domingo, 30 de diciembre de 2012

PERDER A JESÚS



"Los padres de Jesús iban cada año a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos allá, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.

Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron. Y su madre le dijo:

– Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.

Jesús les contestó:

– ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?

Pero ellos no entendieron lo que les decía.

Jesús volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en el corazón. Y Jesús seguía creciendo en cuerpo y mente, y gozaba del favor de Dios y de los hombres."

Como María y José, nosotros también podemos perder a Jesús. En realidad, lo que nos pasa, es que no sabemos buscarlo. Él está en la casa del Padre, que no necesariamente es el templo. Dios está dónde están "sus asuntos". A Jesús, lo encontraremos ocupándose de esos "asuntos". Y los asuntos de Dios somos los hombres. Por eso Jesús pasó su vida curando, expulsando demonios, haciendo andar a cojos y ver a ciegos. Anunciando la Buena Nueva. Porque esos son los "asuntos" de su Padre.

A María y José les pasó como a la mayoría de los padres: no entendieron a Jesús. Los padres quieren para sus hijos lo mejor; pero esto hace, que a veces no se escucha qué es lo que los hijos quieren. Hay que educar a los hijos en valores. Hay que amarlos y darles seguridad; pero también hay que respetarlos en el camino que desean emprender, porque ese es "su camino". Los padres les han de dar pistas, construir los fundamentos, que luego les permitan tomar sus decisiones.

María en este texto nos da una lección. Muchas veces, en la vida, no entenderemos lo que nos ocurre. Como ella, debemos guardar estas cosas en nuestro corazón. La vida, poco a poco, nos irá desvelando el por qué de las cosas.

Si nos encontramos lejos de Jesús, preguntémonos dónde estaría Él si se encarnara ahora. Miremos también nuestro interior más profundo. Allí donde hemos guardado tantas cosas. Seguro que lo encontramos...

Joan Josep Tamburini

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