En 1Co.12,10, nos dice la Biblia
que uno de los dones dados por El Espíritu Santo a la Iglesia es el
discernimiento de espíritus.
Este don es utilizado para proteger a los creyentes de espíritus malos que se muevan en el ambiente o bien dirigirlo hacia donde el Espíritu nos lleve de manera sobrenatural.
Discernir significa reconocer o identificar. Separar para elegir; discernimos lo bueno de lo malo, tiene que ver con la búsqueda que tiene el hombre de Dios, de lo que le agrada, encontrándose en ese caminar fuerzas contrarias pero desiguales, la acción del espíritu de Dios que trata de conducirlo por la verdadera senda, ayudándole a reconocer y vencer los obstáculos y la acción del mal. El demonio que es enemigo de Dios, que trata de todos los medios a su alcance de apartarnos del camino verdadero y así precipitarlo junto a él al abismo eterno (1P. 5,8; Gn.3,14 ; Mt. 4,1-10).
Nosotros mismos y nuestros intereses, porque
podemos estar escuchando nuestra voz interior y la podemos confundir porque nos
agrada mucho lo que escuchamos.
El discernimiento puede ser el
arte del sentido común es decir una intuición natural que puede ser adquirida o
puede ser un carisma, un don particular que comunica el Espíritu Santo para
reconocer de que origen provienen los movimientos interiores del alma.
El “arte” del
discernimiento no sustituye la luz de Dios. Siempre será necesario pedir esa
luz para usar acertadamente las reglas de discernimiento.
El poder utilizar el
discernimiento de espíritus es un regalo dado por Dios ( 1 Cor 12:7, Gál 3:5,), el cual nos guía hacia el
orden de Dios (1 Cor 14:29-33) en medio del mover del Espíritu Santo y de los
otros espíritus .
Este don nos sirve para: Prevenir, Ver más allá de lo que muchos ven,
Ponernos en aviso, Distinguir, Ver las intenciones del corazón .
Además de estos usos que Dios le
da a este maravilloso don, existen lugares y ocasiones especiales por las
cuales se puede "activar", es decir que puede ser utilizado en
momentos como los siguientes:
En ministración (Se discierne por
medio de la confesión, imposición de manos, al tener contacto, o al recibir una
luz acerca del problema o bien la raíz del problema que se esté afrontando)
Consejería (Por medio de este don
se pueden visualizar los problemas desde otro ángulo y poder dar un consejo
adecuado y oportuno a la situación que esté viviendo una persona específica)
Liberación (para conocer cuál
espíritu o demonio es el que ha tomado lugar en un cuerpo y desalojarlo por medio
de la guía que Dios dé por medio de su Espíritu Santo.)
En la unidad con Dios al momento
de ministrar los dones.
Antes de pedir a Dios este don
debemos tener clara la motivación que nos lleva a solicitarlo, pues la Biblia
dice que si nosotros lo anhelamos con el propósito de que sirva de edificación
a la Iglesia, Dios lo hará abundar en nosotros.
A continuación daremos algunos
ejemplos que se observan en la Palabra de Dios acerca de la forma en que este
maravilloso don actúa, ya que no siempre va a ser la misma manifestación, pues
Dios es soberano y se puede manifestar de distintas formas cada vez que él lo
considere necesario hacer.
Jesús sana a la suegra de Pedro
(Lc. 4:38-39).
Es importante notar aquí que El
Señor tomó autoridad sobre la fiebre, la reprendió y ésta tuvo que abandonar el
cuerpo de la suegra de Pedro.
Esta es una característica muy
importante del don de discernimiento de espíritus, ya que al discernir el
espíritu (bueno o malo), habrá que tomar autoridad, si es necesario sobre este
espíritu y desalojarlo directamente.
Jesús sana a un hombre poseído por un espíritu (Mar 9:25)
Nuevamente Jesús discierne el espíritu que había
tenido atormentado a este hombre, lo reprende, e inmediatamente el espíritu
huye.
El discernimiento es señal de
madurez. El discernimiento puede ser
igual un don, como nos lo enseña Pablo (1Co.12,10).
En este caso Dios da por gracia un instinto
sobrenatural muy seguro que permite reconocer inmediatamente el origen
sobrenatural y no sobrenatural de las inspiraciones interiores que animan a una
persona o grupo.
En la palabra discernir
encontramos la clave de lo que buscamos con nuestra búsqueda de la voluntad de
Dios. Es una palabra muy querida en la
Renovación Carismática católica puesto que alude a uno de los carismas del
Espíritu Santo.
Podemos profundizar también el tema del
discernimiento a la luz de la Conferencia de Puebla y de las enseñanzas del
Papa Pablo VI.
El discernimiento es un acto
fundamentalmente cristiano, mientras se haga a partir del Evangelio, con visión
de Fe.
Es a partir del evangelio como los signos de los tiempos se convierten en interpretaciones de Dios a las que debe responder la acción evangelizadora de la Iglesia en general y de cada uno de los cristianos en particular.
Fue Pablo VI quien de manera más decidida saco del
olvido el discernimiento y lo colocó como actitud fundamental y primera, en la
acción evangelizadora conscientemente desarrollada. Texto clave en su doctrina
es la carta Octogésima Adveniens escrita en 1971.
Condiciones fundamentales para
que el discernimiento merezca el nombre de cristiano:
Comunitario: El discernimiento que aspira examinar y transformar
la realidad debe ser comunitario, es competencia de las comunidades cristianas.
La complejidad de la realidad imposibilita que sea
realizado solo por una persona, que se base solo en una palabra cuando se trata
de la vida de la iglesia.
Pero es lógico admitir que ese discernimiento
comunitario debe verse acompañado en todo momento por el discernimiento
personal (Octogésima Adveniens, No 49)
Carismático: Todo
autentico discernimiento debe realizarse bajo la acción del Espíritu Santo. Su
luz es absolutamente imprescindible.
Por eso la oración es el ambiente
normal en donde disciernen los hermanos.
Allí suplican al paráclito que
les de la caridad de su iluminación.
Eclesial: Para discernir
eclesialmente debe darse comunión con los pastores responsables. Así lo enseña
Pablo VI, leyendo nuestra realidad a la luz de las orientaciones de nuestros
pastores.
Dialogal: En el discernimiento de
la realidad no estamos solos. Se requiere dialogar con muchos hermanos,
católicos. El Señor quiere la salvación de todo hombre y también la de todos
los hombres.
Es un conocimiento que infunde directamente el E.
S. ( Jn.14,15-16; Jn.14, 26), esta luz ilumina de tal modo la inteligencia, que
la voluntad no puede dudar del origen y finalidad Divina, de los pensamientos,
impulsos, experiencias o acciones de una persona o un grupo.
En el carisma del discernimiento el conocimiento es inmediato y por eso se habla de una luz interior.
Una especie de sentido espiritual
que permite captar lo que es auténtico del ES, lo que
viene de Él.
Un discernimiento tiene, pues, una enorme importancia; permite en efecto percibir lo que viene del Espíritu, lo que es de la carne, lo que emana de las fuerzas de las tinieblas y retener lo que manifiesta la acción del Espíritu.
Un discernimiento tiene, pues, una enorme importancia; permite en efecto percibir lo que viene del Espíritu, lo que es de la carne, lo que emana de las fuerzas de las tinieblas y retener lo que manifiesta la acción del Espíritu.
Este carisma se conoce en
inspiraciones o mociones interiores. No se
trata de una intuición psicológica especialmente para que el Espíritu pueda
usarla, se trata específicamente de mociones pasajeras que vienen de la Gracia.
Mientras más unidos estemos al Señor Jesús y más
encontremos a nuestro Padre en Jesús, más se desarrolla en nosotros este
sentido espiritual sobre nuestra inteligencia y nos ayuda a percibir lo que
viene de Dios y lo que le agrada.
Cristo prometió su espíritu, un
consejero que nos enseñaría e iluminaría. Dentro
de su plan estaba guiarnos personalmente como un Padre que nos ama, para que
cada uno encontrara su camino dentro de Él.
Esto lo hace a través de impulsos e inspiraciones que pone dentro de nosotros el espíritu que nos habita. Sin embargo, no siempre sabemos con certeza si una inspiración recibida proviene realmente de Dios.
Muchas veces el espíritu del mal nos confunde y
llega hasta imitar las inspiraciones de Dios. Por eso San Juan nos advierte:
“Amados, no creáis a todo
espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” 1Jn. 4,1. Esto es lo que
hace el Discernimiento.
INSPIRACIONES ORDINARIAS Y
CARISMÁTICAS
Con respecto a las inspiraciones que recibimos, las hay ordinarias y carismáticas.
Surgen dentro de nosotros en forma muy similar a
nuestras inclinaciones naturales; son simplemente impulsos para hacer o dejar
de hacer algo.
Las podemos distinguir de nuestros impulsos naturales
porque van envueltas en un sentimiento de delicado amor proveniente del
Espíritu santo.
En estas inspiraciones no hay nada de espectacular,
son simples impulsos amorosos dentro de nosotros que nos da el espíritu Santo
para iluminarnos, fortalecernos y guiarnos. Por lo mismo son menos peligrosas y
a la vez más deseables.
Constituyen la forma ordinaria de relación con Dios
y las personas que están cercanas a Él y buscan su voluntad, por lo que solo
pueden ser recibidas por los que viven en estrecho contacto con Él.
El principal problema que nos representa este tipo
de inspiración es distinguirlas de los impulsos surgidos de nuestra afectividad
natural. Lo importante es que estemos siempre abiertos a la acción de Dios
dentro de nosotros sabiendo que las inspiraciones ordinarias son la manera
normal de actuar del espíritu de amor.
Toda perfección de la vida cristiana consiste en
poder llegar a una capacidad de escuchar y a una docilidad tan grande al
Espíritu Santo que no necesite de medios extraordinarios para conducirnos.
A medida que una persona se acerca a Dios, estas inspiraciones ordinarias se convierten en una atmósfera que envuelve la vida entera.
A medida que una persona se acerca a Dios, estas inspiraciones ordinarias se convierten en una atmósfera que envuelve la vida entera.
No necesita consultar al Señor en cada caso
particular, ya que vive continuamente en atención amorosa a su voluntad.
Sin embargo, no hay nadie que, en algunas
circunstancias de su vida, no tenga que hacer un ejercicio activo y voluntario
de discernimiento antes de tomar una decisión.
INSPIRACIONES CARISMÁTICAS
Son experiencias como impulsos provenientes de
fuera de nosotros. Pueden consistir en visiones, palabras o en ideas que surgen
de pronto sin causa especial.
A veces son simplemente impulsos a hacer algo, a hablar con alguien desconocido o ir a un lugar insólito. Son las más extraordinarias y las menos frecuentes.
También son las más peligrosas ya que Satanás puede
imitarlas; él puede darnos visiones y mensajes que nos confunden.
Ver Siracides o Eclesiástico 34,
1-7 Siempre que tengamos una
inspiración de este tipo será necesario ejercer discernimiento sobre ella.
Es probable que Dios envié este
tipo de inspiraciones cuando se necesitan instrucciones muy precisas para
llevar a cabo una misión especial. Tenemos ejemplos en la escritura como:
Hech.9, 10-19; 16,7, 9-10.
Aunque sea difícil
determinar con precisión cuando una inspiración es ordinaria o carismática,
es bueno intentar distinguirlas ya que la actitud a tomar en cada caso es
diferente.
CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO
Existen algunos criterios que nos pueden ayudar a
descubrir si una inspiración recibida es o no de Dios.
No son, sin embargo, recetas que nos entreguen respuestas automáticamente, ya que permanecerán algunas oscuridades que nos obligarán muchas veces a tomar decisiones sin contar con una certeza absoluta, confiados en que nuestro Padre, viendo nuestra buena intención, no permitirá que equivoquemos el camino.
No son, sin embargo, recetas que nos entreguen respuestas automáticamente, ya que permanecerán algunas oscuridades que nos obligarán muchas veces a tomar decisiones sin contar con una certeza absoluta, confiados en que nuestro Padre, viendo nuestra buena intención, no permitirá que equivoquemos el camino.
Incluso los más grandes santos pasan por períodos de dolorosas dudas acerca de lo que el Señor les está pidiendo.
Esto es parte de nuestra vida en la tierra y nos
sirve para descansar cada vez más en el Señor.
Estos criterios los podemos
agrupar en dos: Criterios Objetivos y Criterios Subjetivos.
continua......
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este link. Fuente: EL CAMINO
HACIA DIOS
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Publicado
por Wilson f.
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