribles.
"Finalmente, una enfermera pronunció mi nombre en alto: había llegado el momento. Bebí agua y –aún sigo sin saber por qué– cogí mi monedero. Al abrirlo, lo primero que vi fue una fotografía de mis dos hijos".
Y entonces, las imágenes de Alejandro y Noelia lo cambiaron todo, pusieron rostros a aquella realidad de pasillos y salas oscuras: no se trataba sólo de "un embarazo"; se trataba también de un hermano.
"Fue entonces cuando me di cuenta de que no sólo no podía acabar con la vida que se gestaba en mi interior, sino que tampoco podía arrebatarle a ellos a su nuevo hermano. Di marcha atrás. Me levanté, me dirigí hacia la puerta y cuando alcancé la calle vi una luz intensa. Eso era la vida –pensé– y no lo que había en aquella clínica".
Así Carlota, hoy con 19 meses, se convirtió, junto a Alejandro (seis años) y Noelia (cinco años), en el tercero de los hijos de Esther Aranda, una de las personas que intervino el pasado sábado en la concentración «Sí a la vida» de Madrid.
«No me imagino la vida sin Carlota. A veces la miro y siento pena por lo que pude haber hecho. Algún día le contaré su historia para que sea consciente de lo importante que es la vida», asegura Esther al diario La RAzón.
Hoy Esther está convencida de que apostar por la vida siempre es la mejor opción. «No conozco a ninguna madre que se arrepienta de haber dado a luz, de escuchar a su hijo y verle sonreír cada día», explica.
Esther, junto con otras dos madres ayudadas por Red Madre, ya explicó su testimonio en "El Gato al agua" de Intereconomía TV hace un año (ella interviene a partir del minuto 4, y después otros dos testimonios valientes).
ReL
No hay comentarios:
Publicar un comentario