El Anacoreta y su joven seguidor seguían hablando durante el café.
- Curiosamente, junto a la crisis de Fe, los fundamentalismos se hacen más fuertes en nuestra sociedad - comentó el joven.
Asintió el anciano y añadió:
- Porque una de las raíces del fundamentalismo es el miedo. La inseguridad en la Fe les hace encerrarse en ellos mismos y atacar todo lo que difiere. Lo mismo le ocurre al fundamentalismo ateo, el que quiere destruir todo lo religioso. En el fondo teme que el creyente tenga razón.
El joven seguidor preguntó:
- ¿Miedo a las propias creencias y a las creencias de los demás?
Sonrió el Anacoreta y concluyó:
- Exactamente. En ambos casos se confunde la Fe con las creencias. Creer es sentirse amado por Dios. Es tener una pequeña luz en nuestro corazón. Esa luz que llevamos en lámparas de barro. Esa luz da sentido a nuestra vida y nos empuja a entregarnos a los demás. El fundamentalista religioso no está seguro de ella y la encierra bajo un montón de "verdades" que cree exclusivas. Oculta las dudas tras un muro de certezas, que no son la Fe. El fundamentalista ateo quiere apagar esa luz como sea. Tiene miedo a que encienda su corazón y cambie totalmente su vida...
Joan Josep Tamburini
No hay comentarios:
Publicar un comentario