jueves, 29 de noviembre de 2012

¿QUÉ ES EL TIEMPO DE ADVIENTO?



El Adviento es la época del ciclo litúrgico en que nos preparamos para la venida de Jesucristo. La venida de Cristo a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos, con un Adviento que duró cuatro mil años, henchido con el anhelo de todas las almas santas del Antiguo Testamento que no cesaban de pedir por la venida del Mesías el Salvador.

Esta venida es triple:

- CRISTO VINO EN LA CARNE Y EN LA DEBILIDAD

- VIENE EN EL ESPÍRITU Y EN EL AMOR

- Y VENDRÁ EN LA GLORIA Y EN EL PODER

UNA PRIMERA VENIDA SE REALIZÓ CUANDO EL VERBO DIVINO SE HIZO HOMBRE EN EL SENO PURÍSIMO DE MARÍA y nació - niño débil y pobre - en el pesebre de Belén, la noche de Navidad hace veinte siglos.

LA SEGUNDA VENIDA ES CONSTANTE, hecho de perenne actualidad en la historia de la Iglesia y en la vida íntima de las almas. Por la acción misteriosa del Espíritu de Amor, Jesús está naciendo constantemente en las almas, su nacimiento místico es un hecho presente o mejor dicho es de ayer, y de hoy, y de todos los siglos.

LA TERCERA VENIDA DE CRISTO -QUE SERÁ EN LA GLORIA, EL PODER Y EN EL TRIUNFO - es la que clausurará los tiempos e inaugurará la eternidad. Jesús vendrá, no a redimir, como en la primera venida, ni a santificar, como en la segunda; sino a juzgar, para hacer reinar la verdad y la justicia, para que prevalezca la santidad, para que se establezca la paz, para que reine el amor.

El año eclesiástico se abre con el Adviento

La Iglesia nos alerta con cuatro semanas de anticipación para que nos preparemos a celebrar la Navidad, el nacimiento de Jesús y, a la vez, para que, con el recuerdo de la primera venida de Dios hecho hombre al mundo estemos muy atentos a estas otras venidas del Señor.

El Adviento es tiempo de preparación y esperanza.

“Ven Señor y no tardes”.

Este es un tiempo para hacer con especial finura al examen de nuestra conciencia y de mejorar nuestra pureza interior para recibir a Dios.

Es el momento para ver cuáles son las cosas que nos separan del Señor y quitarnos todos aquello que nos aleja de Él. Es por eso importante ir a las raíces mismas de nuestros actos, a los motivos que inspiran nuestras acciones y después acercarnos al sacramento de la penitencia o reconciliación, para que se nos perdonen nuestros pecados.

Así cuando llegue el día de Navidad, nuestra alma estará dispuesta para recibir a Jesús. Es necesario mantenernos en estado de vigilia para luchar contra el enemigo que siempre estará acechándonos para alejarnos del bien.

Cuidemos con esmero nuestra oración personal, evitemos la tibieza y mantengamos vivo el deseo de santidad.

Estemos vigilantes con mortificaciones pequeñas, que nos mantengan despiertos para todo lo que es de Dios, y atentos a evitar todo lo que nos desvíe del camino hacia Él.

Pidamos perdón al Señor si le ofendemos y profundicemos en el sentido del adviento.

Ten presente “quién es el que viene, de dónde viene y por qué viene”. Con el corazón limpio salgamos a recibir a Nuestro Rey, que está por venir. María será nuestra ayuda y nos enseñará el camino para llegar a Jesús.

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