"Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron:
– Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan?
Jesús les contestó:
– ¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán."
El evangelio de hoy nos indica dos cosas: que el ayuno está supeditado al amor y que Jesús empieza nuevos tiempos.
Una espiritualidad desviada nos pide el ayuno para agradar a Dios. Esto parte de una imagen falsa de un dios que quiere el sufrimiento del hombre. Ayunar por seguir unas normas, para que nos vean, como nos decía el evangelio del miércoles, no tiene ningún sentido. Isaías ya lo dijo en nombre de Dios: "El ayuno que yo quiero es este: libera a los que has encarcelado injustamente, desata las correas del yugo, deja libres a los oprimidos y rompe todo tipo de yugos. Comparte tu pan con los que pasan hambre, acoge en tu casa a los pobres vagabundos, viste al que va desnudo. No los desprecies que son tus hermanos."
Nuestro ayuno ha de ser un ayuno solidario o no es cristiano.
Con Jesús empieza la búsqueda del Reino. Es decir, la búsqueda de la justicia, de la alegría, de la paz.
¿Ayuno? Sí, pero unido a la felicidad del amor y al gozo de vivir.
Joan Josep Tamburini
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