lunes, 5 de noviembre de 2012

EL ANACORETA Y EL ÓRGANO




La iglesia estaba en penumbra, apenas iluminada por la lámpara del santísimo y la suave luz del atardecer que se filtraba por las vidrieras. El Anacoreta y su joven seguidor escuchaban embelesados la melodía de Bach que el organista ensayaba en su instrumento.

En una pausa, el anciano dijo al oído del joven:

- El hombre es un instrumento musical de Dios. El órgano de esta iglesia, sin las manos virtuosas del organista, es un instrumento muerto. Un conjunto de madera y metal...Si nosotros nos dejamos interpretar por las manos de Dios, podemos ser melodía de amor para todos los hombres. Pero hay que abandonarse con fe en las manos divinas, si no, sólo somos carne y huesos...

Y guardó otra vez silencio, porque el organista empezaba a tocar otra pieza musical...

Joan Josep Tamburini

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