lunes, 1 de abril de 2013

EL SACRIFICIO DE ISAAC: CUANDO ABRAHAM ALZÓ EL CUCHILLO SOBRE SU HIJO, AL QUE TANTO AMABA


El entorno del Patriarca no era tan distinto al nuestro.

¿Cómo es que Abraham, el gran patriarca de la Biblia, asumió un riesgo absoluto? La imagen del padre que puso a su hijo sobre un altar sigue espeluznando a nuestra cultura.

Uno de los momentos más dramáticos de la Historia Sagrada tiene lugar cuando Yahvé ordena a Abraham matar en sacrificio a su propio hijo Isaac.

Esta Semana Santa millones de espectadores han experimentado los fuertes sentimientos que despierta la escena del padre alzando su cuchillo sobre el hijo, en la nueva serie norteamericana La Biblia o en la versión anterior italiana de LuxVide o en tantas otras recreaciones. En la vigilia de Pascua, es un fragmento que leen todas las parroquias del mundo de rito latino.

Es un capítulo a la vez misterioso e inquietante, que ha suscitado una reflexión inacabable en la historia del pensamiento y del arte en Occidente, y que resuena hoy como ayer en una sociedad que se replantea una y otra vez la relación entre padres, hijos... y Dios.

F. Gotor se ha sumado a esta reflexión universal sobre la fe, el Creador y la filiación en su libro en Ediciones de Buena Tinta , centrándose en El sacrificio de Isaac en cuatro personajes sobre una recreación ficticia, aunque documentada y creíble, que desarrolla sus ideas con soliloquios y coloquios sobre el Dios misterios que puede dar razón de la vida y suscitar la expectativa de una pervivencia ultraterrena.

Abraham, Sara, el muchacho y un anciano servidor dan voz a las inquietudes del hombre, bajo el cielo inmenso del Dios a la vez escondido y presente y exigente.

¿Cómo es que Abraham, el gran patriarca de la Biblia, asumió un riesgo absoluto ante posibilidades inciertas y equiparadas y eligió la alternativa de una renuncia radical? ¿Era la clave que tenía confianza en que el ser perduraría?

"Después de mi jubilación, impulsado por experiencias y reflexiones, decidí dar expresión a mis reflexiones con intenciones apologéticas", explica el autor. Abraham, hombre de fe rodeado de compañeros tan titubeantes y quebradizos como nosotros mismos, es el personaje que permite concretar un drama cósmico tan antiguo como el hombre.

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