lunes, 4 de febrero de 2013

50 AÑOS DESPUÉS, ¿ES VÁLIDO EL MODELO DE IGLESIA DEL VATICANO II?


Hoy os dejo este artículo de Catalunya religió.cat

(Cristianismo y Justicia) "La celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticano II (1962-1965) ha reabierto el debate sobre cuál ha sido la verdadera incidencia de ese acontecimiento para la Iglesia. ¿Supuso realmente una renovación y una apertura de la Iglesia al mundo moderno? O la posterior aplicación del Concilio el vació de contenido? ¿Es válido, 50 años después, el modelo de Iglesia que dibujaba el Vaticano II?

Víctor Codina , jesuita, preparaba su doctorado en Teología en Roma durante la celebración del Concilio Vaticano II. Seguía de cerca su desarrollo e incluso pudo asistir a una sesión conciliar. 50 años después, y con su experiencia como teólogo en América Latina expone, en el último cuaderno de Cristianisme i Justícia, sus impresiones sobre aquel acontecimiento y su posterior aplicación.

El Vaticano II, en la línea de los deseos expresados por Juan XXIII, en su discurso inaugural el 11 de octubre de 1962, representa el paso de un modelo de iglesia piramidal, desigual, clerical y unida al Estado a una iglesia que volvía a las fuentes de la fe, respondía a los signos de los tiempos, afrontaba el diálogo con el mundo moderno y con la cultura, redescubria la misión comunitaria y abordaba el tema del ecumenismo y el compromiso con los pobres, entre otros.

Involución eclesial

¿Qué pasó, pues, para que 50 años después haya tantas dudas sobre lo que ha representado el Concilio? El Vaticano II provocó muchas reacciones y exageraciones en el seno de la Iglesia, justo después de su finalización, generando un clima en el que "la minoría conciliar que fue derrotada por el Concilio, poco a poco, ha ido enarbolando la interpretación del Vaticano II, utilizando su poder para vaciarlo de contenido". "Muchos de los documentos del magisterio que se han ido produciendo en tiempos de Juan Pablo II, marcan un claro retroceso respecto a la inspiración más profunda del Vaticano II, hasta el punto de generar gran desilusión de los sectores que esperaban que el Concilio renovara la Iglesia y una pérdida de credibilidad de la Iglesia que se ubica con dificultad en el nuevo contexto social y cultural.

Las lagunas del Concilio

¿Pero, cuáles son las causas? Si bien ya durante y terminado el Concilio algunos teólogos conservadores se resistieron a aceptar el Vaticano II, el autor señala también que estas posturas reaccionarias estaban alimentadas por una interpretación excesivamente libre y alegre del Vaticano II por parte de algunos progresistas . Pero en su opinión, la insuficiente aplicación del Concilio no proviene sólo de las interpretaciones posteriores, sino que el mismo Vaticano II presenta una serie de déficits que han hecho que, en la práctica haya quedado muy a menudo a mitad de camino: las enmiendas que tuvo que admitir para alcanzar el máximo consenso y que le dotan de una ambigua dualidad, la falta de concreción de algunos de los grandes temas abordados, el silencio en torno a cuestiones que ya eran entonces candentes como el celibato sacerdotal o el papel de la mujer, y la no realización del sueño de Juan XXIII, que la Iglesia fuera realmente la Iglesia del pobres. A todo ello hay que sumar el temor de pérdida de poder que generó en la curia romana, y que se convirtió en un elemento de freno en el postconcilio.

"La Iglesia debe generar esperanza y sentido"

La reflexión de Codina va todavía un poco más allá y se pregunta si ahora, 50 años después, sigue siendo válido este modelo de Iglesia que proponía el Vaticano II. El autor constata, que en estos cincuenta años ha habido un desplazamiento de acentos e interés: los acontecimientos sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos de los últimos años, con la crisis económica actual, los avances en ciencia y tecnología, la globalización..., nos sitúan ante un escenario diferente. Estamos ante un terremoto que lo ha sacudido todo, dice Codina. En este clima caótico de cambio e incertidumbre generalizada, la problemática del Vaticano II ha quedado de alguna forma desplazada o incluso superada. Según el autor, los problemas son mucho más radicales y de fondo y, mientras el Vaticano II se centró en la Iglesia, ahora hay que concentrarse en lo esencial, volver a Jesús y al Evangelio e iniciar una experiencia espiritual de Dios y de profecía frente al mundo de los pobres y excluidos que son la mayor parte de la humanidad, y frente a la tierra, que está seriamente amenazada. La Iglesia, dice el autor, debe generar esperanza y sentido .

Con todo, considera que hay que continuar con el proceso de recepción del Vaticano II, todavía inacabado, explotar su herencia en lo que pueda ayudar a responder a los retos de hoy, en línea con el Espíritu que movió Juan XXIII a dar un salto hacia adelante."

Joan Josep Tamburini

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